El supuesto “paraíso encantado”, del que tanto presumen los yanquis, está en una seria crisis al ponerse de manifiesto las debilidades de su sistema de las cuales no hablan, ni le fabrican campañas mediáticas para demostrar los problemas de su sociedad, pero que la propia vida se encarga de evidenciar, ante la paulatina depauperación del llamado “American way of life”, vendido al mundo como el mejor.

Estados Unidos, frustrado al no poder impedir el triunfo de la Revolución cubana, en el año 1959 conformó su estrategia para demonizarla, para lo cual no hay límites en el dinero gastado con tal de que el mundo se crea sus mentiras.

La quiebra del Silicon Valley Bank (SVB) y seguidamente la del Signature Bank, pudieran tener graves consecuencias en la economía del régimen estadounidense, aunque para evitar el pánico el mismo presidente Joe Biden, aseguró a la población que había estabilidad en el sistema bancario de la nación, minimizando los problemas ocurridos en ese sector.

Han transcurrido 64 años del triunfo de la Revolución cubana, que Estados Unidos no pudo impedir, y el odio que sienten no se acaba, se multiplica cada vez más, con el marcado deseo de derrocar el proceso socialista, algo que no han podido lograr.

La vida demostró que, en el 2014, cuando Estados Unidos financió y organizó las protestas en Kiev, sus verdaderos objetivos eran desestabilizar a Rusia con el apoyo cómplice de la OTAN.

El 28 de febrero 2023, el Departamento de Estado publicó su informe sobre el Terrorismo, donde mantiene a Cuba como “Estado patrocinador del terrorismo”, mentira que les posibilita incrementar las acciones de guerra económica para ahogar al país que no acepta arrodillarse a sus pies.

No existe una sola participación política de los Estados Unidos en acciones encubiertas en el mundo, donde no hayan desplegado su taimado discurso de la negación plausible. Los ejemplos son abundantes y Cuba los conoce perfectamente.