Artur González / Heraldo Cubano.- El pasado domingo 4 de mayo 2025, el presidente Donald Trump informó en su plataforma Truth Social, que había ordenado modernizar y poner en funcionamiento nuevamente la famosa cárcel federal de Alcatraz, enclavada en una pequeña isla y cerrada hace sesenta y dos años debido a los altos costos que el gobierno tenía que gastar para mantenerla.
A esa isla ubicada en la bahía, a dos kilómetros de la costa de San Francisco, California, con capacidad para albergar a no más de 336 presos, había que llevarle el agua y todos los alimentos e insumos necesarios por barco, al igual que se transportaban los empleados que tenían a cargo su funcionamiento y protección.
Quien ha tomado medidas para recortar los gastos federales, ahora parece no tomar en cuenta los millones de dólares que deberá asignar para poner en funcionamiento esa cárcel arcaica.
Alcatraz actualmente es una atracción turística que ingresa dinero al gobierno de San Francisco, pero si la abren será un saco sin fondo por los altos gastos para mantenerla activa.
¿Pero qué podría haber detrás de esa decisión de Trump? ¿Será que, ante el temor de ir a prisión a cumplir sanción por los 34 delitos cometidos, cuando culmine su actual presidencia, esté planificando contar con una lujosa celda tipo suite, similar a las que tenían varios capos de la droga en Colombia y México?
Todo es posible, porque el presidente delincuente debe dormir muy intranquilo debido al futuro que le espera cuando salga de la jaula de oro que tiene en la Casa Blanca y en su pent-house en la torre en Manhattan.
No olvidar que, en el juicio celebrado en mayo 2024, doce miembros del jurado lo declararon culpable de 34 cargos, y los fiscales alegaron que Trump era parte de una conspiración ilegal para socavar la integridad de las elecciones de 2016. Además, participó en un plan para suprimir información negativa que podía perjudicarle, incluido el pago de 130.000 dólares realizado a su abogado personal, Michael Cohen, para que la actriz porno Stormy Daniels, guardara silencio sobre sus relaciones sexuales.
Este presidente pasará a la historia de Estados Unidos por ser el primer delincuente que dirige los destinos de ese país, comprobado comisor de graves delitos, como fue llevarse de la Casa Blanca al terminar su mandato, cajas llenas de documentos clasificados de la defensa nacional del país y resistirse a los reclamos del gobierno para recuperarlos.
Por ese delito fue acusado en junio de 2023 por un jurado investigador federal en Miami, pero las evidentes presiones de sus abogados para desestimar ese cargo, terminaron en que Aileen Cannon, jueza de distrito estadounidense, desestimó el caso el 15 de julio de 2024, bajo el criterio de que el nombramiento del fiscal especial Jack Smith, violaba la Constitución, algo insólito que no hubiera sucedido si el acusado fuera un ciudadano sin los millones y las relaciones políticas de Donald Trump.
Ese era el delito más importante cometido, pues está contemplado dentro de la Ley de Espionaje, unido a los cargos de obstrucción de la justicia, destrucción o falsificación de registros, conspiración y declaraciones falsas. No obstante, su actitud es la de un delincuente y no hay otra definición para denominarlo.
Otro de los delitos cometidos por el delincuente presidente y demostrado en la investigación realizada por el fiscal especial Jack Smith, fueron los esfuerzos de Trump y sus compinches para anular las elecciones de 2020, lo que desembocó en el asalto al Capitolio, con el objetivo presionar al entonces vicepresidente Mike Pence, para retrasar la certificación de las elecciones que daban la victoria a Joe Biden.
Este hecho sin antecedentes en Estados Unidos, causó muertos y heridos, además del saqueo a las oficinas de los senadores y representantes que corrieron peligro de perder la vida.
Trump sabe perfectamente que un presidente en ejercicio no está obligado a ingresar en la cárcel, pero podría cumplir las sentencias una vez dejado el cargo, porque debido a las decisiones de los jueces no podrá perdonarse a sí mismo, ni a sus aliados, ante una condena a nivel estatal, ni retirar del cargo a los fiscales del condado de Fulton que presentaron los cargos contra él.
En mayo del 2024 el juez Juan M. Merchan, de la Corte Suprema de Manhattan, divulgó su fallo en 18 páginas, y añadió que concedió a Trump la llamada libertad incondicional, la que, a diferencia de la libertad condicional, no exige que los acusados cumplan determinadas condiciones, como mantener un empleo o pagar una indemnización, pero garantiza que la decisión sea irreversible.
Por tanto, esa sentencia consolida su condición de delincuente y quizás sea su verdadera motivación para reconstruir una cárcel al antojo de sus exigencias y comodidades.
No se equivocó José Martí cuando afirmó:
“Hay hombres que viven contentos, aunque vivan sin decoro”.
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