Tenía 20 años en 2016 cuando miembros del ejército de ocupación sionazi le tirotearon metiéndole 12 balas en el cuerpo. Ayman AlKurd pasaba por la Puerta de Sahera, en la parte oriental de la capital de Palestina, Jerusalén. ¿Puede imaginar su ciudad capital invadida por una milicia neocolonial? El crimen que cometieron con Ayman lo repiten los mismos diariamente en el país.


 

Ayman AlKurd quedó herido en el suelo y aun sin poderse mover, no digamos defenderse, ¿con qué, cómo?, fue objeto de burlas racistas, tiroteado y desnudado por otros asesinos que se acercaron a verle en el suelo. Parece que lo único que preocupaba a los que le rodearon era que muriese allí mismo. Sus agresores debieron temer que su crimen fuese reportado pues cortaron todos los accesos e impidieron el paso y la vista de quienes tenían que hacer el mismo recorrido que Ayman, y no solo cortaron las calles adyacentes, también pasaron amenazando por las tiendas próximas o que estaban en aquellas calles, obligando a los comerciantes a echar los cierres. En la fotografía que alguien sacó desde mucha distancia se cuentan 17 militares a su alrededor, ninguno se dispuso a auxiliarle, ¿también dirán un día que no sabían nada? Los que llegaron con una ambulancia se entretuvieron para luego declarar que atendían a dos militares heridos, y para justificar su actitud llegaron a declarar que creían que estaba muerto. Se lo llevaron a un hospital y allí no pudieron ocultar ante los presentes que aun vivía aunque en una situación extrema. ¿Pesará en su conciencia que su intento de asesinato de ese día había fracasado?

Ayman AlKurd sobrevivió, pero quedó tan mal herido que permanece en una silla de ruedas. El ejército neocolonial realizó su tradicional juicio-farsa y emitió la condena con la que pretendía disimular la razón de su ocupación: 35 años de prisión y multa de 330.000 shekels a pagar a los militares que le acribillaron en base su declaración de haber sido atacados por el herido.

Hubo otro joven que se llamaba Ayman Alkurd, había nacido en 1975 en Gaza, fue un gran deportista, era un apasionado del fútbol que llegó a ser miembro del equipo nacional de Palestina, el Falasteen Al Riadi. Pero cuando el régimen sionazi bombardeó Gaza desde el 27 de diciembre al 17 de enero de 2009, (lo que tituló “operación plomo fundido”), lo asesinó estando refugiado con otros tres compañeros, en total mataron a 1.400 Palestinos y Palestinas, de los que 308 eran menores de 18 años, y 5.000 fueron heridos.

Los dos Ayman muestran como Jerusalén, Cisjordania y Gaza son un único país con un mismo enemigo.

Nuestro primer Ayman AKurd está encerrado en la prisión de Gilboa, siguen empeñados en acabar con su vida pues desde que lo encerraron no le ha atendido ningún médico y sufre grandes dolores en todo su cuerpo, del que no le han extraído las balas con las que creyeron haberle matado, todo le ha ido a peor y ahora se encuentra más necesitado que nunca de ser operado. La madre de Ayman, Umm Ayman, se encuentra devastada ante el sufrimiento de su hijo que comenzó aquel día en la Puerta de Sahera, y ha declarado: Están matando a mi hijo lentamente. Hago un llamamiento a todos los que puedan ayudar a mi hijo, les pido que no lo abandonen, que no se demoren, a todo el que pueda, a las organizaciones internacionales de Derechos Humanos, a la ANP, a toda la solidaridad con Palestina, a los medios de comunicación para que no se olvide a Ayman. El sufrimiento de Ayman se acrecienta con el frío de la celda que en invierno resulta aun mayor, y el ánimo de dañar de sus captores les lleva a dejarle sin mantas que le protejan. Su estado psicológico es muy malo y avanza a una situación sin salida.

Ayman AlKurd es uno de los prisioneros en peligro de perder la vida por la desidia y el desprecio cruel del ente sionazi. Hay otros 25 prisioneros que sufren cáncer, además hay 24 que tienen parálisis en todo su cuerpo, otros 8 sufren insuficiencia renal, y otros 20 se hallan en la prisión de Ramle en estado crítico. Ayman AlKurd reúne a los prisioneros en peligro de perder su vida por la negligencia del ente neocolonial. Como nos pide Umm Ayman, solo el sacar a la luz el caso de su hijo, de todos los prisioneros, puede salvarle/s la vida. Pues difundamos en solidaridad con todos los Ayman AlKurd.

 

Ramón Pedregal Casanova es autor de los libros: Gaza 51 días; Palestina. Crónicas de vida y Resistencia; Dietario de Crisis; Belver Yin en la perspectiva de género y Jesús Ferrero; y, Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios. Presidente de AMANE. Miembro de la Asociación Europea de Apoyo a los Detenidos Palestinos. Miembro del Frente Antiimperialista Internacionalista e integrante de la Red de Artistas, Intelectuales y Comunicadores Solidarios con Nicaragua y el FSLN.

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