Algunos datos sobre las mujeres cubanas:
 
Desde el triunfo de la Revolución en enero de 1959 la mujer cubana ha exigido su participación de manera igualitaria en la construcción socialista de Cuba. Tanto en la lucha en un primer momento, como en los cambios y decisiones posteriores, la mujer desempeña un papel fundamental. El 23 de agosto de 1960 se crea la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) con el fin de desarrollar políticas y programas dirigidos a lograr el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos y niveles de la sociedad. Con Vilma Espín a la cabeza hasta su fallecimiento en 2007, hoy en día cuenta con más de 4 millones de afiliadas.
 
Casi la mitad de la población cubana son mujeres, quienes representan el 43% del parlamento, constituyen el 65% de las graduadas universitarias, el 46 % de la fuerza laboral, el 66 % del personal técnico y profesional del país y el 48 % en la investigación científica, así como el 52% en las misiones internacionalistas de cooperación. Se han logrado grandes avances debido a la voluntad política para que la mujer alcance plenamente el lugar que le corresponde en la sociedad. Esto ha sido posible gracias a políticas públicas encaminadas a eliminar las barreras culturales, ideológicas, psicológicas, económicas y sociales que mantuvieron a las mujeres en condiciones de subordinación y marginación.
 
En el trabajo estatal por la defensa de los derechos y libertades de las mujeres, destacan el acceso igualitario y gratuito a los distintos niveles de enseñanza, la gratuidad de los servicios de salud con programas específicos para las mujeres o el respeto a los derechos sexuales y reproductivos con especial atención a  garantizar a las cubanas plena libertad de decisión sobre sus cuerpos. A su vez se impulsa de manera especial la plena intervención de la mujer en todos los ámbitos y niveles .
 
Aunque la participación de las mujeres en la vida económica, política, social y cultural del país resulta hoy uno de los grandes logros de la Revolución Cubana, aún enfrenta el desafío de combatir los prejuicios y estereotipos sexistas heredados de una cultura patriarcal. Desde la escuela, los medios de comunicación, o las federadas en la  comunidad, se promueven cambios en la subjetividad encaminados a potenciar aún más una cultura de la igualdad.