Fundación DeSevilla.- El programa cubano de alfabetización Yo, Sí Puedo que el Ayuntamiento de Sevilla promueve en la ciudad desde finales del año pasado continúa cosechando éxitos y reconocimientos. A pesar de las injustas críticas procedentes de algunos sectores de la derecha, esta apuesta se ha consolidado como una forma efectiva y solidaria de combatir las desigualdades. No en vano, a medida que se abre paso ante las dificultades, cada vez son más quienes se suman a la hermosa tarea de erradicar una lacra, la del analfabetismo que, a día de hoy, afecta a unas 35.000 personas en la capital andaluza.


Eso es lo que pudo comprobarse en el encuentro celebrado este miércoles por la tarde entre el Consistorio, la Fundación DeSevilla y las entidades colaboradoras con el Yo, Sí Puedo. Un evento mediante el cual las instituciones que impulsan esta iniciativa pretendían trasladar su agradecimiento al conjunto de la sociedad civil implicada en su desarrollo, además de insuflar ánimos para que mantenga su grado de compromiso e intentar vincular a más gente a este propósito.   

Unas 80 asociaciones de los más de 150 colectivos vecinales, deportivos, educativos, parroquias o cultos evangélicos que participan y apoyan el proyecto se dieron cita en esta actividad. De modo que la sala de la Facultad de Ciencias del Trabajo, con capacidad para más de 100 asistentes, se quedó pequeña y numerosas personas tuvieron que permanecer de pie.

El acto contó con la presencia del Vicepresidente Primero de la Fundación DeSevilla, Carlos Vázquez, quien calificó de “impagable” el trabajo desempeñado por estas entidades, prestando sus sedes e instalaciones, aportando facilitadores o difundiendo entre sus allegados la existencia del programa. “Sin vuestro respaldo esto no sería sostenible”, señaló para, seguidamente, subrayar la trascendencia de un cometido que “busca darle una oportunidad a quien nadie se la dio antes”. Según dijo, a través del Yo, Sí Puedo “se está intentando arreglar lo que durante siglos generó otra forma de hacer política”. De ahí el importante papel –insistió-- que juegan las asociaciones colaboradoras, pues éstas representan, a su juicio, "la muestra de solidaridad por excelencia: compartir lo que se tiene y no ofrecer lo que te sobra".

Por su parte, el gerente del ente municipal, Miguel López, también tomó la palabra para reiterar las gracias a los asistentes “por compartir con nosotros el sueño de una Sevilla sin desigualdades, donde no haya ciudadanos de primera y de segunda”.

Implantado en más de 30 barrios

El Yo, Sí Puedo persigue acabar con el analfabetismo a través de un método accesible que relaciona, mediante 65 teleclases y con la ayuda de facilitadores, los números con las letras, partiendo de una conexión entre lo conocido y lo desconocido para los iletrados que, en un periodo de dos meses, terminan siendo capaces de expresar sus ideas coherentemente y por escrito con una caligrafía legible. Igualmente, el sistema favorece la implicación y la participación de la comunidad en las zonas en las que se pone en marcha y la mejora de las condiciones de vida de sus vecinos.

En Sevilla son ya más de 250 las personas que han conseguido aprender a leer y escribir en virtud de esta iniciativa. Pero, según los responsables de la Fundación DeSevilla, esta particular cruzada no ha hecho más que comenzar. De momento, ya hay varios puntos alfabetizadores repartidos entre más de 30 barrios y todos ellos funcionan bajo el asesoramiento del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC).

El Yo, Sí Puedo se creó en 2003 en Cuba a instancias de Fidel Castro con el objetivo de implementar un programa que lograra una alfabetización rápida, masiva y a bajos costes que permitiera, en un principio, a los países del Tercer Mundo, poner fin al problema del analfabetismo. Venezuela fue el primer país en implantarlo y, en sólo dos años de aplicación, consiguió en 2005 la declaración de Territorio Libre de Analfabetismo, meta que repetirían pocos años después Bolivia (2008), Nicaragua y Ecuador (ambos en 2009).

Actualmente, el Yo, Sí Puedo se aplica en unos 30 países de todo el mundo, con distintas versiones que se adaptan a cada contexto, y con un éxito y eficacia en la alfabetización que le ha valido el reconocimiento en sucesivas ocasiones, incluyendo el premio Rey Sejong concedido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
 
 
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