Andrés Marí* – Cubainformación.- El Pen Club Català acaba de instituir el Premio Internacional Voz Libre y se lo ha entregado a uno de los disidentes cubanos por “su defensa de la libertad de expresión”. Él había sido liberado hacía unos meses y estaba instalado en Madrid, donde entre otras declaraciones afirmó que “sería una aberración retirar la Posición Común Europea contra Cuba que en 1996 logró el presidente español José María Aznar”. Una medida que intenta acorralar al país en la misma línea del bloqueo que sostiene Estados Unidos contra la isla. Son esas las aberraciones. ¿Puede ser Aznar el mejor interlocutor para el premiado?


Me encantaría que el Pen Club Català ayudara a este nuevo inmigrante, que lo ayudaran en su nueva vida, a encontrar un trabajo digno y salir adelante con su familia como querría cualquier recién llegado, y no sólo por ser mi compatriota, para quien deseo lo mejor, sino porque tal ayuda es la que debería darse a todos aquellos que, por una u otra razón, arriban a un país capitalista con una crisis galopante y que, a pesar de ello, debe compartir sus bienestares con todos los necesitados. El cubano lo necesitará, igual que los africanos, otros latinoamericanos y todos aquellos de otras latitudes que nos llegan con una herida semejante a un poema o a un relato.

No tengo idea del significado del premio otorgado, y quiera Dios que sí signifique una ayuda real y que no se quede en la algarabía pública con que el Pen Club Català se integraría al cortejo de denuncias contra Cuba y a los reconocimientos a disidentes cubanos. Ya es común observar cómo últimamente distintos países europeos se han montado en el carro de la inmensa lupa que, por encima de las más dolorosas realidades en diferentes partes del mundo, sólo van detrás de la isla antillana para lanzarle una mirada destructiva.

Me siento impelido a escribir algunas palabras. Soy un escritor cubano residente en Catalunya. Cuba podría considerarse una de las naciones que más ha luchado por la defensa de su identidad y por la expresión de una dignidad más allá del plato de lentejas que siempre ofrecen los intereses destructivos. Quiso ser un pueblo libre y soberano fuera del pantano a que estuvo sometido desde la colonización española. De ahí su radical revolución con ese eterno Patria o Muerte que ha sacudido todos los cimientos del ser cubano. Lo más normal es que cometiera un sin fin de errores, y muchos más si, a pesar de las tantas agresiones con que ha hecho su historia, insistiera en una liberación absoluta de los dominadores. Infinidad de críticos a su obra han surgido a lo largo de más de 50 años de vida. Y con mayor o menor suerte se recibieron todas las críticas que podía permitirse. Sólo había un muro infranqueable: la imposibilidad de colaborar con los vecinos desterrados del Norte, aquellos que, tras España, fueron el mayor escarnio de la isla, los Estados Unidos de Norteamérica, que ansiaban destruir la identidad nacional para convertir al país en una estrella más de la Unión. Cuba priorizó su independiente luz solitaria. Ha sido una controversia histórica. No hay cubano que no conozca estas razones. Quien intentara pasar sobre ellas recibiría las más duras condenas. Eso fue lo que sucedió en 2003 con la llamada “primavera negra” de los disidentes. Cuba defendió su identidad con la máxima fuerza. No obstante, muchas críticas a esa actitud tan fiera de nuestra defensa se oyeron en la isla.

En ningún momento pretendo enseñarle al Pen Club Català cuáles deben ser sus objetivos. Sólo me limito a reflexionar que si en sus principios no existe una voluntad de país y una clara defensa de su identidad nacional, jamás podrá impedir la persecución de la libre expresión en su propio seno. Entonces, ¿de qué le servirá resaltar otras persecuciones? ¿Cuántos catalanes se ven imposibilitados de desarrollar sus palabras, sus versos, sus estrofas, por culpa de un sistema capitalista que los condena a una enajenación implacable? ¿Cuántos catalanes pueden tener una voz propia, verdaderamente creadora, para llegar a los grandes medios y expresar su más completa libertad humana? ¿Cuántos talentos catalanes se están perdiendo en los márgenes del Mercado? ¿Alguno de ellos no merecería este recién fundado premio? La persecución y la cárcel no siempre están a la vista, y esto lo saben muy bien los escritores, porque conocen la sangre de la imaginación.

El Pen Club Internacional señala en más de mil los periodistas o escritores perseguidos y amenazados por expresar sus verdades. Imagino que también habrá alguno de ellos en el Sáhara Occidental a partir de los recientes sucesos en El Aium. E igualmente los debe haber en Honduras, Colombia y en tantos otros rincones de dolor. Pero entre tantos martirios que se han localizado se ha hurgado en el cubano. ¿Por qué? Prácticamente en esa isla, debido al enorme esfuerzo educativo y cultural de su Revolución, es posible encontrar a un periodista, o a un escritor, o a cualquier otro profesional, al alcance de la mano. Están por todas partes. Que esto suceda en un país pobre, latinoamericano, tercermundista, es algo a destacar y hasta incluso para premiar. Posiblemente no exista hoy día ningún país en el planeta donde toda la Cultura no se haya entregado al pueblo y además se intente ayudar a otros a que la obtengan. Se trata de un país que merecería un premio cada día. Seguro que por eso desata en los poderosos de Occidente el mayor rechazo y se promociona el premiar a los detractores. Realmente resulta peligroso que los pobres diablos del Sur aprendan que la libertad y la dignidad sólo se consiguen cuando se liberan de sus opresores propios y de los ricos dioses del Norte. ¿Pertenece a estos últimos el Pen Club Català?

Me avergüenza la decisión del Pen Club Català, porque se trata de una ignominiosa manipulación sobre la realidad de un país que, aún en sus torpezas, miserias y déficits democráticos, debería constituir un orgullo para toda la Humanidad por tantas humanidades conquistadas.

* Andrés Marí es escritor, actor y director teatral cubano, residente en Catalunya.

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