Noel Manzanares Blanco - Kaos en la Red.- Aprovecho el Aniversario 235 de la Proclamación de la Independencia de las Trece Colonias del Reino Unido de la Gran Bretaña el 4 de julio de 1776, como oportunidad para distinguir el modesto aporte cubano a la actual vecina nación y, en correspondencia, esperar reciprocidad con Los Cinco.



En un apresurado tránsito por la Historia, salta a la vista que el comerciante Juan de Millares —oriundo de Valencia, España, pero habanero de corazón y alma—prestó significativa ayuda a los rebeldes que lideró George Washington en aquellas colonias devenidas Estados Unidos de América (EE UU), al extremo de que su gestión personal constituyó un tributo al hecho de que la capital cubana se convirtiera en centro de la asistencia a los insurrectos de aquellas colonias.

Fue precisamente el propio Washington, Padre Fundador de la Patria Norteamericana, quien ante el deceso de Millares, ocurrido el 28 de abril de 1780 en predios del Norte, exclamó: “En este país se le quería universalmente, y del mismo modo será lamentada su muerte”.

No obstante, quizás el tributo mayor de Cuba a la independencia de EE. UU. se pueda aquilatar en lo que continúa:

Cuando el Ejército Libertador del Norte vivía una gran escasez, y los soldados estaban a punto de insubordinarse porque se les exigía combatir sin la paga que les correspondía, Washington escribió en carta al financiero Robert Morris: “Tengo que rogarle que si es posible, procure un mes de paga en efectivo para el destacamento a mi mando […] yo no dudo de que la dulzura de un poco de dinero en efectivo los pondría en el estado de ánimo adecuado”.

Morris contactó con el General Juan Manuel Cajigal, quien desde mayo de 1781 se desempeñaba como Gobernador de Cuba —primer natural de Isla que asumía tan importante responsabilidad. En correspondencia, Cajigal envió al venezolano Francisco de Miranda, su amigo y ayudante, a ultimar detalles de la colaboración que se le prestaría a Washington.

Otra vez en Cuba, Miranda —el mismo que llegó a ser Lugar Teniente de El Libertador Simón Bolívar— se dio a la tarea de reunir dinero para los rebeldes de dichas Colonias, lo que dio lugar a la recaudación de más de un millón doscientas mil libras esterlinas recolectadas de manera relámpago, fundamentalmente por habaneras.

Otros interesantes datos aparecen al calor del acontecimiento:

La extraordinaria suma se logró en apenas horas del 14 de agosto de 1781, según estudiosos del asunto. Y el dinero le fue entregado a un joven oficial francés que respondía al nombre de Claudio Enrique Saint-Simon —la misma persona que años después saltó a los anales de la Historia por ser una de las celebridades del Socialismo utópico—, quien lo trasladó hasta el escenario de la insurrección del otro lado del estrecho de la Florida.

He aquí lo que fue decisivo para que el líder independentista norteamericano obligara a las tropas enemigas a firmar la capitulación de Yorktown, el 31 de octubre del mismo año, y con ello garantizara el desenlace a su favor contra el colonialismo inglés, o sea la victoria de las tropas rebeldes en la Guerra de las Trece Colonias.

Un siglo después, apoyado en el profundo cimiento de la admiración del pueblo cubano por el norteamericano, nuestro Héroe Nacional, José Martí, a pesar de las ofensas de la excrescencia estadounidense, al escribir Vindicación de Cuba no vaciló en sentenciar: “Amamos a la patria de Lincoln, tanto como tememos a la patria de Cutting” —este último, un bandolero que se vinculó en el robo de territorios mexicanos, entre otras fechorías.

Fue coherente con nuestra tradición, pues, la pronta solidaridad y disposición a cooperar que las autoridades y el pueblo de Cuba les expresamos a las autoridades y el pueblo de Estados Unidos, a raíz de los horrendos sucesos del 11 de septiembre del 2001; al tiempo que condenamos cualquier manifestación de terrorismo al estilo de Bush, el hijo.

También debe ser considerada como coherente la rápida respuesta que el Estado de Cuba ofreció a su par de Norteamérica en ocasión del desastre del Katrina y las facilidades ofrecidas a personas estadounidenses necesitadas de cursar estudios superiores y sin posibilidades económicas para concretarlos —por solo citar estos ejemplos de buena voluntad exhibidos por cubanas y cubanos.
Sin embargo, una trayectoria diametralmente opuesta exhibe la actitud de las autoridades políticas yanquis, por lo menos desde principios del siglo XIX, pasando por el más largo y multilateral sistema de agresiones a país alguno que registra la Historia escrita, sin obviar que ahora están haciendo gestiones para desmontar las medidas de Obama que suprimieron los límites a las remesas y a los viajes de la comunidad cubana residente allá.

Fue precisamente en este convulso panorama que emergen como auténticos antiterroristas Antonio, Gerardo, Fernando, Ramón y René, Los Cinco cubanos presos en cárceles norteamericanas por monitorear a grupos en Miami que se dedican al terrorismo contra Cuba, los propios Estados Unidos y otras latitudes.

Recuérdese que el mismísimo Gremio Nacional de Abogados de Estados Unidos, al hacerse eco de este oscuro episodio de la Jurisprudencia en Norteamérica, aprobó el 19 de noviembre de 2007 la “Resolución refrendando el llamamiento a una investigación internacional sobre el incumplimiento del gobierno de Estados Unidos en encarar y remediar la falta de justicia en el caso de Los Cinco, y a fomentar la educación y las acciones relacionadas con el caso”.

Puntualmente, ese Gremio plantea en la referida Resolución que “Cuba ha denunciado reiteradamente la planificación, financiamiento y realización de tales ataques desde Estados Unidos, en protestas privadas y públicas y solicitudes al gobierno de Estados Unidos, y Cuba determinó la necesidad de enviar a sus propios agentes a monitorear los continuos complots con el objetivo de impedir o minimizar esos ataques”.

Por su parte, el destacado y ya fallecido abogado norteamericano Leonard Weinglass, un puntal en la Defensa de Los Cinco, en una de sus últimas declaraciones precisó: "Lo peor que puede pasarle a alguien dentro del sistema de justicia norteamericano es estar solo. La solidaridad es necesaria para indicar que el mundo está vigilando y que la ley debe cumplirse".

Con estos presupuestos, particularmente apoyados en la amada Patria de Lincoln, exigimos la libertad inmediata de Antonio, Gerardo, Fernando, Ramón y René, y esperamos que más temprano que tarde sean recíprocas las relaciones entre nuestros pueblos y naciones.

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