Tras la firma del cese el fuego entre la guerrilla y el Gobierno de Gustavo Petro, el máximo comandante del ELN, Antonio García, habló desde La Habana con la Revista RAYA sobre cómo será en el terreno un alto en el camino en la confrontación con las fuerzas del Estado en medio de paramilitares y otros grupos al margen de la Ley. Habló de las tropas y las finanzas para sostenerlas durante este tiempo.


Edinson Bolaños

Revista Raya

Antonio García es el máximo comandante político militar de la guerrilla del ELN. A inicios de junio fue transportado desde las selvas colombianas hasta La Habana, Cuba, ciudad donde por primera vez la guerrilla pactó un cese al fuego con las Fuerzas Estatales durante seis meses. Desde la capital cubana, García respondió a los interrogantes sobre este momento histórico, lo que viene para el proceso de paz y sobre la presencia de los ganaderos en la mesa de diálogos. Principalmente, sobre el fondo internacional que se ha propuesto para que cesen todas las actividades ilegales de la guerrilla.

Es la primera vez que el ELN firma con un gobierno un cese del fuego tan extenso, ¿qué los llevó a tomar esta decisión y por qué puede ser un paso importante para alcanzar un acuerdo de paz con el Estado colombiano?

AG: Este cese el fuego bilateral y temporal se hace simultáneamente con el proceso de participación de la sociedad, donde se realizarán importantes actividades de diálogos en los que participarán todos los sectores de Colombia. Y se trata que dichas actividades se hagan en un clima más favorable, para eso se requiere tiempo. Las dinámicas de participación rebasan el tiempo de los seis meses, por tanto, dicho cese se tendrá que prorrogar.

¿Cómo se va a desarrollar el conflicto en estos seis meses en los territorios, teniendo en cuenta que el ELN no solamente hace presencia como actor armado, sino que existen paramilitares, narcos y disidencias de las Farc?

AG: Tanto la suspensión de operaciones ofensivas como el cese bilateral es contra las Fuerzas Armadas del Estado, por tanto, el ELN mantendrá sus unidades guerrilleras, tanto territoriales como las tropas de operaciones activas para evitar que otras fuerzas pretendan ocupar sus espacios o interferir los procesos políticos que se estén adelantando, y que son propios de un proceso de paz.

¿Qué va a pasar durante estos seis meses de cese al fuego entre el ELN y las fuerzas del Estado?

AG: Lo que está pactado es la suspensión de operaciones militares ofensivas y las actividades y planes de inteligencia entre las dos partes, es un pacto de caballeros de respetarnos y evitar las agresiones, y los Mecanismos de Monitoreo y Verificación trabajarán para evitar incidentes y de llegarse a producir se buscarán correctivos para evitar se repitan.

¿Qué cambió desde hace seis meses hasta hoy cuando el gobierno les propuso un cese del fuego bilateral? ¿Cuáles fueron esas fallas y qué se corrigió?

AG: La propuesta del Gobierno fue de un cese multilateral, que lo dio a conocer por un decreto, sin antes haber discutido con nosotros. Así no funcionan las negociaciones entre dos partes enfrentadas en un conflicto armado. Lo que acordamos ahora es producto del diálogo y composición de acuerdos, entre las dos partes, y no se trata de un cese multilateral, donde entraban otras agrupaciones, no propiamente organizaciones armadas rebeldes, sino bandas y paramilitares.

¿Qué hace falta para que se decrete un cese del fuego multilateral?

AG: El ELN no está en esa óptica, pues estamos alzados en armas contra el Estado, los otros grupos, paramilitares y bandas, son funcionales a los planes del Estado. Lo que acontece con los paramilitares se conoce con suficiente información, pues ellos están en los planes contrainsurgentes como política de Estado, y en el caso de otras bandas y disidencias hemos entregado pruebas donde los mandos están en relaciones estrechas con la inteligencia militar. Para la muestra, el caso de Antonio Medina y Arturo Paz.

Si el cese del fuego implica parar la guerra y la economía que la sostiene, ¿qué va a pasar con las tropas en terreno durante este tiempo?

AG: Ese es el gran interrogante, pues sería lo mismo que decirle a las Fuerzas Militares y de Policía que no se les va a dar presupuesto en el tiempo del cese, a ver qué cara ponen los Generales. En el caso del ELN es mucho más complejo, si hubiese seriedad en un proceso de paz debería haberse conversado sobre el tema. Nosotros tenemos plena conciencia que lo hacen de manera perversa para ahogarnos, incluso, en la comunidad de la inteligencia colombiana eso es el pan de cada día. Pero lo que se está evidenciando es que el Gobierno no tiene una sana voluntad de paz, pues busca asfixiarnos económicamente para obligarnos a una desmovilización. Lo tenemos claro y por eso no vamos a caer en esa trampa. Desde luego, si la comunidad internacional está enfocada en una auténtica y seria salida política, tendrá que aportar. Si no tenemos este apoyo, el ELN tendrá que hacer esfuerzos por conseguir las finanzas para mantener sus mujeres y hombres combatientes, todos deben alimentarse, vestirse, atenderse la salud, todos tienen responsabilidades familiares pues son padres y madres, ya que en el ELN tenemos políticas para la familia. Estamos obligados a buscar salidas, es la realidad, realmente es un asunto serio.

A la luz de este cese del fuego, ¿cómo se ha reconfigurado la guerra en los territorios luego de la firma del Acuerdo de Paz y luego de la llegada de un gobierno progresista a Colombia, como el de Gustavo Petro?

AG: Entiendo que se refiere luego del Acuerdo entre el Gobierno de Santos y las ex-Farc. El escenario para el Gobierno en ese momento era claro, daba por seguro que al ELN se le obligaba a acogerse a dicho acuerdo o sería aniquilado militarmente o desarticulado por otro tipo de planes. Pero no funcionó. Todo, absolutamente todo fue un gran plan, no de solución política que contemplara transformaciones, sino de desarticulación de la insurgencia armada con base en planes de inteligencia y presión militar para llevar a la insurgencia a una desmovilización generalizada, por eso el país sigue igual. Esta visión del Estado se mantiene, en nada ha cambiado, sólo su presentación. Dentro de esta visión se configuró el plan de saturación, con grupos paramilitares y supuestas disidencias, en los territorios donde se mueve el ELN; todos ellos apoyados por las Fuerzas Militares del Estado. Con la experiencia que tenemos en el ELN sabemos lo que se tarda construir un frente guerrillero y cuánto cuesta, por eso nos sorprende que de la noche a la mañana aparezcan grupos armados en vehículos, con uniformes y armas nuevas, incluso, inaugurando obras. Dentro de la lógica contrainsurgente se trata de aprovechar el cese para realizar operaciones contra el ELN usando a los paramilitares y bandas, y así las Fuerzas Armadas gubernamentales no resultan implicadas.

A la luz de eso, ¿cuáles son las áreas más críticas para sostener el cese del fuego?

AG: No quiero adelantarme en esta materia, pero las dos partes sabemos lo que viene sucediendo y cómo están las cosas; pero dejemos que sea la misma realidad la que lo diga, confiemos que lo crítico hoy deje de serlo, pero debemos contemplarlo.

¿Es posible que la Paz Total, entendida ésta como la finalización de todas las acciones armadas de los actores que existen en los territorios colombianos?

AG: Ya hemos expresado que ni compartimos ese tipo de propuestas o visiones, como tampoco es posible la paz de Colombia sin claridad de criterios para atacar fenómenos distintos. El alzamiento armado del ELN es de naturaleza social y político, muy diferente a lo que hacen las demás agrupaciones. En el caso nuestro la paz no es la finalización de la confrontación militar con el Estado, sino atacar las causas que originaron la rebelión armada. Si no se superan dichas causas no será posible construir paz.

¿Cómo analiza, precisamente, ese modelo de paz total que está planteando el presidente Gustavo Petro?

AG: En otra oportunidad señalé que dicha visión, mencionado por el mismo Petro decía que venía de otro lado y que él la asumió. Ahondando en el asunto nos encontramos con informaciones de su posible origen: viene de instituciones internacionales como la ONU, que se enfocan en la necesidad de reducir los índices de violencia en Colombia, por eso se requiere de un diseño abarcador de todas las violencias que pueda dar ese resultado de disminución de índices, eso casa con una estrategia que le permita al Estado articular escenarios de solución con acciones contrainsurgentes en medio de un cese el fuego, entre otras.  

A este y a cualquier modelo de paz se sigue oponiendo la extrema derecha en Colombia. Sin embargo, tiene a uno de sus voceros en la mesa de negociación con la guerrilla en Cuba: el líder ganadero José Feliz Lafaurie. ¿Está comprometido ese sector de los ganaderos, que precisamente ha aupado el paramilitarismo desde su génesis?

AG: Los análisis de cada actor social o político deben hacerlos ellos mismos, pues para ser objetivos debemos quitarle todos los sesgos que otros les podemos dar. Si bien cada cual hacemos análisis, deben quedar para nosotros, sabiendo que lo más responsable es realizar nuestra propia acción para sacar adelante una visión de paz que necesita Colombia. Yo no estoy presente en la Mesa de diálogos con el Gobierno, por tanto, no he conversado con José Félix Lafaurie, pero la delegación del ELN ha interactuado con él tanto políticamente como a nivel personal, y hay respeto y diálogo práctico y constructivo; desde luego hay diferencias, pero entendemos que en una mesa se trata de eso, de buscar acuerdos en medio de las diferencias.

Ahora, el papel que jugarán países decisivos en esta paz como lo son Venezuela y Estados Unidos. En primer lugar, ¿qué papel jugará Venezuela en la posibilidad de un acuerdo de paz definitivo entre el ELN y el Estado colombiano?

AG: Venezuela ha jugado un importante papel en la búsqueda de la paz en Colombia. Ha jugado su rol de garante y sede, que siempre hemos reconocido y valorado. Ha futuro no sabemos, es muy prematuro hablar de un acuerdo definitivo, pues apenas estamos en las primeras de cambio y aún no tenemos ningún acuerdo sustancial.

En segundo lugar, el papel que jugará Estados Unidos. ¿Han conversado con algún delegado o se tiene algún propósito para que llegue a la mesa?

AG: Estados Unidos siempre ha jugado como aliado de los gobiernos de Colombia en las negociaciones, así las cosas, si se llegase a mover una propuesta de ese tipo, habría que buscar un equilibrio político internacional.

Con Estados Unidos siempre se dice que el tema central es el narcotráfico. Por su parte, el ELN ha planteado que abrirá sus campamentos para que una comisión internacional verifique hasta donde es su rol en esa cadena. ¿En qué va la propuesta?

AG: El ELN no tiene campamentos fijos, eso se acabó hace años, ahora es una fuerza móvil, por lo tanto, qué laboratorios podría llevarse a las espaldas, eso lo inventan en sus cuentos los de la DEA, que si saben cómo funciona lo que ellos financian. Cuando se construya esa comisión internacional se mira cómo se discute el tema. Sería muy importante que los medios de información entrevistaran a los agentes de la DEA, quienes deberían entregar informes que se puedan verificar y que alguien de ellos de la cara para que el país pueda discutir directamente. Hoy no debe seguirse circulando falsa información al país sin la verificación sobre la objetividad de lo que se dice. Por fortuna la historia siempre camina hacia adelante, allá miraremos la verdad, ella nos espera adelante.

En tercer lugar, el papel que jugará “Antonio García” de ahora en adelante en la mesa de negociación. ¿Vino a La Habana para avanzar mucho más en un acuerdo con el gobierno?

AG: Junto con los demás compañeros del Comando Central estamos conduciendo de manera colectiva las conversaciones con el Gobierno, no conducimos de manera individual asuntos estratégicos, toda la comandancia nos debemos a planes y políticas nacionales. Mi papel no estará en la mesa, seguiré acompañando desde el Comando Central el proceso. Además, las conversaciones con el Gobierno es sólo una de las tareas que llevamos, pues tenemos otras que tienen que ver con la conducción de todos los Frentes de Guerra y sus estructuras territoriales: de operaciones y especialidades, de su actividad política, de seguridad y proyecciones, en otros campos de la vida rebelde. El avanzar o no en la mesa no depende de una persona, sino de las opciones que el Gobierno presente en la mesa y en la realidad de Colombia, pues lo que se habla debe estar referido a ella, no se trata de escuchar discursos.

De hecho, el presidente Petro llegó a La Habana a firmar este acuerdo del cese cerca de cumplirse el primer año de su mandato. ¿Qué análisis hace la guerrilla? ¿Habrá reformas o la oposición ganará el pulso?

AG: No somos parte del Gobierno, ni somos proponentes de reformas o planes de gobierno, no estamos en esa óptica de participar, por tanto, no somos los más indicados para hacer análisis o evaluaciones del Gobierno. Frente a las reformas siempre hemos dicho que todo lo que vaya en la dirección de introducir reformas que toquen el régimen político lo veremos positivo, esto quiere decir que el pueblo no tenga que seguir protestando cada mes para que se le escuche, pues no es reforma un cambio que al mes o al año ya no sirve. Como acontece con el salario mínimo, o como sucede con los asesinatos de dirigentes sociales, que cuando mucho sólo se anuncian investigaciones exhaustivas y todo sigue igual. Lo que se ve es un proceso de negociaciones en el parlamento donde las fuerzas políticas que defienden el viejo régimen o el establecimiento tratan que las reformas sean menguadas. El Gobierno si quiere avanzar en reformas de corte popular tendrá que contar con el apoyo de la movilización popular, para eso tendrá que hablarle con claridad.

Por último, ¿qué decirles a diferentes sectores de la sociedad colombiana que aún no cree en los procesos de paz sino en la solución armada al largo conflicto interno?

AG: No se puede confiar en algo que no ha funcionado, en eso existe razón en la desconfianza de los escépticos. La esperanza de la paz es poder ver en la realidad los cambios que requiere Colombia, eso quiere decir que tenemos optimismo, pues no caeremos en el error de confundir sometimiento o claudicación con la verdadera paz, que debe estar acompañada de justicia social y real democracia en un país donde quepamos todos.

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