José Luis Méndez Méndez* - CubaDebate.- Los planes revanchistas de los terroristas anticubanos no se detienen en Miami, promueven libremente emplear la violencia para derrocar a la Revolución, la connivencia de las autoridades los estimula y anima, no quieren perder el protagonismo, ni abandonar la industria de la contrarrevolución, todos quieren la tajada de los abundantes fondos destinados por la actual administración demócrata para revertir las conquistas en Cuba.


El dilatado proceso judicial para apenas amonestar al criminal Luis Posada Carriles, las recientes belicosas declaraciones del terrorista Guillermo Novo Sampol y los juramentos de los conjurados en el reciente sepelio del también extremista Reynaldo Aquit Manrique, donde connotados afines prometieron continuar sus acciones violentas, son señales, que alertan.

El terrorismo anticubano en Estados Unidos, ha sido considerado por sus autoridades como un caso doméstico, que sucesivas administraciones han empleado en su política hostil hacia Cuba, sin embargo también ha sido una amenaza compartida. Intereses públicos, privados y nacionales de ese país han sido blancos del propio terrorismo que concibieron y desarrollaron.

Sus agencias especializadas como la CIA, prepararon, entrenaron, armaron y dirigieron a los terroristas como parte del Programa de Acciones Encubiertas contra Cuba, aprobado el 17 de marzo de 1960. Estos adquirieron grandes habilidades en el empleo de explosivos y en la preparación de bombas en sus más diversas formas y variantes.

El testimonio del sheriff Charles Zmuda del condado Dade, donde está la ciudad de Miami, es incuestionable al referirse a los pupilos anticubanos de la CIA: “Esos muchachos eran buenos, realmente buenos, los conocí en nuestra área de bombas en el noroeste de Dade, tenía un problema con algunos explosivos que no sabíamos detonar. Ellos nos enseñaron. Realmente conocían su negocio, hay algo cierto, la CIA entrenó bien a su gente. Por supuesto no se identificaron como agentes de la CIA, pero nosotros sabíamos quienes eran ellos.”

Otro testimonio revelador fue el que ofreció el 6 de mayo de 1976, durante los años más activos de los terroristas anticubanos, Thomas Lyons, funcionario del Departamento de Seguridad Pública del Condado Dade ante el subcomité de seguridad interna del Comité Judicial del Senado, para analizar el terrorismo en el sur de la Florida, es elocuente para interpretar la peligrosidad del terrorismo de origen anticubano en Estados Unidos. Lyons dijo: “En Miami han estallado más de 50 bombas en los últimos meses sin que se haya producido un solo arresto.”

Lyons agregó: “Recibimos información de una fuente confidencial de que iban a atentar contra la vida del Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, en Costa Rica, pasamos la información al FBI, lo informamos también al servicio secreto a cargo de la protección del Secretario de Estado”. Como resultado de esta información el 12 de febrero de 1976 fue detenido el terrorista internacional de origen cubano Orlando Bosch Ávila en Costa Rica cuando había entrado con un pasaporte falso procedente de Nicaragua y El Salvador.

Estados Unidos, después de Cuba, ha sido el país más afectado por los actos terroristas realizados por emigrados extremistas cubanos radicados en ese país. Estos constituyen una amenaza para su seguridad nacional, para sus intereses públicos y privados y son además un caso de terrorismo doméstico. Estas tres verdades, por intereses políticos, las mantienen ocultas a la opinión pública norteamericana.

Es conocido y avalado por la historia del terrorismo anticubano, que mucho antes de que el estadounidense Timothy McVeigh aprendiera a volar edificios con nitrato de amonio como lo hizo en Oklahoma City el 19 de abril de 1995, ya los terroristas de organizaciones de emigrados cubanos en el sur de la Florida lo empleaban con letal eficacia, después de ser entrenados por la CIA.

Cuando Osama Bin Laden, el más buscado por las autoridades norteamericanas y presunto autor intelectual de los atentados terroristas en Estados Unidos era un imberbe e inocuo colegial, ya los terroristas internacionales de origen cubano Orlando Bosch Avila y Luis Posada Carriles, entrenados por la CIA, habían volado en pleno vuelo un avión civil cubano en Barbados y esperaban en cárceles de Venezuela que la justicia aplicara el debido castigo por este y otros crímenes cometidos en el mundo por más de veinticinco años. Pero nada ocurrió.

Ninguno de estos grupos o sus miembros aparecen en el extenso registro y listas que el Departamento de Estado estadounidense ha confeccionado para “certificar” de terrorista según su versión a países y personas. Cuando en 1999 Al Qaeda la organización creada por Bin Laden dos años antes, fue adicionada a ese tipo de organizaciones ya hacía 40 años, que Orlando Bosch había abandonado la profesión de médico para abrazar la de terrorista, la primera para salvar vidas, la segunda para destruirlas.

Estos reconocidos terroristas anticubanos, delincuentes comunes han actuado con impunidad, recibido refugio y protección contra la voluntad, incluso en ocasiones puntuales, de autoridades judiciales como es el caso del mencionado Bosch Ávila, calificado en su momento como un peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos por Joe D. Whitley, Fiscal General Asociado Actuante que examinó en 1988 y 1989 decenas de pruebas confidenciales de la CIA y el FBI sobre el extenso expediente del criminal durante el proceso que determinaría el otorgarle o no la condición de asilado político al mismo. Entonces Whitley encontró argumentos suficientes para concluir: “Durante 30 años Bosch ha expresado y demostrado una disposición para provocar lesiones y muertes de manera indiscriminada. Sus acciones han sido las de un terrorista sin restricciones de la decencia humana. Como resultado de esta revisión, es ineludible la conclusión de que sería perjudicial para el interés público de Estados Unidos, brindarle un refugio seguro a Bosch. He concluido además que es un extranjero excluible de Estados Unidos.”[1]

Sin embargo en 1989, el entonces presidente George Bush lo indultó y admitió en el territorio nacional. Bush por más de cinco años había estado al frente de la fuerza de tarea especial creada por el presidente Ronald Reagan en 1985 para combatir al terrorismo en el mundo. También había sido Director de la CIA y Bosch un asalariado de esa agencia, que había creado en 1976 el grupo terrorista Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), que se adjudicó la explosión en pleno vuelo del avión comercial cubano en Barbados. Whitley en sus hallazgos encontró un documento confidencial de la CIA que revelaba que el CORU y Bosch estaban relacionados directamente con ese hecho criminal.[2]

Los terroristas anticubanos han ejecutado 542 actos de terror, de estos 360 dentro de Estados Unidos y 186 han afectado intereses públicos o privados y a nacionales estadounidenses. Más de 330 acciones han sembrado el terror en 10 ciudades norteamericanas, en Miami han ocurrido 204 hechos y en Nueva York, 81.

La organización Poder Cubano detonó 72 bombas en ciudades de Estados Unidos en 1968. Omega-7 entre 1974 y 1983 realizó 59 actos de terror, fue considerada en su momento en un informe del FBI como la más peligrosa.

Nueva York, fue la ciudad escogida por Omega-7 para sembrar el terror. El 11 de septiembre de 2001 el pueblo norteamericano reflexionó sobre el impacto y las consecuencias de tenerse que adaptar a vivir asediado por la amenaza perenne del terrorismo, sin embargo, no conocía ni conoce, que ha tenido durante décadas el terror dentro, el de los grupos anticubanos.

Hoy, Bosch vive en Miami bajo la protección de las autoridades de Estados Unidos. ¿Conoce esto el pueblo estadounidense, conoce que su enemigo es ese vecino que lo saluda cada mañana? Bosch continúa al igual que los ya mencionados sus amenazadores pronunciamientos públicos a favor de las actividades violentas sin ser molestado.

El actual Presidente norteamericano ganó de manera extemporánea el premio Nóbel de la Paz, debe honrarlo ahora, si realmente desea combatir al terrorismo al sur de la Florida, una amenaza florece.

(*Es profesor e investigador universitario)

Véase dictamen del Fiscal General Joe D. Whitley en documento A 28851 622 del 23 de enero de 1989 del Departamento de Justicia de Estados Unidos.

Véase documento A 28 851 622

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