La Habana, 13 abr (Prensa Latina) - Foto: Archivo Periódico Granma.- La tienda El Encanto, uno de los primeros comercios nacionalizados en Cuba fue víctima hace hoy 62 años de un acto de terrorismo, financiado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.


El edificio de seis pisos y 65 departamentos de compras diferentes quedó reducido a escombros y con las vigas de acero retorcidas, tras el estallido de varias petacas incendiarias que generaron un fuego feroz.

El siniestro causó la muerte de la empleada Fe del Valle, jefa del cuarto piso y del departamento de niños, quien al presenciar el desarrollo de los hechos decidió entrar a la instalación para rescatar la recaudación de una delegación de la Federación de Mujeres Cubanas que allí se guardaba.

El autor del sabotaje, que causó además 18 lesionados y alrededor de 20 millones de dólares en pérdidas económicas a la nación caribeña, fue Carlos González, trabajador del departamento de discos de la tienda y miembro del grupo terrorista Movimiento de Recuperación del Pueblo.

A la espera de sus cómplices quedó en una playa, donde fue apresado por los milicianos, a quienes confesaría su implicación en los hechos.

El Encanto, situado en la céntrica calle Galiano de La Habana, fue el centro de las nuevas operaciones terroristas contra Cuba afianzadas tras el triunfo del proceso el 1 de enero de 1959.

El sabotaje al edificio fue el preludio de lo que sería la futura invasión mercenaria días después por Playa Girón en la provincia Matanzas (occidente).

La cadena de atentados incluyó también el sabotaje al vapor francés La Coubre acontecido hacía poco más de un año, el 4 de marzo de 1960.

Fuentes cubanas precisan que entre 1960 y abril de 1961, la CIA introdujo 75 toneladas de explosivos y 45 de armas, realizó 110 atentados dinamiteros, hizo estallar 200 bombas, descarriló seis trenes e incendió 150 fábricas e igual número de cañaverales.

 

Cuba: ¿Cómo una tienda perdió su encanto?

Por Dailenis Guerra Pérez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

En 1961, era El Encanto uno de los edificios más llamativos y exclusivos de la popular calle Galeano, en la capital cubana. Con una estructura de seis pisos, su interior se fraccionaba en 65 apartamentos destinados a la comercialización de variados artículos.

Tentador resultó también para la CIA y los grupos terroristas que manipulaba. La tienda se convirtió en el centro de las nuevas operaciones contra Cuba con el objetivo de lograr el pánico del pueblo.

Aquella construcción magnífica quedó reducida a cenizas el 13 de abril de 1961. Fue en un incendio atroz, provocado por un empleado detractor del proceso revolucionario, que perdiera la vida la empleada y miliciana Fe del Valle. En el sabotaje fueron lesionadas 18 personas y las pérdidas económicas ocasionadas se valoraron alrededor de los 20 millones de dólares.

El autor del hecho, Carlos González Vidal, trabajaba en el departamento de discos de la tienda. Opositor de la Revolución y miembro del grupo terrorista Movimiento de Recuperación del Pueblo, había aceptado realizar el sabotaje si luego de realizada la operación, lo sacaban del país, concretamente a Estados Unidos.

En horas de la mañana del 13 de abril, un enlace con la organización contrarrevolucionaria le entregó a Carlos dos petacas incendiarias preparadas con explosivo plásticoC-4, camufladas en cajetillas de cigarrillos Edén, muy populares en aquel entonces, con la indicación de colocarlas en zonas vulnerables para que se propagara un incendio.

Se acercaba el horario de cierre, a las seis de la tarde, Carlos aprovechó un instante en que se quedó solo. Activó una de las petacas y la colocó entre unos rollos de tela.

En otro piso realizó la misma operación y luego abandonó el edificio. En las afueras lo esperaba un auto con destino a playa Baracoa.

Bastaron pocos minutos para que las petacas estallaran. El fuego aprovechó la alta concentración de sustancias inflamables y sintiéndose vigoroso, se extendió apurado por toda la tienda, alimentándose de lo que encontraba a su paso.

Arrasó con la vida de Fe, jefa del cuarto piso y del departamento de niños, quien al presenciar los hechos decidió entrar a la instalación para rescatar la recaudación de una delegación de la Federación de Mujeres Cubanas que allí se guardaba.

Cuentan los libros de historia que “de acuerdo con las investigaciones efectuadas, el incendio se propagó en los siete pisos de la tienda por los conductos del aire acondicionado. Fue imposible detenerlo y la instalación quedó reducida a escombros y vigas de acero retorcidas”.

Pasadas cuarenta y ocho horas, cuando del incendio solo quedaba el vapor solapado, las luces de una linterna transmitían señales hacia el mar. Los milicianos que custodiaban la playa de Baracoa procedieron a registrar las viviendas y a interrogar a sus moradores.

Y como la casualidad existe, ocurren dos cosas inesperadas: el jefe de la compañía de milicias que custodiaba la costa en esa zona era también empleado de El Encanto y reconoció perfectamente a Carlos González Vidal, enviándolo detenido.

Sería otro empleado de la tienda, Oscar Gámez, agente de la Seguridad del Estado, quien luego de presentarle varias evidencias que lo vinculaban con el sabotaje, y de interrogarlo durante varias horas, logró que confesara que él había sido el autor material del incendio.

El sabotaje al edificio fue el preludio de lo que sería la futura invasión mercenaria días después por Playa Girón en la provincia Matanzas.

La cadena de atentados incluyó también la explosión al vapor francés La Coubre acontecido hacía poco más de un año, el 4 de marzo de 1960.

La historia patria recoge en sus páginas que “desde 1960 hasta abril de 1961, la CIA introdujo 75 toneladas de explosivos y 45 de armas, realizó 110 atentados dinamiteros, hizo estallar 200 bombas, descarriló seis trenes e incendió 150 fábricas e igual número de cañaverales.”

Desde el mes de enero de 1961 hasta el preludio de la invasión en abril, las organizaciones contrarrevolucionarias intensificaron sus actividades terroristas. Pero en cada intento, el pueblo respaldaba mucho más al Gobierno Revolucionario. Llegarían los días de Girón, de la primera derrota del imperialismo en América y la convicción en nuevas victorias de la nación cubana.

(*) Periodista cubana, Colaboradora de Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba.

 

Las últimas horas de Lula y el incendio del Encanto

Karina Rodríguez Martínez

Cubadebate

“Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora/ campos de soledad,  mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa...”.  Son los versos de Rodrigo Caro los que vienen a la memoria y de ella a los labios, al contemplar lo que el fuego dejó de El Encanto.

Nicolás Guillén, “Crónica”, periódico Hoy

A las siete y 17 minutos de la noche comenzó el incendio de El Encanto que “rápidamente se propagó a todo el edificio provocando el desplome del mismo”. La edición de viernes del periódico Revolución recogía en sus páginas las noticias del siniestro en la tienda ubicada en Galiano y San Rafael, un mensaje en mayúsculas que decía “¡VENCEREMOS AL SABOTAJE!” y también una denuncia: “Por la forma en que se originó se estima  que se trate de un nuevo atentado terrorista de la contrarrevolución”.

El 13 de abril de 1961 se encendía por última vez el cartel de neón de la lujosa tienda El Encanto, junto a un improvisado rótulo que anunciando su reciente nacionalización por el Gobierno revolucionario y también caminaría por sus departamentos Fe del Valle Ramos, o Lula, como la llamaban cariñosamente sus familiares en su natal Remedios.

Ese rótulo marcó el destino de la tienda y de aquella mujer de 43 años, pues se convirtieron en el blanco del terrorismo dirigido por la CIA. Una semana antes del sabotaje, el día seis de abril, estalló un petardo en una de las puertas del establecimiento y se recibieron llamadas anónimas que amenazaron con colocar otros artefactos explosivos.

El viernes siete en el Miami News  se publicó una breve entrevista con uno de los ex gerentes de la firma Solís, Entralgo y Cía.  “Esas demostraciones contra el gobierno de Castro eran necesarias”,  dijo al diario Humberto Solís, de 53 años  al  referirse a la bomba que estalló el día 6, en los soportales de El Encanto, por Galiano y además agregó  que “creo que más cosas de ese tipo ocurrirán en Cuba”.

Fe como dirigente sindical, junto con un grupo de trabajadores se dieron a la tarea de revisar cada lugar de la espaciosa y lujosa tienda para evitar que ello pudiera llevarse a cabo. Cuánta ironía la del destino, días después perdería su vida en el sabotaje que ella misma intentó prevenir. 

Aquella colegiala que salió de Remedios, cuando su mamá perdió el salario, a causa de las arbitrarias medidas contra las instituciones subvencionadas, cortesía del gobierno de Machado llegó a la capital llena de ilusiones y en busca de un futuro para su familia.

Con solo 17 años Lula comenzó a trabajar de aprendiz en la confección de sombreros. Después laboró como dependienta en la tienda Fin de Siglo y más tarde en El Encanto, en este puesto de trabajo comenzó a colaborar en la lucha contra la tiraní­a batistiana.

En una carta escrita a uno de sus hijos que estudiaba en Checoslovaquia, Lula le habló de lo que pasaba en Cuba y la rápida marcha del proceso revolucionario:

“Desde luego que todas esas maravillas no pueden conseguirse sin gran esfuerzo de parte del pueblo y así­ lo explicó bien el Che en una reciente comparecencia y en la cual dijo que esto es una lucha a muerte con nuestros enemigos y que tenemos que estar preparados para todo”.

Esos “enemigos” de los que hablaba Fe en su carta, ya habían puestos sus ojos sobre El Encanto y contaba con ayuda interna para lograr su objetivo. Carlos González, trabajador del departamento de discos de la tienda y miembro del grupo terrorista Movimiento de Recuperación del Pueblo (MRP) y quiera además pariente del líder de esa organización Reynold González fue el encargado de cometer el sabotaje.

Dada su ventaja al ser trabajador de la tiene pudo minar varios pisos del inmueble con artefactos explosivos. Estos materiales llegaron a Cuba, luego que el presidente norteamericano John F. Kennedy diera luz verde a operaciones encubiertas durante los días previos a la invasión mercenaria por Playa Girón.

Carlos González abandonó la tienda, luego de convertir el edificio en una gigantesca pira que lo destruyó hasta los cimientos . Su objetivo, salir del país, vía marítima, por la playa de Baracoa, pero fue detectado por el jefe de la compañía de milicias que custodiaba la costa en esa zona quien también empleado de El Encanto. Al reconocerlo, lo detuvo y fue detenido.

Luego de presentarle varias evidencias que lo vinculaban con el sabotaje, y de interrogarlo durante varias horas, confesó que él había sido el autor material del incendio.

Así describió el periódico El Mundo lo que pasó en El Encanto:

“El edificio quedó destruido, desplomándose por la acción del fuego las paredes frontales,  es decir, parte de las que dan por ambas calles. Igualmente, hubo desplomes de paredes en el interior del inmueble y varias personas  sufrieron síntomas de asfixia”.

En los inicios del siniestro, Fe fue reportada como desaparecida, luego de una prolongada búsqueda su cadáver fue hallado días más tarde calcinado entre los escombros. Perdió su vida entre las llamas al intentar rescatar fondos recaudados para la creación de cí­rculos infantiles que se construirían en la azotea del edificio para los hijos de las trabajadoras.

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