Bolívar Echeverría, Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2007

Paquita Armas Fonseca - La Jiribilla.- Con Vuelta de siglo, publicado en México en el 2006 el filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría mereció el Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2007. Según los críticos este libro ?se espera sea presentado en Cuba próximamente? responde a interrogantes actuales sobre la subsistencia del capitalismo y la vigencia del marxismo.


Autor de títulos como El discurso crítico de Marx (1986), Circulación capitalista y reproducción de la riqueza social (1994), Definición de la cultura, (2001) Las ilusiones de la modernidad (1995) y Valor de uso y utopía, (1998), Bolívar,  profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)   participa en la Feria del Libro de La Habana, ocasión propicia para conversar con él sobre  diversos asuntos en  el contexto del mundo de las ideas. 

 

¿Cuándo se acerca usted a la Filosofía?

Desde los estudios secundarios, en Quito. Mi padre me regaló los ensayos de Unamuno y empecé a preocuparme por la filosofía después de leer esa obra, sobre todo Vida de Don Quijote y Sancho. Esos libros  me impactaron mucho e hicieron que me inclinara a la Filosofía, aunque yo prefería en esa época los asuntos científicos, especialmente de Matemáticas y Física. Pero en el momento de pasar a la universidad, con la miseria de la Educación Superior en el Ecuador, no encontré  una verdadera oferta para continuar estudios serios de las Matemáticas,  entonces me incliné por la Filosofía  que tampoco estaba muy cultivada en mi país y un poco por la casualidad, y otro por la desesperación decidí irme a Berlín, pero ya para entonces había conocido la Filosofía en boga en ese tiempo: Unamuno, luego Sartre que era una lectura fascinante en la época y había comenzado a leer a Heidegger que era el maestro de Sartre. Fui a Alemania con la intención de estudiar con él, algo, claro, que no se me dio, ya Heidegger  no daba clases.  Seis años estuve en Alemania.

¿Cómo llega al Marxismo?

Tenía ciertas inclinaciones desde Quito, por amigos y por la propia familia. Me movía en un mundo intelectual en el que dominaban las ideas marxistas, por eso para mí  no era extraño. Pero en verdad me vuelco al  estudio de Marx, porque el marxismo en esa época me parecía una  rutina, fría, dogmática, encartonada, en cambio me parecía fabuloso lo que había hecho la Filosofía existencialista. En Alemania me conecté con los compañeros del movimiento socialista y con ellos  comenzamos a tener grupos de estudio. Eso fue por 1964 y en esas lecturas, me di cuenta de que debía conocer verdaderamente a Marx,  no lo había leído bien. Empecé a hacerlo y también a los marxistas críticos  a Luckas, por ejemplo, y cuando llegué a México ya pude armar una lectura de El Capital muy sistemática en la facultad de economía de la UNAM.

¿Por qué viaja de Alemania a México y no a su país?

Porque no me era fácil regresar al Ecuador por la situación política. Yo tenía bastante contactos con gente que apoyaba al Che y también  tenía hasta cierto punto relaciones en México, además de eso mi esposa de entonces, que era una alemana, tenía interés en estudiar arte prehispánico, yo  combinando las dos cosas decidí ir a ese país en el que aún vivo.

El capitulo sexto de su libro Vuelta de siglo  se titula “Lejanía y cercanía del Manifiesto comunista”, ¿podría hablarme de sus ideas acerca de tan polémico asunto?

Creo que el Manifiesto comunista recobra actualidad de una manera fabulosa en nuestros días, sobre todo  porque Marx dice  que los comunistas somos los que defendemos dentro del movimiento ?ahora diríamos de izquierda? las posiciones más radicales, que impugnan el  fundamento tan condenable de la sociedad en la que estamos viviendo,  y ese fundamento es el modo de producción capitalista. Creo que hoy en día vivimos una época  muy peculiar en  la que hay una especie de idolatría del capital. No hay nadie en el planeta que ponga en duda que para que exista civilización debe existir capitalismo, la idea de que civilización y modernidad son inimaginables sin una producción de bienes de consumo que no pase por el capitalismo, es una especie de dogma. Hablamos y criticamos mucho el neoliberalismo, estamos criticando una  forma del capitalismo y adjudicamos todo lo malo que tiene a esa forma por su globalización, pero dejamos intocados la esencia, que deja en entre dicho que podría haber un capitalismo no tan malo como el neoliberal. La posición del Manifiesto Comunista es que el capitalismo es estructuralmente negativo, el capitalismo no es solo un modo desigual de producir y distribuir la riqueza, sino que es un modo de dañar el proceso de producción de bienes, que deforma y convierte al sistema  de necesidades del ser humano en algo nefasto, algo destructivo. Esta idea de que los medios de producción y de consumo están permeados, adulterados y falseados en su estructura técnica misma por la forma capitalista, creo que es una idea esencial de Marx y que estaría en el núcleo de las posiciones comunistas. Solo una alteración  radical del modo de producción, de la lógica  que rige el vínculo del hombre con la naturaleza puede sacarnos de este círculo vicioso en el que la producción es en definitiva destrucción.


 

¿Qué puede aportar el marxismo a América Latina?

Puede proponer hoy en día una teoría de la modernidad capitalista y sobre todo mostrarnos las distintas modernidades del capitalismo que se han dado en la historia, y de esa manera nos permite ubicar cuál es el modo peculiar, o la figura peculiar de vida capitalista desarrollado en América latina,  es decir, el marxismo en ese sentido nos permitiría  acercarnos a la definición concreta, específica del modo que América Latina ha tenido de vivir el capitalismo, que es un modo muy peculiar, muy diferente al de Europa  y otras regiones del mundo. Creo que una teoría marxista de la modernidad nos permite a nosotros latinoamericanos encontrar nuestro lugar, ver qué perspectivas y que estrategias específicas y peculiares podemos nosotros desarrollar para enfrentarnos al capitalismo y salir de él, porque hay muchas salidas, posibilidades y no siempre unas son más adecuadas que otras para distintos lugares y distintas situaciones históricas. Creo que el Marxismo tiene muchísimo que decirnos a nosotros, los latinoamericanos.

Sin embargo, la realidad latinoamericana es muy diversa, incluso dentro de posiciones de izquierda

Creo que lo primero que tenemos que reconocer es  esa multiplicidad desde una perspectiva del proceso de exploración, esa variedad, pero creo que como teórico o como gente que intenta interpretar ese contexto lo que buscamos es justamente los puntos homogéneos, cómo dentro de esa diversidad podemos encontrar ciertos momentos, ciertos rasgos que pueden ser peculiares sino de todas, sí por lo menos de ciertas partes, de ciertos tipos de situaciones, que están incluso separadas por miles de kilómetros en términos geográficos pero que son muy parecidas, por ejemplo, si hablamos de Chiapas en México y hablamos de los  indígenas de Los Andes de Bolivia, de Perú, vamos a encontrar una similitud muy grande que no estaría dada por ninguna cercanía geográfica. Igual si encontramos situaciones en el norte de México y las comparamos con Argentina vamos a encontrar similitudes, de dos  zonas alejadas, entonces hay ciertos rasgos, ciertas situaciones que nos dan ciertas pautas que nos dan similitudes, que están por encima de las fronteras que nos trazaron los caudillos del siglo XVIII. Nuestras fronteras nacionales son muy artificiales, no corresponden en verdad a ninguna realidad ni siquiera étnica, geográfica, de ningún  tipo, son fronteras caprichosas que se hicieron por diferentes circunstancias y nada más, no es que exista una profunda hondureñidad o paraguayidad, que esté fundando la razón de ser de estos distintos estados,  que sean la razón de ser de esas naciones. En mi opinión estos estados son totalmente artificiales, si vamos a la idea de una identidad nacional o de varias identidades nacionales en América Latina, estas rebasan con  mucho las líneas fronterizas de los estados nacionales, se atraviesan, se interfieren, es decir, el mapa político que conocemos de las repúblicas y el mapa real de América Latina no coinciden para nada. Comprender eso es lo primero que debemos hacer. Cuando hablamos de Venezuela, cuando hablamos de Ecuador, estamos hablando de una Venezuela que no es unitaria, o de un Ecuador que no es unitario en sí mismo, o de un México que  son por lo menos cinco Méxicos, y una Argentina que son tres, tienen que  ver más entre sí como partes que como estados nacionales. Entonces  creo que esa es una tarea importante: dejar de pensar en términos nacionalistas del siglo XIX y pensar más bien en un nacionalismo que nos permite afirmarnos cada vez más en el sentido de la lengua, del uso de la lengua, de las costumbres que nos unifican mucho más de lo que nos dividen, creo que por ahí podríamos establecer tipologías de situaciones específicas.

Usted sustenta que no son reconocidos los pensadores latinoamericanos, ¿no hay desarrollo en ese sentido en nuestro continente?

En verdad hay condiciones académicas en ciertos puntos, ciertas universidades o centros de educación superior, hay libertad y posibilidades, por ello mismo es interesante analizar el fenómeno de lo que ocurre, que en México llaman el ninguneo de lo propio, es decir, lo propio no tiene valor. Solo tiene valor reflejo cuando es aceptado o asimilado por las metrópolis: para comunicarnos entre nosotros parece que necesitamos el permiso o el visto bueno que nos vendría de los países centrales. Esto es algo terrible porque evidencia una falta de confianza en nosotros mismos, no nos creemos capaces de pensar por nuestros propios medios, eso que quería la ilustración de pensar con nuestros propios recursos. Es un fenómeno que viene desde la decadencia del imperio español. Todos los apellidos en español pasan a ser de segunda, hablar de un filósofo que se llame Pérez o Rodríguez de entrada es imposible. Tienes que tener un nombre que suene a inglés, francés o alemán, sino tu obra está condenada a ser sospechosa si es un  Rodríguez o un López. Es una  obra que primero tiene que demostrar que  fue aceptada, que tiene las marcas de la aceptación del “verdadero” pensamiento, el que se da en el norte de Europa. Eso es terrible. El norte de Europa logró imponerse “en la veracidad” del discurso, desde hace siglos, entonces para que el nuestro sea “verdadero” tiene que ser aceptado, blanqueado, por los usos lingüísticos y conceptuales, por las lenguas inglesa, francesa y alemana.

Pensar en América Latina es pensar a contracorriente como todavía lo es en España, en Italia. Todavía  tienes que demostrar que eres humano y entonces puedes participar en el uso de la Filosofía. Si leemos un artículo en una revista filosófica de un apellido español lo dejamos para después, primero leemos los artículos de los nombres  calificados por su pedigree, por la Filosofía. Siempre triangulando, mirando si el amo da el consentimiento para que se lean las cosas.


 

¿Qué impresión le ha causado la Feria del Libro?

Lo poquito que he visto me parece fascinante. La cantidad de gente, la variedad de actividades, el entusiasmo de las personas, porque he estado en otras ferias, pero son más de compra-venta de autores, de títulos, de comerciantes de la industria del libro, el público es una especie de relleno, de adorno, que da un cierto colorido. Aquí es al revés: la feria es para los consumidores de libros, para los lectores. Y eso es fascinante.   
 

Cuba
CONVOCATORIA VI Conferencia Internacional POR EL EQUILIBRIO DEL MUNDO “Con todos y para el bien de todos” Por el diálogo entre civilizaciones y Por una Cultura de Paz 28 al 31 de enero del 2025 La Habana, Cuba Tras el éxito ...
Cubadebate Como parte de la jornada por los 38 años de la Asociación Hermanos Saíz, esta organización confiere el premio Maestro de Juventudes 2024 a ocho creadores cubanos con una vasta y reconocida labor artístic...
El insomnio del Hombre Nuevo (2024) es un documental en el que varios intelectuales jóvenes cubanos hablan sobre la actualidad de Cuba y su futuro....
Lo último
La Columna
La Revista