Jorge Luis Merencio Cautín - Granma.- La Comisión Nacional del Plan Turquino ha reconocido en varias ocasiones el desempeño de las Brigadas Manuales de Reparadores de Caminos Serranos de esta provincia.

Recuperación de un camino intransitable en las proximidades de la finca El Ermitaño, al nordeste de Felicidad de Yateras.


Justo merecimiento para, las 407 brigadas integradas por más de 2 100 trabajadores, quienes con medios propios (vagones, azadas, picos, palas, piochas, machetes, rastrillos y hasta yuntas de bueyes) han asumido la difícil tarea de rescatar y mantener la transitabilidad de los viales, incluso en sitios donde ni los camiones de tres diferenciales podían abrirse camino.

A estas agrupaciones, constituidas en su mayoría a finales del 2002 con una media de cinco integrantes, se debe el restablecimiento de la circulación de vehículos en La Vía Mulata, La Mulatica, El Descanso, San Prudencio, La Cueva, en los tramos Bayate-San Fernando, Bayate-El Dajao, El Aguacate-Chafarina, Las Coloradas-San Esteban, El Güiral-Baltasar y otros muchos, severamente afectados por las lluvias y la escasez de medios mecanizados.

El empleo de los bueyes reporta utilidad y ahorro de combustible.

Su trascendencia en la vida de las familias campesinas se expresa en la comunicación que les facilita, en la extracción de productos agropecuarios y forestales de lugares recónditos, en el traslado de mercancías y en el empleo de más de 2 000 jóvenes de la montaña, muchos de ellos antes desocupados.

La atención a 2 236,5 kilómetros, sin el gasto de un solo litro de combustible y sin el empleo de medio mecanizado alguno, representa, sin duda, un aporte de esas cuadrillas a la Revolución Energética.

CAMINOS QUE METEN MIEDO

Cuando se formaron estas brigadas, no pocos candidatos a integrarlas en la zona del Realengo 18 evitaron ser ubicados en el tramo El Güiral-Baltasar.

El bacheo, una de las actividades principales de los camineros.

"Los alrededor de cinco kilómetros que separan ambas comunidades, metían miedo", ilustra el joven Osmel Macías, trabajador-jefe del colectivo de cuatro miembros, que definitivamente asumió la tarea.

"¡Ustedes están locos, ese camino no hay quién lo arregle a mano!", nos repetía la gente con escepticismo. El tramo estaba tan endemoniado que solo en periodos secos cedía ante el empuje de los tractores y camiones de triple tracción, rememora Osmel.

Cuenta Gerardo Jay, fundador de la brigada y uno de sus inspiradores, que cuando llovía el camión todoterreno que trae los víveres a Baltasar, tenía que dejarlos en El Güiral y de allí se trasladaban en una carreta tirada por bueyes hasta el mencionado sitio, en el montañoso municipio de El Salvador.

Fueron faenas de tesonero trabajo, de erradicación de verdaderos pantanos y baches inmensos. En no pocas ocasiones tuvimos que amarrarnos con soga para, colgados, ganar tierra de paredones y poder rellenar el vial, evoca el joven campesino.

Ismael y Abel, los otros integrantes del colectivo, no esconden su satisfacción al asegurar que en breve tiempo hicieron transitable el vial y que desde entonces, con instrumentos rústicos acopiados por ellos en el vecindario, se asegura la circulación de vehículos tanto en etapas secas como de lluvias.

IMPACTO MEDIOAMBIENTAL

Lionisel Beltrán Navarro, integrante del colectivo que atiende el trecho entre La Escondida de Monte Ruz y El Aguacate, en el propio municipio salvadoreño, puso su yunta de bueyes a disposición de la brigada.

El empleo de tan útiles animales, relata, nos ha permitido ganar tiempo y calidad en la construcción de las cunetas y trasladar enormes piedras para el relleno de huecos y deslizamientos de tierra, que de no corregirse podrían interrumpir el vial pasado algún tiempo.

Venancio Pacheco Sánchez se desempeñaba como operador de tractor en la CPA Pablo Lazo cuando decidió, hace cinco años, incorporarse a la brigada de camineros de La Escondida.

" Ahora gano el doble, con el aliciente de laborar más cerca de mi casa, lo que me permite disponer de más tiempo para atender a mi familia y a otras tareas importantes como la crianza de animales", expresa sonriente.

Para Jorge Luis Frómeta Vera, inversionista de Servicios Comunales en El Salvador, y Pedro Columbié Sánchez, su homólogo en el Consejo Popular La Escondida, la labor de estas cuadrillas tiene, además, un favorable impacto medioambiental al no ocasionar desbroce ni vertimiento de tierra en las laderas de las lomas, como sí lo hacen los medios mecanizados.

Explicaron que estos colectivos, con sus acciones manuales, evitan también la contaminación de los ríos, la degradación del suelo y el daño a la vegetación y las cuencas hidrográficas.

Aseguran ambos dirigentes que para quienes integran brigadas en los sitios con caminos más deteriorados, el mayor problema estriba en la falta de medios de trabajo adecuados y aseguramientos indispensables.

A la Agricultura en cada territorio corresponde la atención de estos colectivos, mientras el pago y el chequeo de lo realizado es responsabilidad de Servicios Comunales.

"Si bien el arreglo de los caminos serranos en Guantánamo no es un asunto resuelto, hay que significar el desempeño de las Brigadas Manuales en el restablecimiento de muchos", opina Alejandro Fernández, secretario de la Comisión Provincial del Plan Turquino.

Informa Alejandro que desde que estas agrupaciones trabajan, los planteamientos de los electores sobre los viales han disminuido en alrededor del 85%, y que solo en esta provincia el Estado cubano dispuso este año de 20 millones de pesos para el financiamiento de los viales. Estos colectivos llegaron para quedarse, no importa que coyunturalmente se disponga de combustible y medios mecanizados.

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