Joel del Río - La Jiribilla.- Por mucho que algunos se lamenten de la irrefrenable popularidad del cine comercial norteamericano, nuestro público cinéfilo, en particular los jóvenes universitarios ligados a carreras humanísticas, se mantienen ligados al cine de autor a la europea a través de salas capitalinas como la Charles Chaplin, La Rampa o el multicine Infanta. En la sede de la Cinemateca, se pasó una jornada de cine joven español, y en junio habrá pasaporte para conocer París y Berlín; es decir, para acceder a lo mejor y más reciente del cine francés y alemán. 


Parece insaciable la avidez de cine español en Cuba. A pesar de los diversos ciclos y presentaciones especiales que ya ocurren en la Isla al interior de festivales e instituciones relacionadas con el audiovisual, está cobrando importancia entre los espectadores cubanos una nueva propuesta procedente de aquel país: el Festival de Cine Español del Nuevo Milenio, pensado como plataforma de presentación para películas muy recientes y, en general, dirigidas por realizadores noveles. En el cine Charles Chaplin, hasta el martes 31 de mayo, estuvo la tercera edición de un evento cuyas sucesivas ediciones probablemente continuará captando la atención del público cubano.

El filme de apertura fue el segundo largometraje de Rodrigo Cortés, realizado en coproducción con EE.UU., como amerita el tema, hablado en inglés y protagonizado por Ryan Reynolds, quien está en pantalla prácticamente los 94 minutos que dura el filme. Buried (Enterrado) trata temas como la guerra, el terrorismo, las diferencias culturales y la indiferencia burocrática y gubernamental ante la vida o la muerte del hombre común. Ganadora de tres merecidos premios Goya por su guión, edición y sonido, la película asume con entereza y excelente dominio del ritmo, de la narración y del suspense, el reto de contar un largometraje de una única y muy reducida locación: la caja en la que ha sido enterrado el protagonista.

Organizada por el ICAIC y la embajada de España, la muestra se exhibió simultáneamente en casi diez provincias del país y la componen nueve filmes entre los cuales se cuentan dos comedias sentimentales: Pagafantas y No controles, del director novel Borja Cobeaga; El mal ajeno, que lleva a Eduardo Noriega en el protagónico; hay dos títulos detectivescos y de misterio, continuación uno del otro: La herencia Valdemar y La sombra prohibida; Que se mueran los feos está realzada por la actuación de Javier Cámara, el recordado protagonista de Hable con ella; y por último está la romántica y hermosa Yo también, dirigida por Álvaro Pastor y Antonio Naharro, con una actuación impresionante de Pablo Pineda, en el papel de un joven sevillano de 34 años, el primer europeo con síndrome de Down que ha obtenido un título universitario.

Entre los largometrajes de ficción hay que mencionar también a Luna caliente, del consagrado Vicente Aranda, un veterano reconocido en el panorama audiovisual ibérico desde los años 60. Adaptación libre de la novela del argentino Mempo Giardinelli, Luna caliente se ambienta en el período franquista posterior a la Guerra Civil, una época tratada por Aranda en algunas de sus mejores películas: Tiempo de silencio, Amantes. Eduard Fernández, Emilio Gutiérrez Caba y José Coronado protagonizan la historia de un poeta, autoexiliado de la España franquista, que regresa a su país en el momento en que se desarrolla el proceso de Burgos, en el otoño de 1970, en el que se enjuicia a varias personas relacionadas con la banda terrorista ETA. El poeta visitará a un opositor político, uno de los miembros de la resistencia, y se sentirá inmediatamente atraído por su joven hija.

En sintonía con las principales tendencias del cine mundial, en España se concede notable realce al documental. Se programan dos en este Festival: Garbo, el espía, premio Goya al mejor documental de 2009, un delirante relato sobre un personaje real, doble agente durante la Segunda Guerra Mundial; y Bicicleta, cuchara, manzana, del director Carlos Bosch (recordado por su documental Balseros), que retrata la lucha de Pascual Maragall, presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de 1992, contra el mal de Alzheimer.

En el lobby del cine Charles Chaplin, sede principal del Festival, se exhibe también la exposición fotográfica Saldívar, una luz del cine español, del mexicano César Saldívar, mientras que los espacios de retrospectiva y homenaje se cubrieron con el ciclo consagrado a José Luis López Vázquez, uno de los grandes actores del cine clásico español en películas exhibidas en la sala Charlot. El actor se consagró en papeles cómicos en el cine de Luis García Berlanga (Plácido, El verdugo, Vivan los novios, La escopeta nacional) y Carlos Saura (El jardín de las delicias, Mi prima Angélica), aunque tal vez sus mejores desempeños sean Mi querida señorita, El pisito y La corte del faraón, las tres incluidas en estas jornadas de cine español.

El próximo Festival de cine francés anuncia, en su interior, un ciclo de una de las actrices europeas más importantes: Sandrine Bonnaire. Y vista hace fe. Cuando se exhibe el buen cine hecho en España, Francia o Alemania a nadie tiene que molestarle la popularidad extrema de Hollywood y sus estrellas. Siempre ha sido igual. Y seguirá siendo. ¿O no?

Cuba
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