Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- Encuentro propicio repasar/meditar al calor de algunos de los párrafos presentes en Respaldar el salario, pero con productividad, que es la más reciente entrega de Pastor Batista Valdés desde el “Balcón del oriente cubano”.

Desde el comienzo del trabajo, Pastor deja en claro el mensaje de su escrito al indicar que, a pesar del permanente seguimiento y de la insistencia por parte de autoridades políticas, administrativas y especialistas de la esfera económica, nueve empresas o entidades han estado pagando salario en la provincia de Las Tunas sin el correspondiente respaldo productivo.

Para ilustrar su posición, Batista Valdés acudió a la opinión de Arcelio López Torres, subdirector de salario en la dirección de Trabajo y Seguridad Social de ese territorio, quien acredita que se deteriora la correlación entre el salario medio y la productividad, y no por desconocimiento toda vez que ninguno de los directores de las empresas o entidades en cuestión es nuevo ni carece de la experiencia necesaria.

Asimismo, alude al Lineamiento 41 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución y resalta que en la letra de ese documento está la necesidad de “una relación entre el crecimiento de la productividad del trabajo y del ingreso medio de los trabajadores, que no deteriore el equilibrio monetario interno ni la eficiencia de la economía nacional”.

Para concluir, en Respaldar el salario… aparece: “Sin enfoques y acciones de este tipo, lo más probable es que en algunos lugares la relación salario medio-productividad del trabajo no pase de ser un espejismo que amenaza convertir a la economía en una jaba agujereada, por cuyos huecos escapa más dinero del que entra”.

Al respecto, me resulta indispensable retomar algunas de mis consideraciones sazonadas con criterios expresados a propósito del venidero XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

En Agosto de 2012, firmé Cuba: un momento de la actualización de su modelo en el cual maticé que constituye un hecho la entrada en una fase cualitativamente superior en tal actualización porque está elaborada y aprobada la Proyección Estratégica de su implementación para el período 2012-2015, con su correspondiente cronograma de aplicación integral y paulatina.

Al mismo tiempo, señalé que para ordenar debidamente nuestra economía hoy es más inaplazable que nunca convertir en cotidianas la exigencia, el rigor y la sistematicidad de los directivos/as responsables de conducir el quehacer administrativo y empresarial en el país, tema que demanda más control y rigor del Partido Comunista de Cuba en estrecha alianza con las masas en todos los niveles de su actuación.

En paralelo, apunté que resulta imperdonable que el “Bloqueo interno” —así identificamos muchos a la chapucería, burocratismo, corrupción y otros males que amenazan en extremo la existencia de la Revolución Cubana— continúe perturbando el sueño de nuestro pueblo.

Acto seguido, signifiqué: ¡Es vital, pues, tener en cuenta la dinámica de cubanas y cubanos, sus críticas, opiniones y sugerencias; así como continuar consultándole cada decisión trascendente! Sin embargo, está demostrado que ni ello garantiza por sí mismo la superación de los problemas que NO deben extasiarse en el tiempo.

Con esta disyuntiva, me acerqué a Cuba: entre Congresos, rubricado por Jorge Gómez Barata, quien piensa que, por razones insuficientemente explicadas, las reformas [su manera de aludir a la actualización de marras], aunque asumen la necesidad de revisar la organización estatal, no incluyen elementos de la superestructura jurídica y política y de los mecanismos de participación de las masas en la vida política y social nacional; y que así se pueda gestar un desfase entre las relaciones económicas y el resto de las estructuras sociales.

Sin suponer que acompaña a Barata la razón en todo su análisis, me llama la atención cuando él cavila que producto de tales circunstancias las organizaciones obreras y otras parecen como si estuvieran al margen de esos procesos o fueran entes pasivos; y que de hecho, hasta donde se puede percibir, no surgen de ellas ideas, iniciativas ni propuestas que enriquezcan los cambios o introduzcan modificaciones —aspecto con marcada relatividad, acoto por mi parte.

En correspondencia, su entendimiento le conduce a sostener que es probable que además de las razones expuestas para la posposición del XX Congreso de la CTC (disponer de más tiempo para organizar el evento y para discutir con los trabajadores el proyecto de ley del nuevo Código del Trabajo), haya prevalecido la idea de no realizar un evento que sería “más de lo mismo” y que, en lugar de alentar los procesos en marcha los desmienta.

No obstante, en esta trama con Gómez Barata suscribo que es probable que lo revolucionario hoy no sea celebrar eventos y congresos repetitivos, con formatos y propósitos desactualizados y dominados por la formalidad, sino asumir una moratoria para dar tiempo a reflexiones y a decisiones que contribuyan a perfeccionar y racionalizar las estructuras de participación popular para ponerlas a tono con los tiempos y las demandas de la Revolución.

Entonces, al abordar este título tengo que subrayar que me resulta improcedente hablar de la necesidad de respaldar el salario con productividad, sin denunciar/demandar el cese del suceso contrario de forma “inadvertida”, y aplicar medidas con los responsables; al tiempo que percibo que hace rato es hora de que el Movimiento Sindical en Cuba incremente la exigencia popular a directivos y a sí mismo —más aún, al calor de los preparativos del XX Congreso de la CTC.