Gabriela González González, estudiante de periodismo - Blog "La Joven Cuba".- Carteles que anuncian reparación de celulares, peluquerías, servicios de impresión, entre otros, han pasado a formar parte del ornato público. Cafeterías muy cercanas unas a otras, paladares y piqueras devienen muestra de la positiva acogida del cuentapropismo por gran parte de la población cubana.


Sobradas fueron las razones que motivaron a los máximos decisores del país a promover la ampliación del trabajo por cuenta propia y otras medidas que actualizan el modelo económico cubano. Pero, ello respondió principalmente a una coyuntura nacional, signada por exceso de centralización estatal, bajos crecimientos económicos en las ramas de la agricultura y la industria y altos niveles de envejecimiento poblacional.

El cuentapropismo ha traído para la proyección económica y social cubana, como bien dice el refrán popular, “una de cal y otra de arena”. Ventajas y desventajas que nos tocan a la puerta, llegan hasta nuestra mesa y, a veces, hasta nos suscitan largas meditaciones sobre los riesgos para el hoy y el mañana.

Pero, sin dudas, esta forma de trabajo libera al Estado de actividades que no corresponden con la dinámica productiva de las grandes empresas. Mas, ha implicado el regreso a una economía de carácter heterogéneo, en la cual aparecen las pequeñas entidades de propiedad privada y propiedad cooperativa.

Según datos revelados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, más de 442 mil cubanos utilizan esta opción como fuente de empleo. Y es que la actividad cuentapropista devino alternativa de trabajo en momentos en los que el Estado cubano solucionaba el problema del subempleo o las “plantillas infladas”

Asimismo esta forma de gestión no estatal ha facilitado a la población la disponibilidad de nuevos servicios que responden tanto a necesidades vitales como complementarias, entre ellos la transportación de pasajeros, el arrendamiento y construcción de viviendas, reparación de calzados.

Ahora retornan a la cotidianidad del cubano los jocosos cantos de los pregoneros, la actividad de los ebanistas y tejedores. Esos oficios, que forman parte de las tradiciones y del imaginario popular nacional. También, actividades ya antes existentes en la economía sumergida se han legalizado.

El empleo por cuenta propia ha influido en una mayor identificación del productor con la empresa y los frutos de ella. Generalmente, ese administrador de un determinado negocio, conocido como “particular”, vela con celo por la calidad de sus servicios, por la buena atención al cliente y el cuidado de sus bienes.

Un fenómeno muy positivo es que permite socializar la propiedad por la vía de la propiedad familiar y cooperativa en servicios y producciones en los que la empresa estatal no resulte. Y constituye ese uno de los principios para la construcción del socialismo.

Sin embargo, la luz no puede incapacitarnos para reconocer las sombras del fenómeno. Los ingresos de trabajadores de cooperativas y cuentapropistas han aumentado. Mas, ello solo ha implicado el incremento del nivel de vida de un grupo social en particular en detrimento de otros con bajos salarios. Las diferencias sociales se han enraizado mucho más en la sociedad cubana.

Por ello, esa ampliación del trabajo por cuenta propia debe concebirse más que como aliciente monetario personal y familiar, como estrategia que utilice el aporte económico de los mismos para el desarrollo de las localidades. Así, a corto o a mediano plazo, los beneficios podrán ser disfrutados por la comunidad en general.

La acumulación de ganancias, en el sector no estatal, se vuelve cada vez más una realidad peligrosa. Han surgido nuevas formas ilegales de asociación y de concentración de empresas mediante los llamados testaferros (personas que prestan su nombre para firmar el contrato de un negocio que en realidad pertenece a otra).

Por otro lado, la carencia de un mercado mayorista para solventar las necesidades de materias primas de estos trabajadores, deja grandes espacios vacíos que favorecen la creación de largas cadenas delictivas suministradoras de esos insumos necesarios.

El camino que nos lleva a este cambio en la estructura económica cubana no está exento de contradicciones evidentes, entre ellas la convivencia de un sector regido por las leyes del mercado con un sector socializado. El cuentapropista que vende sus productos a altos precios, en dependencia de la oferta y demanda, es también uno de los 11 millones de cubanos que recibe educación, salud gratuita y medicinas subsidiadas.

Quedan aún trabas burocráticas que eliminar para perfeccionar todavía más esta forma de gestión no estatal. Pero, es imprescindible concebir la actualización de la economía como un proceso colmado de pruebas, aciertos y desaciertos. Lo importante es que un día más que modificarse el paisaje de las ciudades, Cuba se convierta en una portentosa economía socialista, capaz de resistir la embestida de los huracanes económicos contemporáneos.

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