La pupila asombrada.- Entrevista con Tato Ayress, artista chileno exiliado en Cuba, que cuenta cómo sobrevivió a las torturas después del golpe de Pinochet.


Tato Ayress, de Santiago a La Habana

Memorias del joven chileno que llegó a la isla tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, se vinculó a la trova y fundó el grupo Guaicán…

Por Fidel Díaz Castro

El Caimán Barbudo

La primera vez, cuando llegué a La Habana

eran los 70 y llegué de París.

Y mi exilio lo hice aquí,

en los 90 me volví

intentando cambios en mi forma de vivir.

Estando en Santiago, pero yo no estaba

siempre mis recuerdos regresaban a La Habana.

Estos versos dan cuenta de un joven chileno, que naufragó un día en esta isla, con su guitarra y sus pinceles. Venía espantado del rostro del fascismo, que trajo la muerte aquel 11 de septiembre de 1973 con el golpe militar al gobierno de la Unidad Popular del presidente constitucional Salvador Allende.

Radio Magallanes, 11–9–1973/ 9.20 am, Salvador Allende:

“Seguramente ésta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de radio Portales y radio Corporación.

“Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron… soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero… que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.

“Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente.

“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

El trovador y pintor Carlos (Tato) Ayress era entonces un joven estudiante, apresado y torturado en aquellos días tenebrosos de la América nuestra. Al cabo de los años se aplatanó en Cuba y hoy llega con recuerdos y cantos a El Caimán Barbudo:

Tato Ayress Moreno pudo salir de Chile en 1976 junto a su padre, luego de ser torturados durante tres años por la dictadura de Pinochet. / Foto: Tomada de Cubadebate

“Yo llegué a Cuba en el 77, un dos de mayo. Después del golpe, después que salí de la cárcel, tuve que estar siete u ocho meses, casi reviviéndome, porque estaba muy complicado producto de las torturas; toda esa parte de los genitales…estaba muy mal. Tuvieron que hacerme una operación medio clandestina. Me operó un compañero que había estado preso con nosotros, que era cirujano.

“Estuve preso en seis lugares. Primero en calle Londres, luego estuve en Tejas Verdes, ese fue el peor lugar. De ahí me llevaron al Estadio Nacional de Chile (que ahora se llama Víctor Jara). Luego me pasaron a un campo de concentración en el norte, en medio del desierto de Atacama; ahí estuvimos en unas oficinas salitreras abandonadas…

“Todos esos lugares ahora se han hecho patrimonio nacional. Ha sido una larga lucha para esa conquista. Es importante que esos centros de torturas y asesinatos no se olviden.”

11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

“Tenía 16 años, estaba en la Escuela Experimental de Artes Plásticas. Era dirigente estudiantil, pertenecía al Frente de Estudiantes Revolucionarios, que formaba parte del MIR (Movimiento Izquierda Revolucionaria), digamos que era como el sector juvenil. Ese día queríamos coger la escuela, hacer una ‘toma’ del centro, como se dice allá. Pero nos sorprende en esa madrugada el rumor, y luego ya noticia, del golpe de estado.”

La voz de Pinochet en la radio, confirmaba:

“Fuerzas Armadas y de orden, solo bajo la inspiración patriótica de sacar al país del caos al que en forma aguda lo estaba precipitando el gobierno marxista de Salvador Allende.”

“Ya por la mañana no teníamos nada que hacer. Incluso el mismo director nos dijo ‘no vayan a la escuela, eso va a hacer una matanza, si ustedes intentan hacer algo’. Efectivamente, tenía toda la razón. A punto de las diez de la mañana, Pinochet da en la radio el ultimátum.”

“Santiago, 11 de septiembre de 1973. Las fuerzas armadas y carabineros de Chile declaran: Primero, que el señor presidente de la república, debe proceder a la entrega inmediata de su alto cargo a las fuerzas armadas y carabineros de Chile. El Palacio de la Moneda deberá ser evacuado antes de las 11 horas, de lo contrario será atacado por la fuerza aérea de Chile y fuerzas terrestres.”

“No obstante, fui a la escuela de todas maneras, llegué temprano. En una sala, reuní a todos los estudiantes y hablamos de que había que suspender eso, que ya se había confirmado el golpe de estado. Y allí, realmente, nos sorprendió cuando vimos llegar a los militares, rodearon a toda la población, golpes a la gente, eso fue tremendo porque, además, el aparataje militar con camiones, tanques fue impresionante. Pasé, vamos a decir así, a la clandestinidad, porque nos reunimos en casa de unos compañeros para ver qué acciones podíamos hacer porque había una gran incertidumbre, mucha confusión. Por la radio se decía que desde el norte venía el general Prats con militares leales a la constitución, a Allende.

“En definitiva todo fueron rumores. No sabíamos qué hacer, empezamos a planificar algunas acciones; teníamos algunas armas, escopetas, algunas granadas caseras, hechas a mano. Era todo una locura, porque estábamos rodeados, las casas eran de madera. Por las noches salíamos a escondidas, que no nos vieran los militares, para cambiarnos de casa, y hacer nuestros movimientos. Resultado final: no hubo ningún tipo de posibilidad de acción alguna, y a riesgo de que nos descubrieran con las armas, lo cual era fusilamiento seguro. Los baños que se usaban en aquel momento eran como huecos que se abrían en la tierra (letrinas) y, bueno, ahí terminamos tirando las escopetas y granadas. Ya, total, con eso que teníamos no se podía hacer nada.

Radio Magallanes, 11–9–1973/ 9.20 am, Salvador Allende:

“Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

“A mi casa retorné a los cinco o seis días. Nosotros somos seis hermanos y todos andábamos en las mismas. Ya mi hermana había caído presa en el Estadio Nacional, la soltaron, pero la policía vuelve a salir a buscarla. En toda esta historia había un argentino, el comandante Esteban, que había estado infiltrado en esas poblaciones y conocía a mi hermana, se sabía que ella era muy activa, que había estado en Cuba… Entonces, este tal Esteban y el guatón Romo (Osvaldo Enrique Romo), que también creíamos de izquierda pero realmente era un infiltrado de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA); y, al momento del golpe de estado, ellos sabían a quienes había que ir a buscar, tenían nombres y direcciones de todos. A mi hermana ya la tenían fichada, localizada.

“Estaba en mi casa, ayudando a un mecánico a reparar el carro de mi padre. Llegaron dos patrullas, con tipos vestidos de civil, saltaron la reja. Yo estaba metido debajo del carro y vi ese… asalto, digamos. El que venía al frente de la operación era el argentino. Un tipo muy grosero, muy violento. Bueno, para qué te voy a decir… mi mamá, que era una mujer de tremendas agallas, se enfrentó al tipo. Al final neutralizaron todo, él me dio con su pistola en el estómago, y comenzaron a decir que nos llevaban para un interrogatorio pasajero, de cinco minutos. Eso se lo dicen a todo el mundo. Había una camioneta en la que ya estaba una compañera que yo conocía, la tenían amarrada y vendada allí atrás.

“Nos metieron a mi padre y a mí, nos vendaron y nos pusieron unos cartones en la cabeza. A mi hermana la llevaron en otra camioneta. Nos llevaron a calle Londres, en el mismo centro de Santiago. Tremendo, la cantidad de gente que tenían ya. Los golpes, humillaciones, las torturas, tremendo. Nos tocó el momento más terrible, con los tipos que hoy, a los que no se han muerto, los están enjuiciado y sancionando. Están en el penal de Punta Peuco, como Krassnoff Martchenko, el Marcelo Moren Brito, la Ingrid Olderöck, que esa se especializaba en torturar con perros. Ahí estuvimos tres o cuatro días, ya eso fue en enero del 74.

Campo de concentración de Puchun Cabi, durante la dictadura de Pinochet. Foto: Tomada de Cubadebate.

“A mí me destrozaron la cara, la encía. Me llevaron a un dentista ahí que, para decirte, salió en la lista negra por Radio Moscú, era un salvaje. Perdí la vista también; nos tuvieron como ocho meses en un lugar en el que salíamos media hora nada más al sol. Después, estando ahí, ya la idea es sobrevivir y salir adelante.

“Al salir, me incorporé a algunas peñas de trova, medio ocultas…”

Voy desierto al silencio en mi puerta,

nebulosas, oscuras, apagadas miradas,

hombres de pánico y grietas

destruyen el canto, el mismo que amaba.

VÍCTOR JARA

“Lo vi cantar en la peña de los Parra, yo iba mucho, era en la calle Carmen. Era una casa de aire colonial; tú pagabas una entrada y te daban un vale que incluía el derecho a una empanada chilena y dos vasos de vino. Ah, y claro que consumías, aparte de eso, pagando, lo que quisieras. Era todo muy artesanal, las mesas y sillas de madera, rústicas, tenían muchas velitas. Había un pequeño escenario, y para atrás había una especie de comedor para quien quisiera comer algo más fuerte. Allí escuché a Inti Illimani, a Quilapayún; al Payo Grondona, que en aquellos momentos estaba en boga; Osvaldo (el Gitano) Rodríguez, Víctor Jara; Isabel y Ángel Parra, que eran como los anfitriones; y otros Parra más jóvenes, que empezaban. Ya yo empezaba a cantar, pero no tanto… Lo que sí pintaba, porque había estudiado en la escuela de Arte. La peña de los Parra era un lugar muy bonito, un ambiente muy sano, muy bueno.”

Ay La Habana, La Habana…

El mar extrañaba, la trova faltaba

escuchando la música del Benny Moré,

los Zafiros y Juego de manos,

Pedro Luis Ferrer, Silvio y Pablito Milanés.

LA HABANA, ALAMAR

“Cuando llego a La Habana, ya teníamos asignados unos apartamentos en el reparto Guiteras. Ya tenía aquí dos hermanas que habían salido antes. En cuanto las soltaron, mi madre les dijo que había que irse de Chile pues peligrábamos allí. Mis hermanas fueron hacia Argentina. Ahí es donde las contactan del gobierno cubano, que ya nos conocían porque nuestra casa tenía desde antes relación con los cubanos allá… por eso es que la inteligencia chilena, lógicamente, nos tuviera en mirilla cuando el golpe, porque sabía todo eso.

“Pues nada, llegué al reparto Guiteras; y un primo mío, que había salido de allá también, vino a vivir con nosotros y empezó a estudiar en el preuniversitario de Guanabacoa. Allí conoce a Pepe Ordás, a Marcos Valcárcel, Enriquito y a Mayra. Pues llega mi primo un día a la casa,con mucho embullo, y me dice: Tato, conocí a una gente que les gusta la música latinoamericana…

“Era la etapa en que se formaron muchos grupos aquí, que trabajaron el folklore latinoamericano, como Mayohuacán, Moncada, Manguaré, partiendo, precisamente, de la influencia de Intillimani, Quilpayún… Había en Chile otros grupos que aquí no se conocían y trajimos su música. Nosotros le incorporamos los instrumentos, teníamos charango, zampoñas, el bombo legüero… Así surge Guaicán, buscando un nombre de sonoridad del sur: guaicán es lo que se conoce en Cuba como pez pega.

“Ya entonces nos dieron nuestro carnet de la Nueva trova, tocamos en la Casa del Joven Creador varias veces, hicimos gira por Cuba. Luego formamos otro grupo con latinoamericanos que estaban aquí, que se llamó grupo Andino. Estaban en él los hijos de Coco Peredo, había un hijo también de Inti Peredo, tocaban zampoñas, quenas… Había un ecuatoriano, estaba también el primo mío, y otro amigo chileno que tocaba quena y cantaba; yo tocaba charango, guitarra. Después con el tiempo se desintegró aquello, cada cual fue cogiendo su camino, su vida, y yo entonces empecé a cantar solo.

“Nunca he dejado de pintar, tengo mi taller. Después vino mi interés por escribir. Tengo un libro acá, Sobreviviente, que es mi testimonio sobre aquellos días del golpe, que me lo publicó Ciencias Sociales.”

Radio Magallanes, 11–9–1973/ 9.20 am, Salvador Allende:

“Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos… porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.

“Seguramente radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.

11/9/ 1973/ 2.38 minutos de la tarde: El general Javier Palacios, al frente de la operación llama al general Nuño, para reportar con la situación con las siguientes palabras: “Misión cumplida, Moneda tomada, presidente muerto”. Inmediatamente después, el almirante Patricio Carbajal es quien informa, en inglés, de la muerte al general Pinochet.

SALVADOR ALLENDE

“Aquí en Cuba, he recorrido muchos lugares y hay un sentimiento generalizado de cariño muy profundo con respecto a Salvador Allende y, además, el hecho del golpe marcó mucho.”

Ay, La Habana, La Habana…

Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino,

aquí en La Habana se vive distinto.

Hoy podemos compartir, la alegría de vivir

con nuestros defectos y mis vecinos.

Estando en Santiago, pero yo no estaba,

siempre mis recuerdos regresaban a La Habana.

Radio Magallanes, 11–9–1973/ 9.20 am Salvador Allende:

“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

“Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

“¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

“Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

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