Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce-Martianos-Hermes-Cubainformación.- Nos parece útil que el gobierno cubano convoque reuniones con los emigrados, porque eso siempre ayuda a calmar ánimos, hallar interrogantes y ofrecernos a nosotros mismos, nuevas respuestas. Pero lo que es objetable es que las reuniones sean convertidas en el “Cuento de la Buena Pipa”, porque en términos de la normalización migratoria que parecen anunciar, el resultado de las respuestas y acciones siempre concluyen en el mismo estado de cosas. Desde que se produjeron las primeras de dichas reuniones en la década del noventa hasta la actualidad, con ligeras excepciones, dentro de las cuales incluiríamos el derecho que le han devuelto al ciudadano de disponer de sus objetos personales antes de partir, nada ha cambiado.


En nuestros comentarios, motivados por el “I Encuentro Nacional de Cubanos Residentes en Estados Unidos”, programado para realizarse en Abril en Washington, no hacemos muchas alusiones al Diálogo de 1978, porque realmente éste careció de continuidad. Hemos mencionado en otras oportunidades que por aquel entonces, la Administración Reagan, le imprimió otro estilo a la guerra contra Cuba. Esa nueva modalidad combinó el espíritu de revancha de un nutrido grupo de gente de negocios de origen cubano, beneficiados por sus actividades al servicio de la CIA, con la creación de Comités de Acción Política. Fue así que un organismo llamado Fundación Nacional Cubanoamericana, compuesto por enemigos del gobierno cubano, entraron al ruedo de la política nacional estadounidense, llevando el estandarte de “lucha contra el comunismo” al Congreso del país. Paralelamente con esto se autorizó la creación de Radio Martí, llevando así la confrontación a una nueva modalidad, donde en lugar de disparar cañonazos, colocar bombas, volar aviones de pasajes, disparar a buques anclados en puertos estadounidenses y asesinar funcionarios en New York, Portugal y otros países, se producían leyes aupadas por cubanos de origen que fueron investidos como pundonorosos políticos, Congresistas y Representantes de Estados Unidos, encubriendo la cara fea del terror y enviando señales radiales a la Isla con informaciones preparadas en los órganos de inteligencia estadounidense.

Sobre el Diálogo de 1978, hemos hablado en pasados trabajos. Aquello sin duda constituyó el primer encuentro de personas que salieron de Cuba por razones políticas en los primeros años del proceso revolucionario o que fueron llevados por sus padres de muy jóvenes a vivir en otras tierras.

Se trataba de gente que estaban dispuestas, junto con el gobierno cubano, a normalizar una relación perdida por los avatares de la Guerra Fría y las intrigas de los órganos de inteligencia estadounidense. Lo más destacado de aquel Diálogo, fue la presencia de las más altas autoridades cubanas, lo cual permitió respuestas y la toma de decisiones sin pasar por el entramado de la burocracia estatal. Esa posibilidad no existió en ninguno de los encuentros posteriores, con excepción muy ligera del formato que tuvo la Conferencia La Nación y la Emigración en Abril de 1994, donde existieron algunos contactos con las grandes instancias de la dirección de gobierno. Sin embargo, el proceso de 1978 careció de la continuidad y persistencia de los encuentros posteriores, por lo cual es difícil evaluar cuan efectivo resultó, tanto para relajar los temores del emigrado respecto al gobierno cubano, como de éste último respecto al primero.

Insistimos en destacar las conversaciones y encuentros con emigrados que tuvo lugar en los años noventa, porque estos alcanzaron resultados más concretos, fundamentados en una continuidad que no se vio interrumpida ante las maniobras de las Administraciones estadounidenses sucesivas, algo contrario a lo ocurrido luego del Diálogo de 1978, ya que en esta oportunidad, el gobierno cubano actuó con independencia de las nuevas agresiones.

Precisamente, a escaso tiempo de comenzado el intercambio con los emigrados en la década del noventa, la Administración aprobó Leyes tan ruines como la Torricelli y la Helms Burton. Esta última estipula de manera codificada, cómo debe ser un gobierno de transición en Cuba. Jamás, desde la introducción de la Enmienda Platt en la Primera Constitución Cubana de la República, aprobada en 1901, Estados Unidos había vuelto a elaborar una Ley de un carácter injerencista de tal naturaleza.

El gobierno cubano no se inmutó ante estas nuevas agresiones, y contrario a su proceder de 1978, no aplicó medidas que penalizaran injustamente el esfuerzo de quienes nos enfrentamos en Miami y otros sitios a la desinformación sobre Cuba y abogamos por relaciones normales entre ambos países. Los encuentros que venían llevándose a cabo continuaron, entre ellos los Seminarios de Democracia Participativa, donde por vez primera “cubanos” en general, muchos que habían sido parte del proceso insurrecto en contra del gobierno revolucionario al comienzo de su gobierno, reflexionaron durante más de cuatro años sobre asuntos políticos que, aunque no competían por el poder, evidentemente cuestionaban las prácticas generales aplicadas en el proceso de superar las injusticias y las deficiencias catastróficas que causan las economías no reguladas. A pesar de las provocaciones que representaban la aprobación de esas Leyes, más agresivas aún que la creación de Radio Martí, lo cual originó en los años ochenta la suspensión por parte de Cuba de los vuelos de emigrados, el gobierno cubano continuó con su política de acercamiento. No se vislumbró el más mínimo retroceso de las autoridades como ocurrió después del Diálogo de 1978.

Dicho esto, es imperativo que continuemos analizando someramente, a la luz de los hechos, el significado de estos encuentros, los cuales para muchos es un triunfo y para otros un juego disfrazado. Lo hemos hecho anteriormente y es necesario continuar haciéndolo, para desentrañar toda la problemática envuelta en uno de los fenómenos más sensibles que ha creado el diferendo Estados Unidos – Cuba, donde esta última ha sido definitivamente la víctima y el primero ha resultado un brutal victimario.

Ver art. anteriores:

Cubanos en Washington ¿Para qué? Por Lorenzo Gonzalo*

Cubanos en Washington. ¿Normalización migratoria o legislación? Por Lorenzo Gonzalo*

 

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU. y subdirector de Radio Miami

 

Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación

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