Iraida Campo Nodal - Revista Mujeres.- Desde la misma clarinada de independencia, el 10 de octubre de 1868, las cubanas abrazaron la lucha libertaria.


Entre los preparativos del alzamiento encabezado por abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, estuvo la confección de una bandera, cuyos colores, blanco, azul y rojo, acompañarían a los aguerridos luchadores.

Fueron las manos de una joven campesina Candelaria Acosta, conocida como Cambula, hija del administrador del ingenio La Demajagua, propiedad de Céspedes, quien confeccionó la insignia patria.

Con patriótico fervor la muchacha hizo brotas de sus manos el pendón, aportando incluso de su propio vestuario las telas necesarias.

Así, el primer clamor de Patria Libre estuvo presidido por la que hoy conocemos como la Bandera de Céspedes.

Otra cubana de 1868

Candelaria Figueredo, Canducha, tenía solo 17 años cuando se produjo el alzamiento en el ingenio La Demajagua. Ella, al igual que el resto de su familia anhelaba la independencia del yugo español. Por ello aceptó de inmediato cuando su padre, Pedro Figueredo Cisnero, uno de los conspiradores, también abogado y músico, le propuso dar su aporte a la lucha como abanderada en la toma de su ciudad natal, el 18 de octubre de 1868.

El le preguntó:

Canducha, ¿ te atreves a ser la abanderada que recorrerá las calles de Bayamo?

Presta, Canducha respondió categórica:

Nada me haría más feliz que dar mi vida y mi sangre por la redención de la Patria.

En brioso corcel, Canducha se unió a los intrépidos mambises y llevó con júbilo y orgullo la bandera de Céspedes por las calles y plazas de Bayazo, primera villa en ser tomada por las huestes cubanas.

Aquel fue el primero de muchos actos patrióticos protagonizados por Canducha, quien por sus ideas sufrió cautiverio y, al igual que Cambula se vio obligada a emigrar.

Nuevos nombres, los mismos ideales

Las mujeres hicieron suya la causa de la independencia desde el 10 de octubre de 1868.

Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, el hombre que al decir de nuestro José Martí, “nos echó a vivir a todos”, patentizó el valor y heroísmo de las cubanas. Un ejemplo de ello son las hermanas Manuela, Micaela y Mercedes Cancino. Las tres, que nacieron en la ciudad de Manzanillo, cerca de Bayazo, en la parte oriental del país, se distinguieron por la colaboración constante a la lucha independentista en aquella primera etapa y luego, cuando el Padre de la Patria fue destituido de todos sus cargos y relegado a vivir en un lugar apartado y agreste, casi sin protección, de la serranía oriental, no abandonaron al gran patricio.

En el libro El Diario Perdido de Carlos Manuel de Céspedes se recogen algunos de esos Encuentros del hombre de La Demajagua con las Cancino. Así escribió:

…a las nueve y cuarto de la mañana llegamos al campamentos de la Somanta, donde encontramos a Beola y las Cancino, que nos obsequiaron con agua de jenjibre endulzada.

En otra página se lee:

Además de las Cancino hay otras familias que he visitado.

El 1ro de noviembre de 1873 puso en su Diario:

…Ayer se marcharon Mercedes y Micaela Cancino. Al salir me abrazaron llorando…

Cambula, Canducha, y las hermanas Cancino, entre otras muchas cubanas, fueron fieles a Carlos Manuel de Céspedes, el iniciador de nuestras batallas libertarias; ellas y su gran ejemplo de patriotismo vivieron y lucharon por una Cuba libre y sin cadenas.

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