Lirians Gordillo Piña - Revista Mujeres.- Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer se convierte en motivo de celebración por todo lo alcanzado en materia de derechos laborales, familiares, políticos y culturales por y para las mujeres en Cuba. Pero


aún hoy y frente a esos logros, existen quienes se cuestionan la pertinencia de hablar de igualdad de género.

 

¿Para qué? ¡Eso se trata de mujeres contra hombres! Pueden ser respuestas comunes, a mi criterio ingenuas y desconocedoras de la realidad que nos exponen los hechos.

Pudiera hablar aquí de toda una tradición feminista que en el país nos garantizó a las cubanas el derecho al voto, logró la aprobación del divorcio y la ley de la patria potestad durante la primera mitad del siglo XX.

Las sabias palabras y estudios de importante intelectuales y dirigentes cubanas de seguro ejemplificarían a cabalidad qué es la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, su importancia y centralidad en un proceso revolucionario que como el cubano, aspira a conquistar toda la justicia.

Solo permítanme exponer aquí tres hechos, logros y avances de nuestra sociedad que a la vez representan retos y marcan la medida de cuan necesario y largo es el camino hacia la igualdad de oportunidades, derechos y responsabilidades para todas y todos.

Sobre elecciones, la convocatoria al Congreso Nacional de la FMC y un programa deportivo del Canal Habana.

Varios medios periodísticos cubanos e internacionales se han hecho eco de los resultados de las recientes elecciones celebradas en el país. Titulares de prensa, artículos y comentarios resaltan el protagonismo de las cubanas en la actual legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, con un predomino en la conformación de las Asambleas Provinciales—diez eligieron a mujeres como presidentas y siete seleccionaron a mujeres como vicepresidentas—. Además, de los 31 miembros del Consejo de estado el 41,9 por ciento son mujeres, dos de ellas vicepresidentas.

Las cifras arrojan la incuestionable capacidad, compromiso y talento de las cubanas en los distintos niveles de dirección política. El ascenso de ellas a puestos de dirección se ha ubicado al centro de la diana durante los últimos años, por lo que no es casual este sea un tema a abordar en el próximo Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas.

Es aquí donde entra el programa deportivo del Canal Habana. En su emisión de esta semana, el locutor del espacio entrevistó a dos atletas de alto rendimiento como homenaje a las mujeres dentro del deporte nacional. Antes de cambiar el canal, indignada pude ver como con una ingenuidad imperdonable el conductor del espacio caía en la trampa habitual de vincular la vida profesional de las atletas con su entorno familiar y privado.

Nos quedará mucho por hacer mientras una joven atleta ganadora de certámenes internacionales, como lo es la invitada al espacio, reconozca que su rendimiento se complejiza porque además del deporte ella, aunque no tiene hijos, debe “cocinarle” a su pareja y “prepararle la ropa para que al otro día se vaya a trabajar”. Estas fueron casi las declaraciones textuales de la atleta.

Entonces, ante el protagonismo público de las cubanas y las demandas profesionales que generan los cargos de dirección y el desarrollo eficiente de las distintas labores que realizan. ¿Cómo vamos a apoyar a esas mujeres; cómo reconfiguramos el orden familiar concibiéndolo como un espacio de responsabilidad compartida por todos los miembros de la familia y no solo de madres, esposas e hijas?.

Los estudios sobre la doble, y hasta triple, jornada laboral de las mujeres existen. Sus costos para la salud física y mental de las mujeres están probados. Como también existe una amplia gama de textos y personas dedicadas a sensibilizar, hacer comprender la necesidad del cambio y el beneficio que representa una sociedad no machista.

Los cambios en la educación superior; el espejismo de la feminización de los estudios universitarios y los retos del trabajo por cuenta propia.

“Se reducen a un 40 por ciento las plazas de carreras humanísticas y se amplían las ofertas en las especialidades de ciencias técnicas, naturales, básicas, agropecuarias, pedagógicas y médicas” publicó la pasada semana el periódico Juventud Rebelde.

La necesaria actualización del modelo económico cubano impone un desarrollo de las áreas técnicas y productivas. Sin embargo, ¿cómo se enfocará la formación vocacional ante la reconocida feminización de la universidad cubana y los prejuicios que aún existen en cuanto al desempeño de las muchachas en roles y espacios laborales “no tradicionales” para ellas?

El 16 de febrero Cubadebate publicó un artículo en el cual se reconocía que “desde 1978, es femenina más de la mitad de la fuerza laboral técnica y profesional cubana, en la que desde 1993 ellas representan las dos terceras partes. Hace tres décadas que las mujeres asalariadas tienen en Cuba niveles educaciones más altos que los hombres ocupados”.

No obstante, en los últimos días se presentaron en la emisión del informativo del mediodía y el noticiero estelar una serie de trabajos que continúan reproduciendo ocupaciones y espacio “habituales” en las cubanas, sin cuestionarse esta repetición.

Por ejemplo, desde Cienfuegos se entrevistaron a jóvenes que optan por carreras universitarias. Él aspira a una ingeniería, ella quiere ser maestra. La periodista no indagó más allá, no buscó representar una variedad de intereses que puedan también visibilizar con naturalidad a varones que aspiren a carreras pedagógicas y muchachas que sueñan con ser mecánicas o desentrañar la física cuántica.

No sé a ustedes, pero a para mí las cifras sobre el desarrollo técnico profesional del país, junto a los cambios de la educación superior, las necesidades impostergables del contexto cubano, más los prejuicios que reproducen nuestros medios respecto a la milenaria división sexual del trabajo, conforman una difícil ecuación que necesita pensarse con calma y a tiempo.A los hombres también afecta el machismo, y aunque se repita hasta el cansancio no siempre se comprende a cabalidad. Por ejemplo, investigadoras e investigadores alertan de que ante las opciones de trabajo por cuenta propia y la perpetuación de una socialización de los varones como responsables económicos del hogar pueda generar que en ciertos espacios y familias con necesidades económicas muchos jóvenes varones se vean seducidos y en gran medida convocados a comenzar la vida laboral desde casi adolescentes.

Bolivia, otro país latinoamericano aprueba una ley para enfrentar la violencia de género contra las mujeres.

Cuba marcó la historia del continente a partir de 1959 con una Revolución que ha logrado la reivindicación de las mujeres en disímiles sectores, desde el derecho laboral, político, familiar, etc. Los tiempos actuales traen retos nuevos en materia de género entre ellos asumir el reconocimiento y la inclusión de las diversidades sexuales y la necesidad de articular los mecanismos necesarios para el abordaje y procesamiento legal y penal de la violencia contra las mujeres.

Venezuela, México, Argentina y ahora Bolivia son algunos de los países latinoamericanos que cuentan con leyes para sancionar y prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. Por ello creo que la integración que fortalece nuestros pueblos en materia económica, social y política también ha de unirnos en la lucha por el derecho pleno de las mujeres a una vida sin violencia.

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