“Chile tiene solo un gran adversario y eso se llama desigualdad”, expresó Bachelet en su primer discurso luego de ser investida este martes como Presidenta de la República.
La flamante Jefa de Estado, quien repite su presencia en el palacio de La Moneda, donde en otras circunstancias nacionales ejerció como Mandataria en el período 2006-2010, prometió llevar adelante la reforma educacional y el cambio de la Constitución, promesas centrales en la campaña electoral que la llevó al triunfo en las últimas elecciones presidenciales.
En un momento histórico para Chile, Bachelet recibió la banda presidencial de manos de la hija de Salvador Allende, Isabel, la titular del Senado.
Aun cuando son dos mujeres victimas de la dictadura quienes ocupan los cargos más importantes en la política de ese país, las chilenas no están exentas de la discriminación de género: apenas el 15,9% de los puestos de la Cámara esta ocupados por mujeres y en promedio la población femenina gana un 37,9% menos que los hombres.
A lo anterior se suma que la flamante mandataria, una pediatra de 62 años con vasta experiencia política, también tiene el reto en su nuevo mandato de cuatro años (2014-2018) de despenalizar el aborto, un antiguo reclamo de las mujeres en Chile, pero también en muchos otros países de todos los continentes.
“No podemos aspirar a ser un país desarrollado con lagunas en la preservación del medio ambiente, el respeto efectivo a los trabajadores, la protección a los niños, mejor salud y un desarrollo económico inclusivo, apuntó Bachelet.
En ese sentido, la mandataria prometió una reforma tributaria para financiar la educación, paridad salarial y social de mujeres y hombres y protección a la ancianidad, elementos sociales que durante años reclama la población y que ella no logró resolver en su mandato anterior.
Según su programa de campaña, la presidenta pretende dar un giro al país gobernado en los últimos cuatro años por Piñera, quien reprodujo en gran parte los modelos económicos y sociales empuñados por el general Augusto Pinochet, ejecutor del golpe de Estado que en 1973 sumió a Chile en una sangrienta dictadura.
Pinochet instauró un sistema neoliberal que dejó al país en absoluta dependencia de las grandes trasnacionales.
Bachelet, del Partido Socialista, tiene un pasado vinculado a la rebeldía contra la dictadura de Pinochet, quien implantó un régimen sanguinario y dio paso a una economía neoliberal aún vigente en el país. Bachelet resultó una de las víctimas de Pinochet y sus sicarios. Su padre, el general Arturo Bachelet se mantuvo fiel al presidente Salvador Allende hasta que fue detenido y asesinado en la cárcel. Michelle, junto a su madre, fue detenida y torturada también.
Cuando salió de Chile se exilió en la República Democrática Alemana. Retornó durante la llamada época democrática, cuando ocupó los ministerios de Salud y de Defensa antes de ser presidenta (2006-2010) y hasta marzo del pasado año fue Directora de ONU-Mujeres en Washington.
La ex mandataria, una prestigiosa figura en el ámbito nacional y extranjero, gobernó bajo el patrocinio de la coalición llamada Concertación Nacional -fueron cuatro mandatos continuos, pero poco hizo o pudo hacer para romper la inercia política y dejó intacta como herencia el neoliberalismo y la Constitución Nacional de Pinochet y sus secuaces.
Bachelet ganó ahora con una mayoría de 62,59 % la presidencia de Chile como candidata de la alianza de centro-izquierda Nueva Mayoría frente a su rival derechista Evelyn Matthei, 37,40 %, pero acompañada de un alto índice de abstención en una nación donde el voto no es obligatorio.
Chile, poseedora del 25 % de las reservas de cobre a nivel mundial, tiene una población pobre, y es uno de los países que más caro cobra los estudios en América Latina.
Ahora es el momento de las verdades para quien prometió en su campaña una reestructuración a fondo de la nación austral, con una nueva Carta Magna, que permita ejecutar sus programas a partir del favorecimiento a las personas de menos recursos. Para ello cuenta con mayoría en las dos cámaras parlamentarias.
Respecto a la política exterior, la mandataria expreso su voluntad de recomponer las relaciones con América Latina y el Caribe y el fortalecimiento del papel de Chile en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).