María de las Nieves Galá - Trabajadores.- Todavía tenía en sus manos el olor de las libretas y libros de tantos años de estudio, cuando llegó al puerto de La Habana. Un mundo desconocido, tremendamente azul, y también con visos de ancestral machismo se abrió ante su mirada inteligente.


Sin embargo, Ana Margarita Martínez no se amedrentó. Graduada en 1983 como ingeniera en Explotación del Transporte Marítimo en la Cujae, tenía saberes importantes que la acompañarían en el desarrollo de su oficio.

Fue así que con la calidad de su trabajo ganó el respeto de todos y llegó a ocupar diversas responsabilidades, desde directora comercial, hasta jefa de una de las terminales portuarias. Estando ahí se convirtió en madre y tuvo que ser maga para distribuir su tiempo. ABTportuarias 07 Ana Margarita Martínez llegó a ser jefa de una terminal portuaria.

Entre interesantes anécdotas transcurrió el encuentro que abordó el tema de la equidad de género con mujeres que se desempeñan en diferentes oficios y puestos de dirección en la empresa de Servicios Portuarios (Asport), perteneciente al Ministerio de Transporte. Símbolo de la igualdad de derechos propiciada en Cuba, son las más de 250 mujeres que laboran hoy en el puerto de La Habana, un sitio al cual ellas en tiempos pasados no accedían, porque ahí, como decían muchos, “solo había oficio para hombres”.

Hoy están en diferentes puestos imprescindibles en ese quehacer. Es el caso de Dinora Palay Zamora, jefa del grupo contable financiero en la terminal Haiphong. Desde hace más de tres décadas llegó a ese sitio, que entonces era más pequeño, pero igual de impresionante. “Había que pasar por un trillito, todo era terraplén. Vi construir estas calles y las oficinas… todo ha crecido mucho”, dijo.

Para la ingeniera Ana María Espinosa Romero, del grupo de mantenimiento constructivo, la experiencia ha sido enriquecedora. Tuvo la suerte de cumplir misión en Venezuela. “Fui seleccionada, junto a otras tres compañeras, para laborar en un proyecto en el puerto de La Guaira, a través de la corporación Puerto del Alba S.A. Ahí coincidimos con otros especialistas y demostramos cuán capacitadas estamos. Estoy orgullosa de lo que aprendimos en la Cujae”, señaló.

Nada las detiene

Cada una de ellas tiene su historia personal. Margarita Díaz Padrón, jefa de cuadros de la empresa de Servicios Portuarios, es graduada de técnico medio en Contabilidad y agradece estar vinculada a la actividad portuaria, la cual considera muy interesante.

Según confiesa, el momento más difícil fue cuando murió su padre, hombre al que adoraba, combatiente de la lucha clandestina. “Él me ayudaba con el cuidado de mi mamá. Tuve que desvincularme del trabajo tres años, pero gracias a mis dos hijas, pude balancear las tareas y ellas posibilitaron que regresara a mi puesto”.

Después de 30 años de trabajo en el Ministerio de Transporte, Edith Victoria Burton decidió jubilarse. Pero la monotonía en casa empezó a consumirla y “ya llevo cinco años en la empresa; soy jefa de control interno”.

Si bien coinciden en que todavía existen rasgos de machismo, consideran que se ha avanzado bastante en el tema, en comparación con otros tiempos.

“Los estibadores, muchos abakuás, siempre me trataban con respeto, consideración y cariño. Y eso que no es fácil para una mujer decirle a un hombre, ‘estás estibando mal, mover un saco lleva técnica porque si no, puedes afectar tu salud’. Tampoco era sencillo tener que explicarles, ‘la norma que era de 125 toneladas, ahora es de 150 y ganas lo mismo’, lo importante es que ellos entiendan”, aseguró Ana Margarita.

Dinora celebra el hecho de haberse convertido en licenciada en Contabilidad y Finanzas, y rememora lo difícil que fue, entre los quehaceres del trabajo y de la casa, alcanzar el añorado título. “De una manera u otra siempre ha habido machismo; yo he sido víctima de ello. En algo que parece simple: te pueden negar un transporte para resolver incluso una cuestión de trabajo, no se dan cuenta que solucionando el problema, les podemos quitar inquietudes a los trabajadores.

“Cuando hablo con los estibadores, dicen: ‘nosotros somos los que la sudamos’. Pero en una oportunidad les respondí en público: Para que ustedes cobren su salario, yo tengo que hacer mi trabajo con calidad”.

Y reconocen cuánto han ganado y cuánto aún pueden seguir conquistando en este andar cotidiano, a pesar de que todavía muchos consideran que “el puerto es de hombres porque es un trabajo muy duro”. La vida les ha demostrado que no hay imposibles. Ellas han ido venciendo obstáculos, ganando espacios.

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