Destacadas atletas cubanas y expertos en la materia dialogan sobre diferentes estereotipos que afectan la práctica del deporte por mujeres...

Mayra García Cardentey - Foto: Heriberto González Brito / Trabajadores - Cubahora.- Arlenis Romero fue la jugadora más valiosa de la pasada edición de la Liga Femenina de Baloncesto, en la cual se coronó campeona junto al equipo pinareño por segunda ocasión consecutiva. La capitana del conjunto representa una nueva generación de basquetbolistas, integra junto a otras tres coterráneas el equipo nacional. Pero, a Arlenis Romero pocos la conocen de vista fuera del patio occidental; para los más, ella es “la mujer que juega como un hombre”. Ni una plana de periódico alguno entrevistó o publicó una foto de la defensa vueltabajera; tampoco televisan al básquet femenino, algunos creen que es poco “espectacular”.


  •  En Cuba las mujeres se destacan por sus capacidades en diversas disciplinas deportivas.
  • Tras el último censo, en Cuba viven 5 611 885 de mujeres.
  • Cuba tiene una gran tradición de mujeres deportistas que han marcado hitos en sus modalidades, como Ana Fidelia Quiros, Yipsi Moreno, Osleydis Menéndez entre otras.
  • En Juegos Centroamericanos, las féminas han obtenido 850 medallas, de un total de 3071, para un 28 %.

La pivot regular del conjunto de balonmano cubano, Yurisleydis Camejo Rodríguez, es aún más desconocida. La integrante desde hace seis años de la selección del país nunca ha formado parte del lead de ninguna noticia.

En cambio, Yarelis Barrios, lanzadora del disco y la WGM Lisandra Ordaz, han sido portadas de periódicos y revistas, son figuras públicas, conocidas…pero a una la desmarcan de la “femineidad” homogénea y patriarcalmente concebida y de la otra, comparan demasiado una inteligencia autóctona, “propia” del tablero masculino.

En todos los casos muestran que, a pesar de los grandes avances del deporte en Cuba, todavía perviven sesgos de encasillamiento y discriminación: primero, por chicas; segundo, por su condición de deportistas en un mundo dominado por hombres.

En Cuba, cada vez más las mujeres se destacan por sus capacidades en diversas disciplinas; el potencial y prestigio del ramo debe mucho a su aportación, especialmente luego del triunfo revolucionario. Más del 20 por ciento del total de medallas obtenidas por Cuba en competencias deportivas tienen sello femenino, especialmente en el judo, el atletismo y el voleibol.

Si bien se han creado y potenciado mecanismos con el objetivo de alcanzar la igualdad de oportunidades de las mujeres y hombres en el mundo competitivo cubano, todavía coexisten en la sociedad, entrenadores y atletas, estereotipos que discriminan, sesgan y estigmatizan.

¿IGUALES Y DIFERENTES?

La práctica del deporte en el mundo y aún en Cuba se mantiene, con mayor frecuencia, como un espacio establecido, ejercido y legitimado por los hombres.

Aunque la igualdad en oportunidades es palpable para ambos sexos, y se patentiza en avances reales, aún existen comentarios machistas y prejuicios sociales que empoderan al deporte como actividad masculina. Criterios de atletas, especialistas técnicos y población, encontrados para este material como “es más difícil entrenar mujeres que hombres”, “los deportes de combate y contacto físico hacen menos “delicadas” a las mujeres”, o “no es lo mismo el básquet femenino que el masculino”, alimentan estas obcecaciones.

Arlenis Romero, defensa del equipo pinareño, actual campeón del básquet femenino, recalca que nunca le han dicho que es “disciplina de hombres”, pero sí le han sugerido, en varias ocasiones, que cambiara de deporte. “Hay gente que me ha dicho que por qué no practico volibol que es “más delicado”. Esto solo muestra el poco conocimiento que tienen. Desde chiquita me gustó el básquet, no me veo en otra área. Me gusta el contacto, no la malla por el medio”.

Bajo dichos estigmas de “femineidad” también se alojan estereotipos sociales sobre sus habilidades físicas, su rol social y la forma en que se perciben ellas mismas ante los retos de la práctica deportiva.

En varios de sus artículos, el investigador Julio César González Pagés, destaca que en esta área se reproducen patrones de otros espacios de la sociedad, y como requisito indispensable se asumen esquemas de fortaleza y poder, y hasta de conducta agresiva, como “gladiadores” (o gladiadoras) del circo romano, para ejecutarlo y dominar al o la contrincante. 

“Algunos aficionados creen que el básquet masculino es más espectacular; se debe, sobre todo, al aspecto más físico: dan donqueo, saltan más, se fajan más. Las mujeres tenemos las mismas técnicas, pero no somos tan agresivas”, explicó Romero.

Para Yurisleydis Camejo Rodríguez, pivot regular del equipo nacional de balonmano, la esencia parte de prejuicios errados. “Todos brindamos un espectáculo maravilloso, tanto el femenino como el masculino, la particularidad está en la rivalidad”.

Las socorridas diferencias entre hombres y mujeres en este ámbito, no solo se adjudica, prejuiciadamente, al aspecto físico y la “espectacularidad” en el juego sino al plano mental. “Es una realidad, en el ajedrez, los hombres juegan mejor que las mujeres. En este momento entre los 100 mejores del mundo sólo hay una: Judith Polgar que ocupa el escalafón”, explica la WGM, Lisandra Ordaz.

Pero la joven trebejista enfatiza en dos teorías que muestran, en la raíz de todo, un basamento sociocultural patriarcal a la hora de explicar el hecho de por qué tanta diferencia en los resultados deportivos, si hombres y mujeres nacen con el mismo potencial intelectual.

“En niños y niñas que inician a edades tempranas, la diferencia tanto en interés como en fuerza de juego es muy pequeña. Sin embargo, ya en la adolescencia, las estadísticas se disparan y son muy pocas las niñas que continúan en el ajedrez en tanto la mayoría de los niños siguen. A esa edad estos tienen más claros sus objetivos: quieren ser los mejores, son más combativos, competitivos, estudiosos  y disciplinados con el trabajo constante. Las niñas priorizan más las relaciones sociales y están en una continua búsqueda, concentrarse en una sola actividad es muy difícil, no es importante ser las mejores en algo específico”.

“Por otro lado, un factor que afecta mucho son las tendencias socioculturales: la mujer todavía es discriminada, no tienen las mismas facilidades que el hombre”. Ambas tesis pueden ser trasladadas a otras disciplinas.

Junto a ello, también desde el ajedrez, muchos prefieren a los torneos de trebejistas. “He tenido la oportunidad de jugar ambos roles: jugadora de torneos femeninos y masculinos y espectadora de ambos. Tengo anécdotas muy lindas en los dos casos, y con total seguridad digo que se disfruta al máximo en ambos, cada uno también con sus encantos peculiares, que hacen del ajedrez, sea femenino o masculino un entorno de pasión y senderos misteriosos”.

INCLUSIONES EXCLUYENTES

En muchos deportes en Cuba, todavía existen distinciones y estigmas, especialmente en la práctica por mujeres del denominado pasatiempo nacional.

En el caso del ajedrez, explica Ordaz existe lo que se denomina “discriminación positiva”. “Consiste en que podemos participar en torneos puramente femeninos y en los masculinos; en cambio, los hombres no pueden participar en los de mujeres. En parte es una ventaja, pues tenemos la oportunidad de jugar con fuertes ajedrecistas y así desarrollar y elevar nivel. A la par, existe la otra cara de la moneda, contamos con menos facilidades para participar en fuertes torneos a nivel mundial y menos patrocinio”. 

Por otra parte, en no pocas ocasiones, las féminas, dedicadas a tiempo completo a la actividad física, han sido tratadas desde el sexismo y la homofobia.

Uno de los aspectos radica en la creencia, por parte de muchos entrenadores encuestados para este reportaje, de que adiestrar a mujeres es más difícil que a hombres.

En este sentido, la psicóloga de medicina deportiva, Yisell Aurora García Victorero acentúa que depende de si este juicio lo defienden hombres o mujeres que entrenen. “Aunque abogamos por la igualdad de género, existen muchos patrones machistas. La sociedad está prejuiciada y tienen un condicionamiento patriarcal, dado también porque los que más consumen y dirigen deportes son hombres, y esto se reproduce, incluso, en los propios encargados de dirigir los procesos”.

Por otro lado, Ordaz subraya que depende del espacio. “Desde mi perspectiva como atleta, cuando la preparación se realizaba en grupos mixtos, no recuerdo que mis entrenadores hayan hecho referencia a esas diferencias”.

Otra de las cuestiones más debatidas es la socorrida “femineidad”, singularizada a patrones arcaicos de conducta. “Muchos estereotipan a las mujeres en las manifestaciones de combate o contacto físico. La femineidad es variada y se defiende de diferentes maneras, hay muchas maneras de asumirla”, explica Romero, defensa del básquet pinareño.

Al amparo de una pluralidad de proyecciones igualmente aboga Yurisleydis Camejo Rodríguez, pivot regular del equipo nacional de balonmano. “Son criterios errados, desconocedores. Nada nos exonera de la femineidad, lo que cada cual la defiende según circunstancias y personalidad. No hay una sola forma de ser mujer”.

Esto lo recalca igualmente Yarelis Barrios, destacada atleta cubana. “Por supuesto que una haciendo pesas, judo o ejercicios de potencia como el mío, con siete horas de entrenamiento diario y tres en un gimnasio, desarrollamos un físico fuerte. Eso no cambia nada la forma de ser”.

COMO SI NO EXISTIERAN

Las manifestaciones femeninas han ganado terreno en el deporte en Cuba y con ello reconocimiento social y mediático. A pesar de ello, aún es insuficiente, y se evidencia, a diario una desventaja en relación con sus homólogos masculinos.

Lo que han hecho y conseguido es muy importante, y muchos no se enteran, o al menos no conocen a algunas de las protagonistas, especialmente en los deportes colectivos.

Cuando en determinados casos, como el atletismo, el básquet, por solo mencionar algunos, la práctica deportiva de mujeres tiene más nivel que la masculina, esta permanece oculta o despreciada. “El básquet femenino en Cuba tiene más resultado, pero, tradicionalmente, televisan más al masculino. Toda una vida ha sido así. Desde que integré la selección nacional, juego ligas todos los años, y nunca habían puesto un partido final hasta ahora”, se lamentó Romero.

“Es bueno para nosotras que salgan reportes sobre nuestros resultados, nos motiva más. A veces, solo ponen a ellos, y dicen en el noticiero: “Se acabó el juego Ciego-capitalinos y ganaron por tanto”. Y del femenino, nada. Es como si no existiera la liga”, añadió la defensa vueltabajera.

Dicha desventaja comunicacional puede acarrear consecuencias psicológicas para las chicas y así lo infiere, la especialista García Victorero. “Puede condicionar que no sean tan mediatizas, y darles motivos de decepción y menosprecio. Ellas mismas a veces se menosprecian. “Nos van a televisar porque el básquet masculino terminó”. Al igual que los hombres tienen un entrenamiento fortísimo, poseen metas y retos, se preparan día a día en un año, para solo cuatro meses de juego. ¿Por qué no brindarle a esa disciplina, que también tiene seguidores, encuentros televisados. Hay que buscar un espacio para que confluyan los dos”.

No es esta solo una realidad de las manifestaciones de contacto, juegos de capacidades mentales como el ajedrez, sufren similares destinos, y ante ello, figuras de la talla de Lisandra Ordaz, reclaman una presencia mediática más justa.

“La cobertura periodística del ajedrez, en sentido general ha mejorado; no obstante, existe la diferencia de género en la divulgación, explica Ordaz. En escasas ocasiones se hace referencia a la actualización mensual del ranking nacional e internacional de las mujeres. Asimismo, es realmente muy injusto que, en el marco de uno de los torneos más importante del continente americano: Capablanca In Memoriam, sólo se haga  énfasis a la participación masculina y en muchas ocasiones se deja a un lado el papel de las trebejistas”.

La ajedrecista pinareña resalta, en igual sentido, el poco seguimiento sobre la participación de las cubanas en los diferentes torneos abiertos a nivel nacional e internacional.

En otro aspecto, la cobertura periodística asume por veces, una errada perspectiva de género, enraizada en patrones patriarcales, que solo se preocupa por ver cómo las deportistas no pierden su femineidad, su rol bipartita como atleta-ama de casa, o sus funciones de madre.

Todos y todas, deportistas, especialistas, entrenadores, resaltan la necesidad de eliminar estigmas y visibilizar aún más a las mujeres en el mundo del deporte cubano, para reducir la grieta aún existente respecto a la rama masculina.

Al llamado se suma Yarelis Barrios, desde una perspectiva formadora e inspiradora de nuevas generaciones de atletas. “Es bueno para la juventud cubana, que esté más presente el deporte practicado por mujeres. Me formé viendo a las Morenas del Caribe. Es necesario para que se miren en el espejo, para continuar el legado”.

* Mayra García Cardentey: Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.

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