Raúl Castro en la Asamblea Nacional Raúl Castro en la Asamblea Nacional

Mayra García Cardentey - Red Semlac.- En la actualidad el requerimiento de la igualdad de género se ha ido extendiendo cada vez más hacia todos los ámbitos del Estado, las instituciones gubernamentales y las cardinales instancias políticas.


Desde el empoderamiento femenino en los principales puestos decisores de diversos países del mundo y tras el arribo de varios gobiernos revolucionarios y progresistas, el discurso político actual adquiere una nueva significación, toda vez que incluye múltiples modalidades semánticas y sintácticas en función de la paridad de hombres y mujeres.

Cuba integra ese panorama de inserción de nociones de igualdad en sus diferentes esferas de acción pública. Frente a tal contexto, cada uno de los distintos sectores del Estado gradualmente avanza en su propio proceso de institucionalización de la dimensión de género.

A la sazón, diversas políticas, programas, estudios o proyectos se formulan considerando las diferencias, la naturaleza de las relaciones entre hombres y mujeres, sus disímiles realidades familiares y sociales, sus expectativas de vida y sus circunstancias económicas y laborales.

Como parte de esos cambios necesarios se exhibe, en el plano de los pronunciamientos oficiales de las y los principales dirigentes, un acercamiento a las nociones de género y a un lenguaje menos sexista; si bien no es el discurso inclusivo deseado, sí se posicionan algunas demandas diferenciadas para hombres y mujeres con el propósito de dar respuestas más informadas, eficientes, focalizadas, más participativas y equitativas.

Entre “estimados y estimadas” y el lenguaje no sexista

Tener en cuenta un adecuado enfoque de género en la oratoria oficial de las fuerzas rectoras fundamentales del país sirve como marco de referencia a los avances obtenidos en Cuba en pro de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, más allá de que existe plena consciencia de ciertos obstáculos para lograr la inserción de estas al desarrollo del país.

Un análisis de contenido de los discursos más importantes pronunciados en el año 2015 puede brindar un acercamiento al tema en cuestión. Para ello se estipuló una muestra integrada por la intervención del Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la II Cumbre CELAC-UE. Bruselas (junio); la de Bruno Rodríguez Parrilla en la Ceremonia de reapertura de la Embajada de Cuba en los Estados Unidos (julio); las de José Ramón Machados Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto por el aniversario 62 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y en la clausura del X Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (julio); y la del presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz, en la “Conferencia de líderes globales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: un compromiso de acción” en Nueva York (septiembre).

A primera vista, un dilema esencial emerge: todos son hombres. Pues sí, las alocuciones más trascendentales en el marco político-económico acaecidas en y sobre el país en estos diez meses, fueron asumidas por dirigentes masculinos, como muestra de que ellos dominan los marcos decisores principales en las altas esferas de la nación, más allá de la feminización paulatina que hoy experimentan el parlamento cubano, los cargos de ministros y ministras y el Buró Político del Partido.

Apartándonos de las lógicas interrogantes que pueden surgir a raíz de un discurso político dominado por ellos, nos centraremos en dilucidar algunas características de estas intervenciones que brindan un panorama de cómo se tienen en cuenta o no, la perspectiva de género y un lenguaje más inclusivo en estas intervenciones públicas.

Primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-CanelPrimer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-CanelEn todas, en mayor o menor medida, se encuentra un intento por cambiar expresiones sexistas, evidenciado por el empleo de frases introductorias y conectoras como: “Estimadas compañeras y estimados compañeros”, que en varios de los discursos se repite como especie de sello de la oratoria política cubana. A esta línea se suman otras: “Santiagueras y santiagueros”, “Queridas y queridos compatriotas”, “Queridos delegados y delegadas”.

Aunque se encuentran algunas distinciones desde la sintaxis, hay que resaltar que todavía predomina un lenguaje hegemónico centrado desde el genérico masculino. Los ejemplos ilustran algunos intentos de equilibrar los recursos lingüísticos en función de la paridad, pero todavía muestran una alarmante masculinización de los contenidos discursivos.

Un análisis cuali-cuantitativo permite llegar a la conclusión de que, a pesar de los pequeños atisbos de frases con sentido de género, todavía no existe una búsqueda consciente y constante de un lenguaje no sexista y de una deconstrucción y reconstrucción de mensajes comunicativos menos patriarcales.

Hasta transversalizar género en el discurso político

Posicionar una alocución pública desde una postura inclusiva permite comprender aún más los crecientes esfuerzos que el Estado y gobierno cubanos realizan por modificar los roles culturalmente definidos.

Cuando el género atraviesa medularmente la semántica de las intervenciones públicas de los más importantes líderes políticos del país, se potencia una mayor consciencia del tema y su resignificación en los más diversos escenarios de la nación.

Bajo estos análisis aparecen algunos vestigios de contenidos con enfoque de género en las alocuciones públicas de los dirigentes cubanos, que intentan brindar una imagen más participativa a la mujer.

Vale resaltar el llamado por la inclusión social que realiza Díaz Canel en la II Cumbre Celac-UE, donde defiende cómo los actuales desafíos a la paz y la seguridad de las naciones no provienen de los marginados del sistema capitalista mundial. “Tampoco provienen de los estudiantes expulsados de las universidades, de los trabajadores desempleados o de los miles de jóvenes en edad laboral y sin trabajo, de los marginados, de los indignados, de las mujeres que no cobran igual salario por igual trabajo al de los hombres, o cuando se corrompen o recortan los fondos de pensiones y la seguridad social de los jubilados”.

Prosigue su interesante llamado: “El mejor conocimiento de las realidades y la búsqueda de soluciones a los graves problemas que afectan a mujeres y hombres de ambos continentes son la razón de ser de estas Cumbres de los Pueblos y del encuentro de parlamentarios e intelectuales comprometidos, donde domina la solidaridad que, como enseñaba el Che Guevara, expresa la ternura y el amor entre los seres humanos”.

Resulta válido señalar, de igual forma, una patente significación, intencional o no, de ellas en la historia patria, más allá de una presencia masculina todavía sobrevalorada. He ahí la alocución de Machado Ventura en el aniversario 62 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes: “Tampoco es posible dejar de recordar que esta ciudad fue cuna de muchos de los protagonistas de nuestra historia; aquí yacen los restos gloriosos de Mariana Grajales, la madre de los Maceo; de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria; de José Martí, el autor intelectual de las acciones del 26 de julio de 1953; de un numeroso grupo de participantes en el asalto al cuartel Moncada y el alzamiento del 30 de Noviembre; de Frank País y una pléyade de hombres y mujeres de diferentes generaciones que entregaron sus vidas por alcanzar la libertad y la independencia de Cuba, por defender su soberanía y por contribuir generosamente a la emancipación de otros pueblos hermanos”.

Pero, sin duda, el clímax de la oratoria política (en este 2015), con cierta dosis de enfoque de género resultó la intervención de Raúl Castro en la “Conferencia de líderes globales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: un compromiso de acción”. Además de enumerar y cuantificar los logros del país en materia de salud, maternidad, escolaridad y ocupación laboral en función del sector femenino, el líder revolucionario reconoce las carencias.

“Sin embargo, aún nos queda mucho por hacer. Trabajamos para seguir cambiando los patrones culturales, de forma que se comparta entre hombres y mujeres el cuidado de la familia y se continúe incrementando su presencia en los cargos decisorios a nivel gubernamental, por solo mencionar algunos aspectos”, expresó el presidente cubano.

A la vez el mandatario llamó a la comunidad internacional a una gestión más integral para lograr la paridad. “No negamos que existan logros en las últimas décadas, pero resultan frágiles e insuficientes. Para avanzar hacia la plena realización de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer es preciso, ante todo, el logro de un orden internacional justo y equitativo, que erradique la pobreza y el hambre, ponga fin a los conflictos bélicos, privilegie al ser humano por encima del capital y preserve el medio ambiente”.

El análisis hecho hasta acá no pondera ni mucho menos la perspectiva de género presente en el discurso político cubano, toda vez que constituye aún insuficiente tanto en lenguaje y significado con vistas a lo necesario. Pero sí resalta un creciente interés en posicionar estos tópicos dentro de la agenda pública de la dirigencia en la Isla.

En ese sentido, los agentes comprometidos con el cambio social a nivel gubernamental deben ser los primeros en apostar por un alegato heterogéneo y de respeto a todas y todos, donde no solo se respire la inquietud por perfilar un lenguaje no sexista sino que se viva la verdadera intención de entender y promover una visibilidad, una consciencia, una claridad de objetivos en cuanto a lo que aspiramos.

Solo de esa forma se llevará la perspectiva de género al día a día, desde las altas esferas decisoras del país y el discurso político de un nuevo orden social.

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