Leonel Ramírez, trabajador de Recursos Humanos de una empresa azucarera

Giusette León García - CubaSí - Foto: Giselle Bello.- Los derechos sexuales son derechos humanos, asumirlo de este modo genera criaturas felices, plenas y dispuestas a devolver a la sociedad todo el bien que sean capaces de producir. Así lo demuestran las historias de un grupo de jóvenes que conversaron brevemente con CubaSí.


Ernesto Luis Betancourt es gay, estudia tercer año de medicina y aunque confiesa que el espacio familiar ha sido el más complejo para él nos cuenta con optimismo: “Personalmente desde la familia y desde todos los ámbitos es un proceso de crecimiento que pasa desde el dolor, el sufrimiento, los silencios, desde la incomunicación, desde la invisibilización y eso lo he sentido desde la familia, incluso en mí mismo por homofobia internalizada y únicamente los conocimientos que he salido a buscar para poder darme cuenta de que no somos personas enfermas los gays, las lesbianas, los transgénero, somos seres humanos con derecho a vivir, es lo que me ha permitido salir adelante, el apoyo de mis amistades, de mis compañeros, el apoyo progresivo y gradual de mis padres y de mi familia que han ido entendiendo que es algo natural, que tener un hijo gay no va a ser una deshonra para la familia, al contrario, les va a aportar un nuevo punto de vista y los va a seguir ayudando y los va a segur queriendo siempre.”

En cuanto a sus espacios de estudio y trabajo comenta: “Creo que hay un nivel de respeto hacia el profesional de la salud sin importar su orientación sexual, a pesar de los prejuicios que existen, más aún cuando es un profesional de alta calificación y de alta experiencia, como tenemos a muchos buenos médicos que son homosexuales y han salvado muchas vidas y se han ganado el cariño de sus pacientes y de sus compañeros de trabajo".

Así lo confirma la experiencia de Dicsan Oseti, un estomatólogo que asiste al trabajo trasvestido, sin temor de ser rechazado por lucir tal y como se siente:

“Yo nací así, con eso se nace. Voy a trabajar vestido así como me ves, todo el mundo me quiere y todo el mundo me acepta como yo soy, por lo menos en la salud ha habido un avance con respecto a años anteriores. Me ha hecho más feliz, porque puedo lucir como yo me siento, así que soy más feliz… Lo que pedimos es que nos acepten como seres humanos, no por la preferencia sexual que tenemos, que nos valoren por lo que realmente podemos y queremos aportar a la sociedad.”

En la dirección de recursos humanos de una empresa azucarera labora Leonel Ramírez, asiste con ropa de mujer y no se esconde para afirmar que si tuviera la oportunidad se sometería a una cirugía de cambio de sexo, sin embargo puede afirmar con toda certeza:

“Realmente mis compañeros me han aceptado como soy, imagínate que me ascendieron a Secretario del Sindicato, eso es a votación de los trabajadores, cuando ellos me eligieron es porque  me reconocen y me aceptan. Nuestra preferencia sexual no tiene nada que ver con lo demás, somos tan revolucionarios y podemos aportar al desarrollo de nuestro país tanto como cualquier heterosexual.”

Lamentablemente para todos, no siempre las historias son como estas, aún queda mucho camino por andar y bastantes cuentas pendientes para que pase de moda aquella canción donde Silvio Rodríguez protestaba: “el sexo es el juez universal del ser humano”.

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