Murieron 57 ciudadanos cubanos, entre ellos, un grupo de jóvenes y adolescentes, del equipo juvenil de esgrima que regresaban con sus medallas en el pecho, además de 11 guyaneses y 5 norcoreanos.
La Guerrilla Comunicacional.-
La Habana, 20 de noviembre de 2016
Un horrendo crimen continua impune
Vicentita, ni los avatares ocasionados por el destructivo paso del huracán Matthew impidieron a los cubanos recordar el horrendo crimen de Barbados y rendir tributo a las víctimas inocentes desaparecidas como consecuencia de la explosión, en pleno vuelo, del avión de Cubana de Aviación 455, el 6 de Octubre de 1976, o sea hace 40 años exactamente.
Murieron 57 ciudadanos cubanos, entre ellos, un grupo de jóvenes y adolescentes, del equipo juvenil de esgrima que regresaban con sus medallas en el pecho, además de 11 guyaneses y 5 norcoreanos.
Cuba entera sufrió la pérdida de todos ellos. Cuanto dolor, luto e indignación provocó en aquellos momentos, dolor que se renueva a cada momento cuando es público y notorio que sus asesinos, los que diseñaron la acción terrorista y ejecutaron la misma, gozan de buena salud y se pasean impunemente por las calles de la Florida y por otras de los Estados Unidos. Pues los asesinos no se ocultan para hablar de la protección y el indulto que la CIA y el gobierno estadounidense les otorgan.
No deja de asombrar la bajeza moral y humana que el hecho criminal en sí provoca y la impunidad en que se mantiene, demostrada y debidamente documentada la autoría de los criminales y la complicidad del gobierno de los Estados Unidos.
Cuanto odio albergaban para arrebatarles la vida a tantas personas inocentes. El horror del crimen se agiganta, en la misma medida que crece su repudio y el honor de los cubanos que mantienen su decisión de hacer valer el derecho universal de decidir sus destinos, de forma libre e independiente.
En estos días son muchas las voces que renuevan su acusación a los criminales y cómplices, entre ellas las de los gobiernos caribeños, latinoamericanos y brotan las lágrimas, una vez más, de los ojos de los familiares de los muertos, entre ellos de los hijos y nietos, que conmueven con los recuerdos de sus dolores.
Junto a ellos toda Cuba se abraza, no olvida, no perdona, porque como dijera Fidel en la ceremonia de duelo en la Plaza de la Revolución “cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.
Un abrazo,
La Habanera