Lirans Gordillo Piña - Revista Mujeres.- La predisposición al cambio, la necesidad de ser protagonistas del presente y el uso de novísimos recursos para la comunicación son características de las juventudes que pueden contribuir a una vida sin violencia de género. Pero avanzar en esa dirección impone conocer los imaginarios juveniles sobre la violencia machista.


Precisamente, resultados iniciales de un estudio sobre imaginarios juveniles y violencia de género fueron presentados en la capital el pasado 13 de octubre durante el 6to Encuentro Internacional Infancias y Juventudes, que organiza el Grupo de Estudios sobre Juventudes del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y el Grupo de Trabajo de CLACSO sobre juventudes e infancias.

La investigación se realizó en 7 países de América Latina y el Caribe (Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Brasil, Colombia y Cuba) e incluyó una muestra de más de 3500 muchachas y muchachos.

“Hemos tenido en cuenta la diversidad que existe en estos grupos y hemos explorado también formas de estigmatización y discriminación por orientación sexual e identidad de género, color de la piel y las ruralidades”, dijo durante el evento Pablo Vommaro coordinador de la investigación por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).

El estudio reúne a colectivos de investigadores de los distintos países vinculados a Clacso y también a coordinadores de la organización no gubernamental OXFAM Internacional, a partir de un acuerdo de colaboración entre ambas organizaciones.

Si bien el informe final estará listo en marzo del próximo año, especialistas de Colombia y Cuba adelantaron algunos hallazgos.

Llama la atención la existencia de puntos en común entre ambos países, a pesar de las diferencias culturales y principalmente los resultados que en materia de igualdad de género ostenta Cuba.

En ambos estudios las relaciones de pareja constituyen el espacio principal en el que se manifiesta la violencia hacia las mujeres.

El investigador colombiano Julián Loaiza dijo que “el cuerpo de las mujeres emerge como territorio de control. Las jóvenes identificaron las manifestaciones de la violencia física pero no eran conscientes de que si su pareja decide qué ropa deben usar, las amistades con las que se pueden reunir y les revisan el celular, eso también es violencia”.

Las y los jóvenes cubanos, si bien reconocieron los derechos de las mujeres e identificaron las expresiones de la violencia física y psicológica, aún comparten imaginarios sexistas y tradicionales que por ejemplo, naturalizan y aceptan la infidelidad masculina mientras condenan la femenina.

“Una alta proporción considera que “vestirse provocativamente” o andar solas, puede incitar al hombre a causarles daño o pueden buscarles problemas con sus parejas”, dijo María Isabel Domínguez, del Grupo de Estudios sobre Juventudes del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS).

La especialista explicó que si bien ser mujer se piensa de manera más heterogénea se observan tres arquetipos respecto a la identidad femenina, imaginarios que expresan la convivencia de ideas tradicionales y concepciones emancipadoras.

Todavía se concibe la maternidad como esencia de las mujeres así “ser madre antes que mujer” es una idea compartida. Y se dan como características propias de las mujeres el ser delicada y débil que requiere de halagos y protección.

¡Pero las resistencias también están allí! En muchachas y muchachos. Hay quienes se identifican más con el paradigma de la igualdad de derechos y oportunidades, reconociendo la diversidad entre nosotros; en otros casos convive el pasado y presente patriarcal con la promesa de un futuro con justicia de género y sin violencia.

Para Domínguez y Loaiza— miembros de los amplios equipos de investigación que en sus países realizaron encuestas, entrevistas y grupos focales—es importante rescatar la posibilidad del cambio e identificar las oportunidades, los espacios de influencia, los códigos e intereses de estos colectivos.

Según los análisis preliminares la familia y los padres aún ocupan un lugar importante en la representación de la violencia en estas edades. Sin embargo, crece la influencia del grupo de amigos, las redes sociales y líderes de opinión.

El estudio regional no quedará solo en el informe público. Según informó Christian Ferreyra, asesor de juventud de Oxfam Latinoamérica, los resultados se utilizarán para diseñar una estrategia de comunicación que aborde la violencia por motivos de género en estas edades.

“En este caso el objetivo ha sido poder partir de un estudio para generar toda una estrategia que busque cuáles son los espacios, los mensajes y los nudos que hay que desconstruir”, comentó Ferreyra al público asistente.

Cada país adaptará la propuesta a sus características y contará con la participación activa de muchachas y muchachos, colectivos juveniles que apuestan por la igualdad como un realidad para el presente y el futuro.

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