Ellas…sus cuidados y cuidadoras, un documental del Proyecto Palomas, Casa Productora Audiovisual para el Activismo Social

Lorena Guevara - Red Semlac / Foto compartida por Palomas en sus redes sociales.- Las sociedades, desde sus inicios, han clasificado de maneras diversas a los grupos de seres humanos. Criterios como la clase, la situación económica, la religión, la etnia, el color de la piel, la edad o el género han constituido indicadores para tal propósito. De esta forma, se han extendido relaciones de poder sostenidas en ideas discriminatorias y que generan desigualdades.


Con el tiempo se han trasformado determinados paradigmas y modificado algunos de estos criterios. Así, desde el conocimiento y la producción teórica, las desigualdades de género han estado entre las más abordadas, lo cual ha significado también derechos ganados desde el activismo feminista. Esto ha permitido visibilizar las maneras en que la cultura patriarcal dominante signa la construcción social de lo que es ser hombre o mujer, o de otras identidades de género y orientaciones sexuales, a partir de la asignación de roles y estereotipos marcados por el binarismo sexual y por la división sexual del trabajo.

Los estudios sobre género en Cuba pusieron su mirada, inicialmente, solo en aspectos relacionados con las mujeres y sus problemáticas. Sin embargo, las propuestas científicas de las teorías de género también requieren mirar a los hombres y sus problemáticas. Esto implica entender el género como una construcción cultural y categoría psicosocial que afecta tanto a mujeres como a hombres y explica las relaciones que se establecen entre ellas y ellos.

De esta manera, también la comunicación –y todo su entramado de medios y recursos– se posiciona como un mecanismo significativo y de gran influencia en la construcción social de género, pues recrea, naturaliza o propone modelos de lo masculino y femenino.

¿Cómo refleja a mujeres y hombres el proyecto Palomas? ¿Qué nos cuenta su producción audiovisual acerca de personas con otras orientaciones sexuales, identidades de género? ¿Cómo se ven esas personas afectadas por otras intersecciones como el color de la piel, la discapacidad, la edad…?

Este trabajo intenta acercarse a caracterizar la construcción social de género en la producción documental del proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social, a partir del análisis de conceptos como los estereotipos de género, la identidad de género y los roles y reglas impuestos por la sociedad según el sexo biológico1.

La investigación que le dio origen representó, además de una mirada analítica desde enfoques de género, la oportunidad de conocer la obra de experimentadas documentalistas que, transgrediendo a las construcciones culturales de una sociedad patriarcal, abordan, con una enorme carga de sensibilidad y agudeza, temáticas que por mucho tiempo fueron consideradas tabúes.

Construyendo modelos diferentes

Al realizar un acercamiento a la producción documental del Proyecto Palomas, se distingue na marcada intencionalidad en la selección de cada uno de los recursos que forman parte de la realización.

En los nueve documentales seleccionados2, las realizadoras Lizette Vila Espina e Ingrid León abordan temáticas relacionadas con el género. Así, ponen en tesitura pública la inserción de la mujer en la sociedad cubana, la disyuntiva entre ser madre, esposa, encargada del hogar y una profesional exitosa; los conflictos entre el sexo y el género de las personas transexuales y travestis; la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones; el respeto y amparo a las personas de la tercera edad, la necesidad de una niñez y adolescencia sanas; el reconocimiento a la labor de cuidadoras y cuidadores; la consagración de los padres biológicos y geográficos; así como las consecuencias de la violencia cultural, estructural y directa.

De esta forma, muchos documentales tienen un corte demográfico y antropológico muy coherente, en relación con el tema tratado y las referencias pertinentes de espacio-tiempo. En el contenido de estos audiovisuales se puede apreciar una mirada desde enfoques de género, la cual devela que ser mujer u hombre, independientemente del hecho biológico, es una construcción social y simbólica que se erige sobre los cuerpos y las subjetividades de los seres humanos.

Esos materiales tratan temas que ponen en tesitura pública la violencia de género, el papel de la mujer rural, la homosexualidad, la transexualidad, la discapacidad, el VIH/sida, la disfuncionalidad familiar, la vida de cuidadores y cuidadoras, además de otros asuntos que subyacen en el entresijo de los contenidos, como el fenómeno migratorio, ya sea hacia el exterior como en el interior del país; una situación que, indiscutiblemente, tiene un impacto desde el punto de vista demográfico, espiritual y afectivo.

Quienes protagonizan los documentales narran sus experiencias desde la intimidad. Son personajes con rostros, con historias. Personas que buscan ser escuchadas y que encuentran en el Proyecto Palomas una manera de levantar su voz.

Es interesante que los documentales, además de evidenciar el rol social y de género asumido por cada personaje, su posición social, ocupación y nivel de escolaridad; describe sus rasgos físicos, tales como color de la piel, edad, forma de vestir, maquillaje, color del cabello.

Ejemplos de esto son las expresiones de Aracely Rodríguez en Mujeres sobrevivientes de dos pandemias (2022): “yo vengo de un hogar donde tengo muchos hermanos y, además, soy una mujer negra y nací con una discapacidad” y de Nomi Ramírez en Mujeres, resiliencia, derechos a la vida (2019): “imagínate ser trans, tener VIH y ser una mujer negra”.

Son todas personas muy diferentes, pero parecidas en cuanto a ganas de luchar, vivir y crecer.

Las realizadoras siempre encuentran ese punto que conecta, de una u otra forma, a los personajes de cada documental y a sus historias. Además, el que los personajes tengan diversas procedencias y físicamente sean tan diferentes refuerza el mensaje que transmiten, porque dejan ver que nadie está exento de sufrir las situaciones que describen.

En una lectura connotativa, estos personajes simbolizan un sujeto social que establece prioridades en el cumplimiento íntegro de las tareas orientadas por las diferentes instituciones de la vida económica, social y política del país. Así como se retoman definiciones de lo correcto y lo incorrecto en los límites establecidos y la censura social por cada uno de ellos.

Esto es muy evidente en el documental Mujeres… el alma profunda (2015), el cual cuenta con los testimonios de mujeres de distintos orígenes y profesiones, entre ellas figuras reconocidas por su obra, como la actriz Obelia Blanco y la poetisa y compositora Olga Navarro. Estas narran la niñez, la juventud, los amores, los desamores, los errores, las pérdidas sentimentales y la forma en que han tenido que sobreponerse a la violencia, la discriminación y el sufrimiento.

Esto sucede también en Mujeres sobrevivientes de dos pandemias (2022), en Mi cuerpo es mi vida (2020) y en Estoy viva… lo voy a contar (2016).

Las realizadoras, además de las características físicas y sociales, dejan ver los rasgos psicológicos de los personajes, quienes desnudan sus almas para narrar sus metas, frustraciones, desengaños, motivaciones, sus prejuicios y dolores. De esta forma, se logra una empatía muy grande entre el producto y sus consumidores, en quienes despierta un sinfín de sentidos y emociones.

Así, aparecen en Mujeres… el alma profunda (2015) los testimonios, entre lágrimas, de Dorca María Domínguez: “parece que al fallecer mi esposo ahora veo la tristeza, no quisiera hablar más de eso”; de María Estela Tauler: “mis hijos varones marcharon al extranjero, los extraño mucho, quisiera tocarlos, besarlos, abrazarlos”; de Ana Rosa Hernández: “para mi familia yo soy la más fuerte y, sin embargo, yo no soy así; la Rosita que yo tengo por dentro no es así, es una Rosita que llora mucho, que sufre mucho” y de Wendy Hernández: “le tengo mucho miedo a la soledad; como no tengo familia, yo quisiera morir con un compañero que me quiera”.

Por otra parte, las realizadoras conforman su discurso desde una perspectiva de género, inclusiva, que llega por entero y a cada uno de los espectadores. De-construyen sentidos con cada documental, proponiendo una construcción de género avanzada, no hegemónica y de filiación feminista, que rompe con los moldes de una sociedad muy patriarcal como la cubana.

Además, evidencian desde su obra que, al romper roles y estereotipos que han sido una suerte de “norma social”, estas personas necesitan contar con seguridad, apoyo jurídico y autonomía.

Los documentales de Palomas constituyen expresiones de sentido mediante la expresividad artística y humanista, concebida de un modo cívico, como crítica para reparar actitudes, sancionar formas de pensamiento y construir nuevos paradigmas de vida social.

Se fundamentan en que la felicidad no es un azar ni un destino, sino un proyecto de vida concreto, que no es un derecho humano, pero sí es el disfrute pleno de los derechos humanos3.

Los audiovisuales, además, demuestran que las desigualdades entre mujeres y hombres se dan no solo por su determinación biológica, sino también por las diferencias culturales asignadas a los seres humanos.

Sus mensajes demandan transversalizar la perspectiva de género, al valorar las implicaciones que tiene, para los hombres y para las mujeres, cualquier acción legislativa, política o programática, en todas las áreas y en todos los niveles. Exponen la necesidad de educar a la sociedad, a partir de nuevos paradigmas y filosofías de vida renovadoras, de igualdad y aceptación.

Durante el análisis de contenido cualitativo de los filmes seleccionados, se evidencian interesantes puntos de encuentro, similitudes en el tratamiento dramatúrgico, homologías simbólicas que recurren en cada uno de ellos. A su vez, en las historias se puede apreciar la existencia de convencionalismos culturales adquiridos a través del modelo de familia tradicional patriarcal y su disonancia con la realidad que le acontece.

Cada uno de los documentales se basa en situaciones reales, problemáticas sociales que acontecen en el contexto cubano, inquietantes para cualquier creador, como parte de la nación.

Son elementos que sirven para generar y poner en circulación una serie de significados dentro de la cultura; constituyen un espejo sincero, un testimonio visual, que, a pesar de desgarrador, apuesta por la integración, la solidaridad y los valores humanos.

A la vez, comunican nuevas construcciones sociales de género que implican, para cada uno de nosotros y las sociedades como conjunto, cambios en los roles de los hombres y de las mujeres, estructurar un nuevo tipo de familia, lograr la equidad entre la mujer y el hombre; la inclusión, entre otras cosas, en aras de lograr la felicidad.

En tal sentido, la propia Lizette Vila asegura que el Proyecto Palomas, junto a otros y otras de la creación audiovisual, del activismo social en Cuba, de las organizaciones de la sociedad civil y de proyectos individuales, ha contribuido –hasta donde ha podido llegar– a la construcción social de género en el país. Sin embargo, siente que no es una contribución todavía exitosa porque en Cuba el patriarcado y el machismo están en todos los espacios de la sociedad.

“Todavía esas injusticias en equidades existen en la sociedad cubana, todavía esas deudas existen en la sociedad cubana. O sea, yo creo que la contribución es mínima, pero es algo. Y me parece que algo es más que nada; por ahí va Palomas y seguirá en quienes decidan, cuando ya no pueda o cuando ya no esté, mantener o no a Palomas, pero sí creo que lo más importante de este proyecto no es la contribución, sino la permanencia constante, la acción sostenida que hemos tenido día a día en estos 21 años que estaremos cumpliendo (en junio de 2023). Y yo creo que ahí es donde radica la pequeña contribución que hemos hecho, en todos los días”4.

Dichos audiovisuales constituyen una estampa de la vida cotidiana de hombres y mujeres en la sociedad cubana actual. Surgen en un contexto lleno de transformaciones económicas, sociales y culturales, incentivados por la creciente necesidad de desentrañar la manera en que se construyen los feminismos y las masculinidades.

En cada audiovisual está presente la denuncia y la necesidad de reparación. Sus protagonistas y la manera en que las realizadoras abordan los problemas que los aquejan evidencian la inminente necesidad de lograr la igualdad de derechos y responsabilidades entre mujeres y hombres, de eliminar la violencia de género y de construir una sociedad mejor, más justa y humana, donde las personas puedan disfrutar de una vida plena, digna y feliz.

Palomas es, entonces, un proyecto transdisciplinar, holístico, con un concepto interseccional de justicia de género, social y ambiental; donde la creación artística se torna creación humana.

1 El texto es parte de la investigación “Con lente de género: construcción social de género en la producción documental del Proyecto Palomas”, una investigación comunicológica en opción a la Licenciatura en Periodismo defendida en 2022 en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

2 Mujeres… el alma profunda (2015), Estoy viva…, lo voy a contar (2016), Mujeres… los poderes vitales del éxito (2017), Soy papá… de cualquier manera (2017), Mujeres, de la basura al bienestar (2018), Mujeres, resiliencia, derecho a la vida (2019), Mi cuerpo es mi vida (2020), Ellas… sus cuidados y cuidadoras (2021), Mujeres sobrevivientes de dos pandemias (2022)

3 Lizette Vila Espina. Directora del Proyecto Palomas. Entrevista personal, 13 de octubre de 2022.

4 Ídem

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