Cuando la pandemia de covid-19 transformó el escenario global en marzo del 2020, en Cuba ya había varios puntos de partida con desventajas para las mujeres afrodescendientes, indicó la investigadora Paula Haydée Guillarón Carrillo

Lisandra Fariñas - Red SEMlac / Foto: SEMlac Cuba. – Bajo discriminaciones raciales y patriarcales que confluyen en sus vidas, las mujeres afrodescendientes cubanas experimentan desventajas sociales, confirman investigaciones sociales que ahondan en esas problemáticas.


Al decir de la socióloga Yulexis Almeida, muchas de esas desventajas son resultado de una herencia histórica y la emergencia de nuevas formas de designación racial y sexista, además de reflejar la pervivencia ideológica colonial del racismo y el patriarcado.

“Un número significativo de artistas mujeres, desde su discurso, tratan de cuestionar todas estas relaciones de género y raciales que se dan de manera desigual en el entorno social cubano”, asegura Leidys Raisa Castro Silva.

La joven socióloga, que defendió en marzo pasado su tesis de maestría en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), ha profundizado en la representación de negras y mulatas en la producción de cinco fotógrafas modernas cubanas: Susana Pilar, Anelí Pupo, Mabel Valdés, Yanahara Mauri y Delvys Yamila.

Su investigación le permitió comprobar que, aun cuando las artistas no incorporan voluntariamente una concepción racial en su obra, dan cuenta de un distanciamiento respecto a las formas tradicionales de representar a las mujeres afrodescendientes.

Castro Silva se acercó a la violencia simbólica que implica una visualidad estereotipada en torno a ellas y constató que la sensualidad, la disponibilidad sexual, la subalternidad o marginalidad de la mujer negra y mulata con respecto a otras son rasgos que caracterizaron el panorama visual de los siglos XIX y XX en la nación caribeña.

“A partir del nuevo milenio y con el auge de los estudios de género, del activismo y del afrofeminismo, vale preguntarse qué pasa con la fotografía como superficie que interpela la realidad”, dijo.

En su estudio “Representación de las mujeres negras y mulatas en la producción fotográfica cubana en el periodo 2010-2020”, la socióloga comprobó que las artistas analizadas se alejan de códigos tradicionales y posturas colonialistas que han equiparado el cuerpo afrodescendiente con una hipersexualidad.

“Tal actitud podría marcar los inicios de un afrofeminismo en la fotografía cubana”, agregó.

Las obras de varias fotógrafas cubanas contemporáneas dan cuenta de un distanciamiento con las formas estereotipadas y tradicionales con las que se representa a las mujeres afrodescendientes. Fotos tomadas de http://susanapilardelahantematienzo.blogspot.com/ y @yanaharamauri/IG

Los cuestionamientos a las concepciones tradicionales asociadas a la estética de la mujer negra, con el cabello como centro; el reflejo de las víctimas de violencia de género y de mujeres con orientaciones sexuales e identidad de género no heteronormativas se construyen en sus obras como alternativas contrahegemónicas en la representación del cuerpo femenino afrodescendiente, sostuvo.

Para Castro Silva, “el arte es una vía, un camino”, donde la fotografía desempeña un papel importante.

Las políticas culturales deberían estar dirigidas a contrarrestar la reproducción de estereotipos y prejuicios raciales y de género que, interseccionalmente, afectan a las mujeres negras y mulatas, y perpetúan inequidades y desigualdades sociales en estos grupos, consideró la socióloga.

En el hip-hop, un movimiento profundamente machista, las mujeres enfrentan múltiples discriminaciones. Foto: SEMlac Cuba

Con este criterio coincide la filóloga y escritora Paula Haydée Guillarón Carrillo, al apuntar que la reproducción de patrones culturales en torno a las mujeres afrodescendientes contribuye a que sean ellas quienes mantengan mayores desventajas al interior de las comunidades, agravadas en condiciones de crisis.

En Cuba, cuando en marzo de 2020 la pandemia de covid-19 vino a transformar el escenario socioeconómico, existían varios puntos de partida donde las mujeres afrodescendientes se encontraban en desventaja, indicó Guillarón Carrillo.

“Tenían puestos laborales de menor remuneración y calificación, desventajas a la hora de ser contratadas en el sector no estatal y estaban sobrerrepresentadas en la migración interna, el sector informal, los hogares monoparentales, además de ser identificadas como uno de los grupos menos favorecidos ante las medidas de la tarea ordenamiento”, alegó.

Iniciada el primero de enero de 2021, la llamada tarea ordenamiento planteó como aspectos esenciales la eliminación gradual de subsidios excesivos, una reforma en los ingresos y la unificación monetaria y del tipo de cambio.

La tesis de maestría que Guillarón Carrillo defendió en Flacso, Afrodescendientes vulnerabilizadas en el barrio El Fanguito. Estudio interseccional desde los afrofeminismos decoloniales”, permitió constatar varios de estos elementos en esa  comunidad de la capital del país.

De acuerdo con Guillarón Carrillo, entre las causas de esa situación de vulnerabilidad, ellas señalan a la discriminación en el ámbito laboral, sobre todo en el sector privado, por color de la piel y la cantidad de hijos. También el maltrato, la sobrecarga en el hogar y la dependencia económica de sus parejas; el bajo capital cultural y los pocos ingresos, así como los escasos o nulos activos y capacidades para alcanzar condiciones básicas de vida.El estudio, igualmente, atribuyó abandono institucional e inadecuada identificación de las personas en situación de desventaja por parte de las autoridades responsables. Tales escenarios demandan tipologías diversas de acciones: políticas, socioeducativas, de salud, empleo y asistencia social, para disminuir la sobrerrepresentación de mujeres afrodescendientes vulnerabilizadas, enfatizó la investigadora.

Racismo: un tema de debate público

A juicio de la socióloga Mayra Espina Prieto, el tema de las desigualdades asociadas a la racialidad ha tenido una presencia estable en la investigación social en el país.

Sin embargo, no ha sido un tema central abundar en sus expresiones en el debate público o develar las percepciones diversas en el conflicto racial que estas desigualdades generan. “Más bien se ha tratado de ocultar estos conflictos y debates”, afirma la experta.

Para la socióloga Mayra Espina Prieto, las desigualdades asociadas a la racialidad han estado presentes en la investigación social, aunque no en el debate público. Foto: SEMlac Cuba

Para la periodista e investigadora Rosa Elena Encinas Hurtado, desestructurar las bases materiales y simbólicas del racismo precisa la emergencia del consenso y la maduración de la conciencia racial. Un desafío que implica la conjugación de la voluntad política y el debate público, afirmó.

La realidad demuestra que no basta con una previsión política, “el rechazo al otro por el color de la piel se manifiesta en la vida cotidiana, la familia, en los centros educacionales, los medios de comunicación y otros espacios”, señaló.

Encinas Hurtado sostuvo que la prensa es un instrumento efectivo y necesario para la consecución del objetivo de la lucha contra el racismo, por su capacidad para formar, educar y estimular una conciencia antidiscriminatoria.

“Pero no desde la información sin matices de la problemática, sino a partir del análisis crítico y revelador de las formas en que esta condición de las relaciones sociales se reproduce e invisibiliza”, apuntó.

En su tesis “Lo dicho, lo desplazado y el límite”, que abordó el debate público sobre la problemática racial que se generó y desarrolló en tres blogs cubanos entre 2018-2021, la investigadora demostró la trascendencia del espacio digital como escenario de comunicación.

Algunas de las inquietudes debatidas en esos canales son el uso correcto o incorrecto del término afrodescendiente, la designación de personas negras y mulatas en cargos de dirección, su acceso a la educación superior, la composición racial de barrios marginales, la ausencia de las estadísticas de la categoría color de la piel, la presencia limitada de personas negras y mulatas en medios de comunicación, la sobrerrepresentación en la población penal y subrepresentación en instancias de poder político, económico y militar.

Otras reflexiones giraron en torno a la ausencia de investigaciones sobre la cuestión racial en las escuelas, la obviedad del color de la piel en el estudio de la historia; la literatura y la historia africana como asignaturas pendientes; así como las ausencias bibliográficas que subestiman el protagonismo de personas negras y mulatas en la construcción de la nación y su cultura.

Para Espina Prieto, “el debate público sobre la problemática racial que se genera en los blogs contiene propuestas que pueden ayudar a la conformación de estrategias y estructuras comunicativas para el abordaje de dicho problema”, así como al trazado de políticas sociales que atiendan, sobre bases científicas, esta cuestión en el país.

Diversas investigaciones muestran la permanencia de desventajas sociales en la Cuba actual para las mujeres afrodescendientes. Foto: SEMlac Cuba

Igualmente, es imprescindible establecer alianzas con el activismo que asume una postura crítica y consciente, en función de potenciar una gestión y formación socioeducativa antirracista, con impacto directo en las comunidades, acota Encinas Hurtado en su trabajo en opción al grado de máster en Flacso.

Pueden fomentarse mecanismos legales para asesorías ante actos discriminatorios y promoverse espacios de debate donde interactúen decisores, diversos actores sociales, de la academia y la política, entre otras personas, añadió.

La implementación del Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial constituye una plataforma de trabajo relevante. No obstante, es imprescindible desarrollar una efectiva comunicación política que asegure su éxito, dijo la invesyigadora.

En su opinión, la conformación e implementación de políticas públicas contra la discriminación y la desigualdad necesita de la participación de los grupos racializados en el proceso.

“Generar un debate público, crítico e integrador en torno a la problemática racial y la implementación del programa debe sustentarse también en una participación popular efectiva”, advirtió.

mujeres af “La discusión en torno al programa nacional tiene que ser altamente participativa, consciente, crítica y valiente”, sostuvo.

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