Lirianas Gordillo Piña - Revista Muchacha.- Cuando llega el año nuevo me pongo igual que la Cucarachita Martina: «¿qué haré, qué haré?». Como ya serán 18 años, a partir de este enero sobrevienen grandes transformaciones. Mi familia, en asamblea ampliada, así lo aprobó. ¡Jejejejej!Mis mamás y mis papás son lo máximo, así lo creen mis amigas.


Y no es solo por la «peculiar» conformación de mi familia, sino por la dinámica, el swing que le pone a las cosas y, la verdad, por la buena comunicación. Bueno, yo siempre digo que no queda de otra, somos tantos que… ¡«hay que conciliar, Cecilia»!, siempre repite mi papá Pedri.

Esa conciliadera no siempre me beneficia. Yo es­peraba con ansias mis 18 años, más que los 15. Y es que en los 18 una puede hacer un montón de cosas; mientras que en los 15, si te dejas llevar por estudios fotográficos y books de moda, pue­des quedar como una muñeca posada. Ahora, con 18 años, puedo «elegir y ser electa».

A los 18 también puedes comenzar a trabajar y com­partir estudio y trabajo. Algunos amigos comen­zaron después de los 16 pero, qué va, en mi casa siguen apostándoles a los estudios. En fin, que pueden hacerse muchas cosas y realizar muchos sueños. Yo he tenido que esperar hasta ahora para realizar uno de los míos: mi primer tatuaje. «Hasta que no seas mayor de edad, te leas toda la información que te buscamos sobre los riesgos y medidas de cuidado, inspeccionemos las condi­ciones de higiene y seguridad del local y manten­gas el mismo diseño por un año», dijeron a coro.

¡Qué te cuento, querido Diario! De los cuatro re­querimientos, solo nos falta la inspección del local. Estoy segura de que desfilaremos los cinco por el taller. Pero los enamoré con el diseño. Cuando les enseñé aquella palma real erguida, orgullosa, desafiante y despeinada como yo, mis madres se abrazaron emocionadas, mientras mis papás se reían cómplices. Eso quiero, una palma real a todo color tatuada en mi piel.

Mi familia se resistió un poco a la idea del tatuaje, pero comprendió que yo también soy hija de estos tiempos. Y a mí me hará muy feliz ver mi muñeca izquierda abrigada con esa palma real. ¡Qué emoción!

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