Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Escribo estas líneas, motivado por Alfredo Guevara: sobre el Stalinismo en Cuba, firmado por Manuel David Orrio, quien de paso me acercó a Cuba: ¿tiempo para una nueva Constitución?, responsabilidad de Harold Cárdenas Lema. Adelanto que, mientras en el primero encontré una lectura parcial de lo expresado por el destacado Revolucionario, Cineasta y Mentor de Juventudes del patio (1925-2013) y la necesidad de consultar otras fuentes; en el segundo hallé elementos susceptibles de ser enriquecidos con otros datos históricos y científicos. Comparto, pues, mi ángulo de mira al respecto —divorciado de la menor intención peyorativa.


Hasta hoy día, pienso que la valoración más atinada sobre la impronta de quien condujo a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) antes, durante y posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), la aporta Fidel Castro en su conversación con Tomás Borge en 1992, quien le dice/pregunta/acota al entrevistado: “Para la mayoría de los dirigentes revolucionarios de América Latina, la crisis actual del socialismo tiene un autor intelectual: José Stalin. ¿Qué opina usted?”. “Algunos dicen que la Unión Soviética ganó la guerra a pesar de Stalin…”. Y la larga respuesta, sin embargo, desde el mismo comienzo, coloca los puntos sobre las íes.

Responde Fidel:

Creo que Stalin cometió errores muy grandes, pero también tuvo aciertos grandes. Creo que Stalin tuvo un papel importante en la Revolución de Octubre y en la guerra contra la intervención extranjera después de la revolución, eso es conocido históricamente. Stalin desempeño un papel importante en la industrialización de la Unión Soviética, y en la gran guerra patria y la reconstrucción del país. Esos son hechos objetivos”. “[…] A mí me parece que equivale a un simplismo histórico atribuirle a Stalin la culpa de los fenómenos que han pasado en la Unión Soviética, porque ningún hombre podía, unipersonalmente, crear determinadas condiciones” —las negritas son mías.

Luego, recuerda nuestro Comandante en Jefe que Stalin, con sus sucesivos errores, colocó a los comunistas en todo el mundo en situaciones sumamente difíciles porque tuvieron que hacerse una especie de harakiri por defender a la URSS en los años de la III Internacional; aunque sí fue correcta aquella defensa. E igualmente aclara que la historia de la Revolución Cubana es un argumento que demuestra cómo, a diferencia de Stalin, jamás la Revolución cometió una violación de principio —las negritas son mías.

Y subrayo que nunca antes Fidel había compartido declaraciones de tan alto vuelo con Periodista alguno. Así, les recomiendo a mis lectores/as detenerse en el hipervínculo señalado, si desean saber el juicio de marras del Líder de la Revolución Cubana; porque, por su rigor, es imprescindible para una mejor aproximación al denominado Stalinismo en la Mayor de las Antillas —amén de otras lecturas. Ver: ¿Cuales fueron los errores de Stalin? Pero no es aquí, donde voy a ser centro en el tema que presento en esta oportunidad. Llamaré su atención en otras fuentes que develan el pensamiento de Alfredo Guevara en este orden de ideas.

Orrio citó estas palabras del mencionado Revolucionario, Cineasta y Mentor de Juventudes, apoyado en Alfredo Guevara. Dialogar, dialogar (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender). Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano. La Habana, 2013. NOTA DE LOS EDITORES —me resulta casi imposible ahora consultar esa fuente:

“Creo que el socialismo, que es mi ideología, ha sido parcialmente asesinado en nuestro país, y tenemos que recuperar la esencia misma de la idea socialista para salvarnos y salvarlo de la cristalización  que, en términos marxistas, se llama ideología (6)…creo que entre las cosas asesinadas, hemos asesinado a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), que son lo más aburrido que existe, sólo comparable con las reuniones del Partido, las reuniones de los núcleos ¿Por qué? Porque ya no son lo que eran (6)” —las negritas son mías.

Considero que quien lea tal cita, simplemente estará en presencia de una percepción desastrosa de cara al núcleo duro del sistema político cubano (ver sobre la formación del Partido Comunista de Cuba —PCC). Mas, si usted se detiene en otra fuente, encontrará que Alfredo expuso en Septiembre de 2010 en el programa de Amaury Pérez Con dos que se quiera:

“[…] yo digo que Cuba tiene sus particularidades, que la Revolución Cubana tiene logros especiales, aparte de los otros logros”. “[…] logró realmente ser el poder y sin el poder no hay Revolución, ¿eh? Ahora, ¿cómo hacemos la Revolución? ¿Hasta dónde la llevamos? ¿Cómo la revolucionamos?, si quieres, otro programa” —las negritas son mías.

Y complementando esas consideraciones, en Junio del año siguiente declara Guevara, por un lado, que “el crimen más grande que podemos cometer es aceptar que la ignorancia ocupe cargos […] hay demasiada ignorancia en nuestro Estado todavía, en nuestro Estado y organizaciones sociales, incluyendo el Partido, hay demasiada ignorancia con poder sobre personas”; pero también manifiesta: “[…] yo creo que lo primero que hay que preguntarse es qué cosa es la Juventud Comunista, qué cosa es el Partido, qué cosa debían ser las organizaciones sociales, incluso la dirección de la CTC, para poner tres cosas fundamentales. Esa es la vanguardia, y los que forman parte de ella deben ser lo mejor” —las negritas son mías.

Entonces, certifico que careció de casualidad que a finales de Junio de 2011 publiqué Fidel Castro, Alfredo Guevara y la Juventud Cubana; así como que en este instante pregunte: ¿Cómo hablar de Stalinismo en el —menos, colocar en tela de juicio la pulcritud que al respecto exhibirá el próximo Congreso del PCC, de acuerdo con registros en Cumbres anteriores de nuestra vanguardia ideo-política—, sin matices que le permitan al lector/a una percepción lo más desprejuiciada humanamente posible —todavía más, ante la interpretación del Compañero Fidel?

(Me permito insistir en que los Objetivos de trabajo aprobados en la Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba en Enero de 2012, hacen constar en su “No. 57. Enfrentar los prejuicios y conductas discriminatorias por color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial y otros que son contrarios a la Constitución y las leyes, atentan contra la unidad nacional y limitan el ejercicio de los derechos de las personas” —las negritas son mías).

A la sazón, pues, me acompañan no sé cuántas razones para considerar que por el mismo estilo debe ser abordado el asunto de nuestra Constitución (allí consta que “la vanguardia organizada de la nación cubana [el PCC], es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”) y el Empoderamiento del pueblo en el contexto de la actualización del modelo económico cubano. A ello me referiré en la segunda parte de este título.

 

 

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