Por Harold Cárdenas Lema (haroldcardenaslema@gmail.com) - Cubainformación / Blog La Joven Cuba.- Traté de no escribir sobre el tema migratorio con todas mis fuerzas porque la esfera pública está padeciendo de un fetichismo con la polémica que me exaspera, pero no quiero dejar pasar el chance para señalar algunas cosas. En los medios internacionales se ha tratado de imponer una agenda que cuenta medias verdades sobre el tema, en los nacionales se esfuerzan en contraponerlo con la otra parte de la historia, pero ninguno la cuenta completa y eso le resta credibilidad a todos. Hace dos meses estuve en el Ecuador y a diez metros del presidente Correa le escuché decir que las verdades a medias son dobles mentiras. Hagamos un esfuerzo por matizar un poco lo que está ocurriendo.


El “bueno” para muchos en esta película es Estados Unidos. Muy cómodo en su papel de paraíso migratorio ejerce tanta influencia que algunos creen que el éxito económico implica autoridad moral. Por alguna razón ha jugado el papel más discreto hasta el momento, sin arriesgarse al desgaste político en este tópico donde las opiniones son tan pasionales y es más fácil quemarse que salir airoso. Con tantos intereses en juego, muchos prefieren omitir a la Ley de Ajuste Cubano como la raíz del problema y prefieren culpar a cualquier otro, porque es más conveniente, es catártico y porque los muertos que quedaron en el mar o Centroamérica intentando alcanzarla, se olvidan pronto y no tienen voz propia.

El bueno tiene en sus manos desde hace tiempo la posibilidad de terminar la ley, y no lo hace, la oportunidad de otorgar visas en vez de promover el peligro, y no lo hace tampoco. Esto viene siendo así desde hace tanto tiempo que casi nos parece normal, al punto que ya nadie se lo cuestiona. El derecho inalienable a irse y regresar debe ser legitimado todos los días, pero no está bien politizar la emigración buscando sacarle ventaja política, por ninguna de las partes. Muchos de mis amigos viven hoy en Estados Unidos y se lo respeto, cualquier joven cubano pudo haber sido uno de ellos, pero nuestro derecho a quedarnos también debe ser respetado. Cada uno que persiga sus sueños, siempre que al hacerlo no se dañe al otro.

El “malo”, como es costumbre en Internet desde su surgimiento, sigue siendo Cuba. Las deudas de nuestro discurso político con la realidad son tan grandes que incluso la evolución positiva pasa desapercibida. El mismo país que hace poco calificaba al emigrado de “traidor” y “gusano”, dándole un matiz político innecesario al fenómeno migratorio, acaba de publicar en su principal periódico una declaración donde garantiza el derecho de sus ciudadanos a viajar o emigrar, y pocos perciben este cambio en el discurso. Si no estuviéramos tan enfrascados en las culpas del otro, que las tiene, podríamos dedicar un minuto a reconocer que necesitamos construir un país donde los suyos quieran permanecer, regresar incluso.

Es en momentos de crisis así donde se visibilizan los defectos en el discurso nacional. Hace días un reportaje en la TV comentaba la tranquilidad que había frente a la embajada ecuatoriana y se repetían una y otra vez los planos de la calle vacía. Los cubanos nunca vimos la cobertura del día anterior, cuando la calle estaba atestada de gente como nosotros reclamando por una medida que los perjudicaba, que los convertía en daño colateral de un problema migratorio agravado en la frontera costarricense. No es solo que esto sea un periodismo poco serio, sino que Telesur transmitió con mucha profesionalidad los hechos y nuestro silencio vergonzoso fue más que evidente.

Muchas de estas posturas defensivas revelan nuestras contradicciones, aunque estoy seguro que tienen solución. Como mismo los recientes cambios ocurridos en Cuba no han provocado el apocalipsis, sino demuestran que la sociedad estaba lista para ellos y lo rezagado es la capacidad de decisión política, desde hace tiempo estamos listos para un periodismo mejor, a la altura de este pueblo. Aunque también surgen otras interrogantes: con tanta solidaridad que desprendemos por otros, tantos médicos, maestros y ayuda humanitaria que enviamos a otros pueblos, ¿por qué no ha ido una brigada nuestra a Costa Rica? ¿Por qué no hemos enviado un cargamento de alimentos y medicinas? Hay muchas maneras de poner la pelota en la cancha del otro, que no nos hagan pasar por los malos, lo fácil es hacer lo de siempre y limitarse a culpar al otro.

En esta historia Nicaragua es el “feo”, está haciendo cumplir la ley y esto nunca es muy popular. Tampoco es que no le tengamos reservadas nuestras críticas, ver a sus soldados lanzar gases lacrimógenos a nuestros compatriotas no nos hace ninguna gracia. Su posición es ciertamente incómoda y todavía el final no está escrito. Esperemos que no se pierda de vista lo más importante en esta crisis, que son las personas varadas en la frontera y los que todavía aspiran a realizar el trayecto latinoamericano.

Habrá que ver si la Casa Blanca se arriesga a socavar la Ley de Ajuste en un año de elecciones presidenciales, habrá que ver cuándo en Cuba reconoceremos las cuotas de responsabilidad compartidas que tienen las partes, habrá que ver qué ocurre con los miles que están en esa situación. Lo ideal para mí sería que se creara un corredor humanitario que conduzca a mis compatriotas en Centroamérica directo hacia Estados Unidos e inmediatamente proceder a eliminar la Ley de Ajuste, la raíz del problema que muchos no critican por conveniencia. Lamentablemente esta propuesta es poco realista.

Seguiremos siendo testigos de esta historia donde hay buenos, malos y feos que no son tales, donde todos tienen responsabilidades para solucionar el problema. En lo personal trato de no pensar lo migratorio mucho por estos días porque ya va doliendo demasiado perder tantos amigos. Espero que entre las lecciones de la crisis reconozcamos que a nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, hay que agregarle el título de Movilidad Humana como hizo Ecuador, los millones de cubanos que tenemos viviendo fuera lo ameritan. Pero, ¿es eso un sueño posible cuando hace tan poco les decíamos traidores? Espero que sí.

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