Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Tenía pendiente compartir con mis lectores/as qué pienso sobre las actividades del principal inquilino de la Casa Blanca durante su reciente visita a la Mayor de las Antillas. Me da el pie, el Discurso del Presidente Obama al Pueblo Cubano. Para mi análisis, me he afincado en lo que escribí en Cuba-EEUU: extraordinario avance; enorme desafío dos días después del histórico 17/D y en Cuba-EEUU: de la Casa Blanca, NO viene nada gratis a principios de 2016, además de reportes de prensa a la sazón del acontecimiento.


En el primero de mis trabajos, resalté que no debíamos tener la menor duda de que el Carril II se incrementaría toda vez que volvería a asecharnos más subversión ideológica cuando el Lobo se vistiera de Caperucita Roja, a partir de la . En el segundo, destaqué las medidas pálidas contra el Bloqueo y la constante de intentar pasarnos “gatos por liebres”. Es lo mismo, si reflexionamos sobre la autorización de viajes personales no turísticos a Cuba y el uso del dólar en transacciones cubanas y el encuentro de Obama con sus mercenarios/as.

Con este preámbulo, es natural que asuma como complemento omisiones y sutilizas del mencionado discurso. Grosso modo, explico.

Las palabras del Presidente Obama dirigidas a nuestro pueblo, constituyen una pieza oratoria de cómo mostrar la esencia de su ideología con una apariencia ajena a confrontación alguna. Observe usted cómo partió de “Cultivo una rosa blanca”, poema de José Martí, para ofrecernos “el saludo de paz”. Mas, pasó por alto que nuestro Héroe Nacional nos había legado esta sintética lección: “Amamos a la patria de Lincoln [Padre de la Revolución en EEUU], tanto como tenemos a la patria de Cutting [bandolero que saqueo territorio azteca]”.

Otro pasaje que merece ser leído en entrelínea es su alusión a que “para llegar hasta aquí tuvimos que recorrer una gran distancia: derribar las barreras de la historia y la ideología”, sin descartar la mención a “Exiliados que llegaron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidad”. De aquí puede observarse que, amén de la manipulación de tales “barreras”, el conductor de la Administración estadounidense obvia el lado oscuro de exiliados como Posada Carriles responsables de luto en numerosas familias cubanas, ¡y ni asomo de perdón por tantos crímenes!

Por el mismo estilo está el siguiente segmento del discurso en causa: “[…] lo que estaba haciendo Estados Unidos no funcionaba. Debemos tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría no tenía mucho sentido en el siglo XXI. El embargo solo hacía daño al pueblo cubano en lugar de ayudarlo […]. No debemos temer el cambio, debemos acogerlo” —las negritas son mías.

Así, propongo meditar a través de estas interrogantes: ¿Por qué Obama no acaba de hacer uso de sus prerrogativas presidenciales y sepulta la aplicación del Bloqueo que depende de su Ejecutivo? ¿Debemos aceptar que con el fin de la Guerra Fría se “está normalizando relaciones con el pueblo cubano”, a contrapelo del citado encuentro con sus mercenarios/as? ¿Qué tipo de cambio es el que él nos recomienda, si tenemos en cuenta sus loas al cuentapropismo y las cooperativas y su silencio ante la obra de la propiedad estatal? ¿Será así creíble la tesis según la cual están lejos de tratar de imponernos su sistema político y económico?

Entretanto, sugiero meditar en torno a Comparando el discurso de Obama en La Habana con el de Reagan en Moscú firmado por Stephen Sestanovich del The Wall Street Journal. Y advierto que el autor no milita en el Partido Comunista de Cuba.

Termino mi examen en este orden de pensamiento, llamando la atención sobre las palabras del penúltimo párrafo del discurso en cuestión, a saber: “[…] La historia de Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y ahora reconciliación. Ha llegado el momento de que dejemos atrás el pasado. Ha llegado el momento de que juntos miremos hacia el futuro […]” —las negritas son mías.

Con estas seductoras palabras, algún/a incauto/a pudiera creer que nunca existió la Guerra multilateral vs. nuestra Revolución. No obstante, tengo la convicción de que la Cultura del pueblo cubano deviene muro de contención —aunque sería imperdonable “dormirnos en los laureles”. Así resumo las omisiones y sutilizas de Obama en Cuba.

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