Artur González / Heraldo Cubano


Diferentes Agencias de Inteligencia de Estados Unidos compiten entre ellas, para ver cual puede escribir el mejor guión de ciencia ficción, similar a lo que sucede anualmente en Hollywood, para alcanzar la deseada estatuilla del Oscar. En este caso la protagonista principal es la pequeña pero irreductible Isla de Cuba.

Las mentiras que construyen contra Cuba desde hace 64 años lo demuestran y cada vez las escriben con mayor excentricismo, para hacerle creer a la opinión pública, que la Revolución socialista representa un peligro para Estados Unidos y el mundo.

Lo hicieron en el año 1960 cuando la CIA, con apoyo de la Iglesia Católica, escribieron una supuesta ley, donde la Revolución cubana privaría de la patria potestad a los padres y enviaría a sus hijos a la URSS. Aquella siniestra acción provocó la salida del país hacia Estados Unidos, de 14,038 niños y niñas sin acompañantes, separándolos de sus padres, solo para crear terror entre los cubanos.

Otras falsedades se fueron hilvanando a través del siglo XX, para culpar al socialismo de las limitaciones materiales y escases, pero ninguna hizo cambiar al pueblo, ni retirarle el apoyo a la Revolución socialista, porque se sabía que el verdadero responsable es el gobierno de Estados Unidos, quien cumple con las recomendaciones despiadadas, hechas en 1960, por el subsecretario de Estado, Lester Mallory, de: “…enajenar el apoyo interno a la Revolución a través del desencanto y el desaliento, basado en la insatisfacción y las dificultades económicas, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del  gobierno”.

Su rabia los llevó a imponerle a Cuba en 1961, la Ley de Comercio con el Enemigo, de 1917, la cual prohíbe cualquier tipo de transacción comercial o financiera, incluidas las relativas a viajes, transportes o negocios, prorrogada anualmente por los presidentes de turno; además de la Ley de Cooperación Internacional, de 1961, Sección 620.a.

En 1962 aprobaron el mal llamado “Embargo”, cuando sus documentos secretos dicen textualmente:

“…aplicar una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, junto a operaciones psicológicas que acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen…”

No conformes, aprobaron otras leyes para estrangular a Cuba, entre ellas:

“Regulaciones al Control de los Activos Cubanos, de 1963; Ley para la Democracia en Cuba, de 1992, conocida también como Ley Torricelli; Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas, de 1996, (Ley Helms-Burton); Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio, del año 2000, y en el 2017 el presidente añadió 243 sanciones comerciales, económicas y financieras.

No hay país en el mundo donde toda su población vive, hace 64 años, con tantas sanciones sin doblegarse a los dictados de Estados Unidos.

En el año 1980 diseñaron campañas contra Cuba respecto a las salidas del país, estimularon la entrada por la fuerza en sedes diplomáticas y al final, Estados Unidos terminó asimilando 124 mil 789 cubanos que salieron de Cuba, sin visas, por el puerto del Mariel. Solo el fracaso fue el resultado final.

Después de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, soñaron con ver caer a Cuba en sus brazos, bajo el principio que elaboraron en el siglo XIX de “la fruta madura”, pero sus predicciones volvieron a fallar y, por tanto, tenían que fabricar otras mentiras, como las dichas por John Bolton, cuando Cuba inauguraba el Centro de Biotecnología para salvar vidas con recursos propios.

Bolton declaró que “era una fábrica de componentes de la guerra biológica y representaba un peligro para la seguridad nacional yanqui”.  Rápidamente Fidel Castro destruyó tales mentiras y el fiasco fue el premio obtenido por los guionistas de la CIA.

En 1994 jóvenes oficiales de la CIA repitieron el añejo diseño subversivo de la emigración, pero volvieron a fracasar, porque el pueblo cubano se mantuvo firme. Sin embargo, los Estados Unidos se vieron obligados a asumir no menos de 33 mil cubanos que salieron ilegalmente, la mayoría recogidos en alta mar por guardacostas norteamericanos y trasladados hacia la Base Naval Yanqui en Guantánamo, en espera de su procesamiento.

Con la llegada de Donald Trump, las sanciones económicas, comerciales y financieras se incrementaron, para que el pueblo se lanzara a las calles, pero se quedó con los deseos.

En un desesperado intento por forzar el desencanto del pueblo hacia el socialismo, la CIA presentó otro libreto, pero esta vez el blanco “atacado”, fueron sus propios oficiales radicados en su embajada en La Habana, bajo el invento de inexistentes “ataques acústicos”.

El argumento les permitió cerrar prácticamente la misión diplomática, principalmente el consulado para obstaculizar las visas de los cubanos. El final es conocido, tuvieron que reconocer que no hubo ningún ataque y con la ampliación de las sanciones económicas, solo consiguieron una oleada aún mayor de emigrantes cubanos, que hasta el cierre del año 2022 sumaron 178,848.

Rabiosos por los acuerdos comerciales y financieros firmados con Rusia en 2023, que permitirán un desarrollo económico de Cuba, de inmediato los especialistas de las Agencias de Inteligencia yanqui, se dispusieron a elaborar otra campaña mediática, con el objetivo de crear rechazo entre los cubanos, a partir de divulgar informaciones tergiversadas y falsas de que “los rusos se apoderan del país, sus mejores tierras, fábricas y servicios básicos”.

Esto tampoco provocó repudio en los cubanos, ansiosos por recuperar sus niveles de alimentación y obtener productos deficitarios, como los provenientes del campo socialista en los años 80 del siglo XX.

Ante esa realidad, especialistas de las Agencias de Inteligencia yanqui deseosos de ganarse el premio, se les ocurrió la pésima idea de “filtrar” a la prensa, un supuesto acuerdo entre Cuba y China, donde la Isla “accedió a permitir que China construya una instalación de espionaje, para espiar las comunicaciones electrónicas en todo el sudeste de Estados Unidos”.

Pero esta vez no sucedió lo mismo que con el tema de los ataques acústicos y de inmediato la cancillería cubana convocó a una conferencia de prensa para desmentir tal invento.

Parece que los dirigentes de los Servicios de Inteligencia yanqui también padecen de Alzhéimer y olvidaron que Estados Unidos tiene alrededor de 800 bases militares distribuidas en más de 80 países en el mundo y de ellas más de 76 se encuentran en América Latina, con unas 173.000 fuerzas acantonadas en las mismas.

Estados Unidos y sus Agencias de Inteligencia quedaron nuevamente en ridículo, sin obtener el deseado premio Oscar al mejor guión del año.

Por eso José Martí afirmó:

“El premio aviva el celo… y enciende en ardor nuevo al que lo desea”

 

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