Cristóbal León Campos - Cubainformación.- Ya son más de 250 días de la intensificación del genocidio sionista en tierras palestinas, las voces del mundo siguen clamando por el cese al fuego y por la paz, una paz que no tiene otra salida realmente final que el reconocimiento del Estado y Nación Palestina. Un deseo y un derecho negado por décadas y que ahora tiene al mundo en vilo.
Las cifras ya rebasan los 40 mil asesinados (niños y mujeres encabezan las listas), las bombas no han dejado de caer y los políticos de uno u otro lado pelotean la responsabilidad, son días y meses de un dolor extremo, ¿cómo llegó la humanidad a tan alta barbarie?, ¿no acaso de lo vivido antes es la enseñanza de lo que hoy no deberíamos vivir?, una parte de la humanidad fue despojada de su esencia y se le incrustó el mito más cruel, aquel que habla de maldad natural, pero no es esa la verdad, la realidad es que en medio de un sistema deshumanizado como el capitalismo, la barbarie surge expresando las carencias del sistema que la crea, es una dialéctica enferma, pero verdadera y que hoy no podemos negar.
Las dignas voces alzadas, las acampadas y las protestas ciudadanas, universitarias y proletarias, son la esperanza en un mundo dominado por la política del discurso hueco y la simulación desvergonzada. Hoy el asesino mayor, el imperialismo estadounidense, jura buscar la paz tras un genocidio subvencionado con el capital despojando a los miles de trabajadores y trabajadoras de los Estados Unidos, hoy jura el Gobierno de Joe Biden negociar por la paz, pero sin suspender el envío de recursos para armas a Israel, y entonces aquel que mata con descaro dice ser el pacificador por encargo, así de trastornada han dejado a esta triste, pero verdadera realidad.
El Gobierno sionista de Israel sigue masacrando palestinos, sigue generando hambrunas y enfermedades. La llamada “zona segura” de la Franja de Gaza es atacada con brutalidad provocando mayor desplazamiento de palestinos, los campamentos de refugiados llevan tiempo siendo agredidos, bombardeados y quemados, sin que Benjamín Netanyahu cese en su deseo de muerte, en su culto al genocidio, esto sin importar cuantas veces cite pasajes religiosos, pues su rezo no es a la divinidad, sino al horror y al dolor inhumano.
Los infantes palestinos han sido despojados de su niñez, se les ha robado la inocencia y se les violenta de formas impensadas, las mujeres palestinas son violentadas en todas las formas posibles, los civiles perseguidos como criminales y el número de asesinatos se incrementa cada hora. Esto no es una guerra, no es una “defensa contra el terrorismo”, es un descarado genocidio planificado, es una atroz campaña de muerte que lleva décadas y que emula con precisión el dolor sufrido por el pueblo judío ante el horror nazi, pero que hoy se ha revertido para convertir al Gobierno sionista de Israel en victimario del pueblo palestino que sólo busca ejerce su derecho de existir en paz y libertad.
La aniquilación que el sionismo israelí busca realizar del pueblo palestino no tiene fundamento alguno ni razón que pueda valer, es sólo la atroz engreída idea de superioridad que niega a Palestina su derecho a existir, es la expresión de la degradación de lo humano, borrado por la vileza de las creencias malsanas del culto al dolor. Ante esta barbarie genocida no podemos nunca callar. ¡Palestina será libre!
COMITÉ YUCATECO DE SOLIDARIDAD
CON LA REVOLUCIÓN CUBANA
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