Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Recientemente el presidente Donald Trump declaró que hace todo lo posible por erradicar el socialismo de America Latina, específicamente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, vieja pesadilla que impide el sueño de todos los mandatarios yanquis, pero a pesar de sus leyes y operaciones encubiertas, no han podido lograrlo.

Sus campañas van dirigidas a satanizar al sistema socialista, en especial a su economía, con repeticiones de que “es ineficiente y no da resultados”.

Sin embargo, no hablan de las zancadillas que ponen a los países que adoptaron el socialismo, con el objetivo de impedir su desarrollo para que no sea imitado por otros.

Analistas del Council on Foreign Relation de Estados Unidos así lo afirman, al expresar en 1999:

“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

Son innegables las dificultades económicas que sufre la economía cubana desde 1960, no por su sistema socialista como los yanquis y sus aliados quieren hacerle creer al mundo, sino, por las medidas coercitivas que le impusieron desde instrumentó medidas para favorecer al pueblo y defender su soberanía nacional frente la dominación que tenía Estados Unidos.

La primera medida contra la Revolución, fue la negativa a venderle petróleo, seguida de la eliminación de la cuota azucarera, situación muy difícil de resistir en un país subdesarrollado y absolutamente dependiente de la economía yanqui.

Los que exigen cambios, parece olvidar la despiadada guerra económica, comercial y financiera que impuso Estados Unidos, para provocar una rebelión del pueblo cubano contra la Revolución, a partir de la insatisfacción de sus necesidades, algo expuesto claramente en la Operación Mangosta, desarrollada por el Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, para el trabajo contra Cuba.

Un informe del gobierno de Estados Unidos del 4 de mayo de 1961, publicado en el FRUS del Departamento de Estado, Volumen X, 1961-1963, expone entre otras cuestiones:

“Los puntos económicos vulnerables del régimen de Castro incluyen su posición de intercambio foráneo, la escasez de piezas de repuesto y materias primas, la falta de técnicos y personal de dirección, la decadencia del ingreso per cápita y la escasez de consumo. […] La imposición del Acta de Comercio con el Enemigo contra Cuba, reducirá las ganancias del intercambio extranjero de Cuba con Estados Unidos y que extendería el embargo de exportaciones estadounidenses a todos los productos y la campaña de sabotajes limitados contra las industrias e instalaciones cubanas, lo que agravarían estos problemas…

A pesar de esos planes, Cuba logró alfabetizar a todo su pueblo, abrió la enseñanza gratuita; ofreció servicios de salud a la población citadina y rural sin costo alguno; organizó programas de educación cultural en escuelas especializadas; el deporte se constituyó en un derecho del pueblo, lo que le permitió avanzar en la producción industrial y agrícola para resistir la guerra económica impuesta.

Por supuesto que las penurias se sintieron en la población, de ahí la organización de una cartilla de alimentos racionados para que nadie se quedara desamparado, algo que se mantiene con precios subsidiados, que, si bien no satisfacen todas las necesidades, permiten una canasta básica que no poseen los millones de pobres en América Latina.

Los que culpan de todos los males al sistema socialista no toman en cuenta que ningún otro país, sin apoyo popular, ni consiente de quien es el verdadero responsable de sus penurias, hubiese resistido 60 años de cruel bloqueo comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.

Existen cuestiones internas que Cuba debe transformar y de hecho lo hace, pero no con el diseño que prefieren los yanquis para volver a apoderarse de la Isla, y aunque se ejecuten medidas en la economía, no se puede pasar por alto lo que afirma la CIA en uno de sus informes:

“El principal objetivo de los programas encubiertos contra Castro es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba respecto a América Latina y el mundo libre…. estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.

¿Qué país del mundo es sometido a la guerra financiera que soporta Cuba, que se le impide utilizar la banca internacional para el pago de sus importaciones y el cobro de sus exportaciones?

Recientemente el economista de origen cubano, Carmelo Mesa Lago, afirmaba en una entrevista:

“El sistema de planificación central que tiene Cuba ha fracasado en todo el mundo, ese es el principal culpable de todas estas cosas […] Yo aspiro a un modelo que permita un crecimiento económico, y que a su vez incremente las exportaciones para que financie las importaciones, porque lo que ha ocurrido en Cuba es una reducción de las exportaciones…”

Cuba subsiste por la ingeniosidad de sus profesionales y el apoyo valiente de amigos, porque la persecución financiera es total para ahogar su economía.

Barack Obama desató una feroz cacería a la banca internacional, e impuso récord de multas a quienes ejecutaron transacciones con Cuba, algo que continúa Trump, al implementar nuevas medidas de guerra económica.

Entre los años 2009 y 2016, las 49 multas aplicadas a prestigiosos bancos extranjeros alcanzaron una cifra de 14 mil 397 millones 416 mil 827 dólares.

¿Cuáles serían las soluciones del profesor Mesa Lago ante este panorama? ¿Pensará él y otros, que ampliando el trabajo no estatal en Cuba se puedan aumentar las importaciones, la inversión extranjera y las exportaciones, y violar la guerra económica y comercial aplicada desde 1962?

No por gusto Donald Trump acaba de autorizar la implementación del Título III de la Ley Helms-Burton, buscando atemorizar a los inversionistas extranjeros.

Es fácil idealizar soluciones detrás de una mesa, pero comprar todo lo que requiere un país, producir con equipos obsoletos sin piezas de repuesto, pagar las deudas y satisfacer las necesidades crecientes del pueblo sin financiamiento, es otra cosa.

¿Qué cambios tendrán que hacer los países latinoamericanos con un sistema político y económico capitalista, que hoy acumulan 246 millones de personas en pobreza y pobreza extrema?, (cuatro de cada diez ciudadanos) según informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

De acuerdo con ese estudio, Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y Perú, alcanzan una taza de pobreza entre el 15% y el 25%; República Dominicana y Colombia, se encuentran entre el 25% y el 35%; y en Bolivia, El Salvador y México, la pobreza supera el 35% de su población.

En Cuba, a pesar de las limitaciones, no se acuesta un solo niño sin comer, ni deja de asistir a la escuela o recibir atención media gratuita, incluidas 13 vacunas; todas las mujeres paren a sus hijos en hospitales y tienen el mismo derecho que los hombres al trabajo, y recibir igual salario por el mismo cargo. Además, el estado le ofrece un año de licencia de maternidad pagada.


Esas y muchas otras ventajas solo las ofrecen un sistema socialista, razones por las que Estados Unidos no lo tolera, por ser un mal ejemplo, incluso para los norteamericanos donde millones de ellos carecen de seguro médico.

Un estudio reciente arrojó “un panorama desolador de la desigualdad económica en la zona metropolitana de Miami, donde 30 personas con un patrimonio superior a los mil millones de dólares, ocupan lo más alto de la pirámide, sobre un nivel de pobreza amplia y profunda, una clase media pequeña y cada vez menor, y una fuerza de trabajo que depende de empleos mal pagados en los servicios”.

“Más de 14 por ciento de los vecinos de Miami-Dade viven en la pobreza, el noveno índice mayor entre las grandes zonas metropolitanas de EEUU. El mayor índice de pobreza está entre los adultos mayores; los negros tienen dos veces y media más probabilidades de vivir en la pobreza que los blancos y los latinos dos veces más”.

Entonces, ¿Quiénes tienen que cambiar para acabar con tanta desigualdad y pobreza?

Cuba hace los cambios que requiere, pero no renunciará al socialismo para caer en los brazos del capitalismo con sus cantos de sirena.

Preciso fue José Martí cuando dijo:

Se puede afirmar que ni actividad, ni espíritu de invención, ni antes de comercio, ni campos para la mente, ni ideas originales, ni amor a la libertad siquiera, ni capacidad para entenderla, tenemos que aprender de los Estados Unidos”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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