Felipe de J. Pérez Cruz – Cubainformación


Nuestro apoyo a Lula y a la democracia brasileña: ¡Deber y Tarea, Necesidad y Experiencia!

Dos años después de que en enero del 2021,una horda de seguidores del expresidente fascista de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021) asaltara el Capitolio del país, sede del poder legislativo del imperio, para intentar impedir la ratificación de la victoria electoral del demócrata Joe Biden, espoleados por las falsas acusaciones de fraude vertidas por Trump; émulos brasileños repitieron y multiplicaron la intentona terrorista estadounidense en Brasilia:Invadieron y vandalizaron los edificios del Congreso Nacional, el Palacio de Planalto, sede del Ejecutivo, y la Corte Suprema. Pedían los fascistas abiertamente que los militares brasileños asumieran el control del país.

La “revolución” neoliberal en Brasil, conducida por los militares continuadores de los golpistas de 1964 (1), dejó a la casta militar brasileñasólidamente empoderada dentro del aparato multimillonario del capitalismo de Estado brasileño. Con tales datos históricos, ratificados en el conocimiento de la evolución y estado actual del elemento militar en el país, muy pocos analistas -a la izquierda y a la derecha- veían la posibilidad de un Golpe de Estado militar en el país.

Bien sabían los detentadores del poder económico, las cúpulas privadas y estatales de las transnacionales, y de los complejos productivos, comerciales y financieros del gigante suramericano, que la facción militar de “su clase” no iba a arriesgar lo que tan bien estructurado les quedó, durante la llamada “democratización” de la década del setenta del pasado siglo XX.

El favoritismo del expresidente Bolsonaro hacia los militares -el mismo exmilitar-, y los numerosos nombramientos de miembros de la institución armada como ministros, y en otros altos y medianos cargos gubernamentales, por más que expresaron la vocación castrense del hoy expresidente, estaban condenados al fracaso, de frente a algún tipo de conspiración golpista con los altos mandos de las fuerzas armadas. Pero Bolsonaro insistió durante todo su mandato, y más desde que perdió las elecciones, en la condición “salvadora” que para los destinos del país representaba el cuerpo militar. Bolsonaro objetó los resultados electorales, y se negó a entregarle a Lula los atributos presidenciales en el acto de asunción del nuevo presidente el día 1ro de enero.

Desde antes de la toma de posesión de la Presidencia por Lula,junto con los bloqueos de carreteras y otros actos de desobediencia pública, las apelaciones al Golpe de Estado fueron en aumento. Les comparto las fotos que personalmente tomé de los carteles pro golpistas, del plantón de bolsonaristas que a toda hora permanecía frente al cuartel del Ejército brasileño en Foz de Iguazú,a principios dediciembre pasado. Similares escenas se daban en otras ciudades del país: ¿Como ahora Bolsonaro, y la cúpula derechista pueden convencer sobre su “inocencia” en los asaltos de ayer domingo?

Biden, que sintió el peso de esa ultraderecha en enero del 2021, se apresuró a repudiar los ataques, pero qué ha hecho realmente el presidente y la “democracia” estadounidense, para evitar la profusión del fascismo y el extremismo racista. Por ahí anda Trump - con sobradas evidencias de su responsabilidad en los hechos del Capitolio-, bien haciendo de víctima de acoso, y en campaña política para recuperar el gobierno.

El golpe de los extremistas se preparó con publicidad incluida. El gobernador bolsonarista de Brasilia -y el secretario de Seguridad del Distrito Federal de Brasilia, que hasta el 31 de diciembre había sido el ministro de justiciay seguridad públicadel país, “de vacaciones” en Miami- los dejó llegar, hacer y deshacer… Hasta que el presidenteLula asumió el poder federa, y sin estridencias y con mucha firmeza ordenó a quienes debían hacerlo, que desalojaran y aprendieran a los terroristas.

Las imágenes de los bolsonaristas dentro de los edificios estatales y gubernamentales en Brasilia, recuerdan a la de los seguidores de Trump en el Congreso de Estados Unidos. Y ya en la memoria y en la evidencia fotográfica histórica, los vándalos de ayer domingo en Brasil, se ven igualitos a los fachos de Benito Mussolini y a las hordas nazis de las SS (Schutzstaffel) fundadas por Adolfo Hitler, en la Italia y la Alemania de los pasados años veinte-treinta:¡Son los mismos!

La derecha más recalcitrante recurre al fascismo, utiliza a los desclasados, a los más virulentos sujetos del miedo y el odio pequeñoburgués, a todo espécimen dado a la violencia, para atacar y amedrentar, para acondicionar el terror y ralentizar los cambios en el sentido del progreso social de los pueblos.

En la arrancada del gobierno de Lula los sucesos del domingo fueron, sobre todo, una prueba de fuerza de quienes han optado por cerrar filas frente al programa progresista del Partido de los Trabajadores y de la amplia unidad de izquierda que apoyó a Lula en la segunda vuelta electoral. Es una advertencia terrorista a la mitad del pueblo brasileño que en las urnas votó por el nuevo presidente.

Nuestro apoyo a Lula y a la democracia brasileña lo sentimos como deber y tarea, como expresión revolucionaria internacionalista, y también como necesidad y experiencia para el hoy latinoamericano y cubano.

Los nuevos fachos, los competidores de las SS en Brasilia, también los hemos tenidos recién en Caracas y Managua,en la Paz y Santa Cruz, de punta de lanza para golpes de Estado “duros” y “blandos”… Los tuvimos en La Habana en julio del 2021…

Nota 1: A la historia contemporánea brasileña dediqué el estudio: La revolución neoliberal en Brasil (2006). La. Habana, Ediciones CEA.

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