Justo Cruz - Cuba Sí.- Hace unos días que acabo de llegar de Cuba y como siempre en los últimos tiempos me siento ante mi ordenador, buscando alguna noticia sobre mi país, una noticia que me aliente, que me llene de optimismo.

Me conecto en internet como se estila en estos tiempos si se quiere tener noticias de actualidad y me encuentro con lo mismo y con los mismos de siempre. Los mismos cuentos, las mismas frases que ya suenan como estribillos de canciones aburridas: que si “los derechos humanos en Cuba”, que si “los prisioneros de conciencia en Cuba”, que si Obama, que si Obispos y Cardenales, que si la Iglesia Católica.


¿Y el pueblo de Cuba qué? me pregunto yo.

Cuba, ese país que no cesa de ayudar, de brindar su mano amiga, que no deja de  contaminar al  mundo con médicos y maestros y con todo tipo de ayuda desinteresada, sigue sufriendo la malicia de unos malvados politiqueros que se creen dueños del planeta.

Digo esto porque aunque algunos no lo crean, otros no lo sepan y otros hagan como si no lo supieran, Cuba tiene más médicos y maestros regados por las selvas y ciudades de este mundo que todos los países ricos juntos.

Y yo, sentado frente a mi ordenador, no dejo de asombrarme. Ahora resulta que la Iglesia Católica está empecinada en resolver nuestros problemas. Toma la iniciativa y habla del bienestar para todos los cubanos, “de diálogos entre todos”, “de tolerancia”, “de justicia social” y todas esas “palabritas y frases” que hoy están de moda.

La injusticia social se disfraza, nos corrompe y nosotros que parece que no nos damos cuenta. La Iglesia Católica en Cuba, esa iglesia que todos conocemos, a la que estamos acostumbrados y a la que ya casi estábamos olvidando por su historia llena de contradicciones, ha devenido de “consejera espiritual” a “salvadora terrenal”. La Iglesia más presente que nunca.

Entre las aclaraciones y declaraciones de nuestros queridos Cardenales de hoy y las inundaciones en Pakistán se está perdiendo mi Internet; Ese mundo virtual que se ha convertido en obligada y diaria interacción para muchas personas, entre las que me incluyo yo, se va transformando paulatinamente en algo peligroso que nos está hundiendo cada día más en el lodo de la ignorancia y la manipulación mediática.

Parece que ahora le toca el turno a Pakistán; hay que ayudar, y no quiero que me malinterpreten, estoy muy de acuerdo con cualquier tipo de ayuda a los ciudadanos de este sufrido pueblo. Pero no debemos dejar de reconocer que los países ricos no dejan de hacer de las suyas aún en los momentos mas tristes y difíciles, haciendo como si ayudaran y los países pobres que no les queda más remedio que hacer, como si los hubieran ayudado.

En estos momentos se está hablando de una cifra de casi medio millar de dólares como una ayuda inicial por los daños ocasionados por las inundaciones en Pakistán. Como me hubiera gustado esa misma cantidad para mi país después de los desastres ocasionados por los huracanes Ike y Gustav.

En el año 2008 Cuba fue azotada por unos de los huracanes más violentos de nuestros tiempos. Cientos de miles de casas destruidas incluyendo además, escuelas, hospitales. Y como si los cubanos fueran magos extraterrestres, no se registraron víctimas humanas. El mundo hablaba de Cuba y de la capacidad organizativa de su pueblo para enfrentar catástrofes naturales. Todos hablaban de la solidaridad entre su gente. Embajadores de la ONU ponían a mi Cuba en un pedestal como un ejemplo a imitar en el enfrentamiento a ciclones y huracanes. 

Y el pueblo cubano esperando con impaciencia la ayuda que nunca llegó, a pesar de que ese mismo pueblo, no cesa de ayudar a los más necesitados del planeta. En Asia, África, América Latina, hasta en Europa estamos repartiendo un poco, de lo poco que tenemos y que nos queda.

El mismo pueblo de Norteamérica puede constatar los sentimientos solidarios del pueblo cubano. Cuba ha brindado su mano solidaria a Estados Unidos en momentos muy difíciles para su pueblo.

Haití es el ejemplo más actual. Médicos y paramédicos cubanos ya estaban ayudando a este sufrido pueblo antes del terremoto, y ahora cuando ya no se habla de Haití y ya muchos se fueron, los cubanos se mantienen; en silencio, sin que nadie se entere, pero están ahí. Se mantienen y esto es lo que consta, aunque la CNN y la BBC no se den por enterados.

Hoy, casi dos años después del paso de los huracanes todavía tenemos en la provincia de Pinar del Río el 60 % de las viviendas destruidas por los huracanes sin reconstruir, a pesar de los esfuerzos que se realizan por el pueblo y su gobierno en la búsqueda  de  alternativas a su alcance y la ayuda fraternal de algunos países amigos. Pero la ayuda necesaria no acaba de llegar.

Y yo como cubano que no dejo de preguntarme ¿por qué con otros países sí, y con mi patria no?; ¿Es qué somos tan malos que nos merecemos esta pesadilla?
Es por  eso que al sentarme frente a mi computadora  y ver esas noticias que no cesan de hablar de la Iglesia  Católica con sus   Obispos y Cardenales, que se pasean por el mundo hablando de resignación y tolerancia, no dejo de indignarme. Lo primero que debe hacer esta institución es abogar por el cese del bloqueo contra Cuba.

¿Donde está Dios para los cubanos?
No hubiera sido más justo que la Iglesia Católica antes de dar sermones sobre justicia social y tolerancia entre nosotros los cubanos de aquí y de allá y de no sé donde, condenaran ese  perverso e inhumano bloqueo que han impuestos los gobiernos de turno de Norteamérica y sus secuaces, a nuestro querido pueblo. No sería más justo que antes de hablar de tolerancia, se hablara del derecho de cada cubano en Cuba a vivir sin imposiciones y presiones de países ajenos. El pueblo cubano no puede ser tolerante siempre que exista ese bloqueo y esas leyes y resoluciones selectivas que actúan a merced de los intereses de los gobiernos más delincuentes del planeta.

El pueblo cubano tiene y siente necesidades y no les hablo solamente de la malanga, de plátanos y del pedazo de carne de puerco por el que debe luchar cada día la familia cubana para subsistir. Les hablo del derecho que tiene cada damnificado cubano de reconstruir su vivienda, su escuela y su hospital, destruidos por los huracanes. Les hablo del derecho a recibir un medicamento para salvar una vida, al derecho de recibir un crédito bancario sin imposiciones. Les hablo del derecho de mi pueblo a que se le trate con respeto como a los demás países de este jodido planeta.

A mi me gustaría que la ONU algún día se decidiera de una vez y para siempre a interceder por nuestra patria. En el 2006 cuando la WWF llegó a la conclusión de que Cuba era uno de los pocos países del planeta en condiciones de garantizar un desarrollo ecológico sostenible, me llené de optimismo. A fin de cuentas, la WWF es una de las ONGs relacionadas con la protección del medio ambiente más influyente del planeta. En ese momento pensé, ahora si tiene que pasar algo; pero desafortunadamente no pasó nada.

En el año 2009 cuando la ONU volvió a condenar casi por unanimidad el injusto y abominable bloqueo de los Estados Unidos de América y sus lacayos contra Cuba entonces si pensé que esta vez, algo tenía que pasar, de hecho, el bloqueo fue condenado por casi el mundo entero. De 192 miembros, 187 países dijeron NO al Bloqueo con excepción de Palau (una pequeña isla de pacífico con aproximadamente 21.000 habitantes que se ha convertido en una incógnita. Hoy todavía nos preguntamos qué le debe el gobierno de este país a la Casa Blanca). El otro país es Israel (aquí si que todo estamos claros, no podría ser de otra manera, una mano lava a la otra y las dos siguen jodiendo).

Y para seguir hablando de justicia social y de deseos, a mi me gustaría que los gobernantes de la Unión Europea por unos instantes se dignaran a cumplir con honor y responsabilidad la misión que tienen con todos los países del planeta, sobre todo los más necesitados y que no se dejaran guiar o dominar por esos delincuentes del norte de Nuestra América que no dejan de martirizar a nuestro pueblo. Que se decidieran de una vez y por todas a actuar con decoro, que abolieran la Posición Común con respecto a Cuba por ser denigrante, hipócrita e injustificable; que hagan aunque sea el intento de hacer como si ayudaran a nuestro pueblo y les prometo que cada cubano trataría de hacer como si se les hubieran ayudado. Yo sé que estos sería como engañarse así mismo, pero levantaría el ánimo porque tendríamos la sensación, por un momento de que nos trataran como a todos los demás países. Pero lamentablemente, para hacer eso, hay que tener como decimos en buen cubano, cojones…

Durante mi estancia en Cuba y en una conversación con un damnificado en un municipio de una provincia de Pinar del Río, un campesino que lleva más de casi dos años esperando porque le reconstruyan la casa y que vive en una choza sin nada, me decía: “me le dices a tus europeos que lo que le falta a Europa para ayudar a Cuba son cojones”.

En este punto quisiera hacer un alto y pedir comprensión por esta palabra tan dura como tan cubana que yo sé que para un español o un latino sonaría un poco fuerte. Sé que hasta cierto punto está un poco fuera de lugar, pero estoy seguro que es la palabra adecuada.  Es que después de tantos bloqueos y marañas, de tantas injusticias e inmoralidades no hay una palabra más adecuada. Y yo le doy la razón a mi amigo pinareño. No cabe otra palabra, porque para ayudar a Cuba, para respetar a Cuba y estar de su parte en este mundo gobernado por políticos farsantes, hay que tener cojones.

Es por eso que cuando veo a Obispos y Cardenales paseándose por el mundo hablando de reconciliación nacional, de “justicia”, de “derechos humanos” y de “prisioneros de conciencia”, no dejo de indignarme.

Si vamos a hablar de prisioneros, hablemos entonces en primera línea de nuestros hermanos prisioneros del imperio, hablemos de René, Antonio, Fernando, Gerardo y Ramón, nuestros cinco héroes, hablemos de ellos y exijamos con toda la fuerzas de nuestros corazones su libertad.

Condenemos a esa turba de políticos malhechores por no tener el valor de actuar con justicia, condenemos el terrorismo y a los terroristas. Y cuando hayamos logrados nuestros objetivos que ya se han convertido en algo vital, entonces podríamos ocuparnos de “los otros” aunque se trate de una partida de vividores vende patria, epicúreos de mal agüero que confunden ideales y principios con modos de vidas e intereses decadentes.

El pueblo de Cuba necesita de nuestro apoyo; sabemos que con Cuba siempre será difícil, pero sin Cuba será peor si deseamos un mundo más justo.

Nota: Cuando hablo de la Iglesia Católica me refiero a aquella por la que no debemos ni podemos estar orgulloso, que no es toda. Con nuestros Obispos y Cardenales pasa lo mismo. Mi respeto para aquellos de buenas intenciones que son muchos, esto lo digo con respeto.

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