Juan Jacomino - CubaDebate.- A Jean-Guy Allard le conozco desde sus primeras intenciones de hacer periodismo en Cuba. Trabajaba yo entonces en la radio, que por cierto le perdió. Por fortuna, le ganaron otros medios y una causa que hoy le devora su tiempo, a la cual se dedica con pasión y un natural talento: desenmascarar la estirpe mafiosa del terrorismo anticubano promovido desde Estados Unidos.

Este miércoles, Jean-Guy presentó en La Habana un libro que, como sus artículos semanales en el Periódico Granma, trae nuevos detalles, nuevas revelaciones, sobre el empeño terrorista contra Cuba. Posada Carriles, cuatro décadas de terror es el título de este volumen, calificado por Jean-Guy como simple contribución al completamiento del dossier sobre  la historia oculta de este terrorista.


En un abarrotado Centro de Prensa, al término de la presentación, conversé con Jean-Guy. 

En Cuba, al menos, es bastante lo que se ha publicado sobre Posada, es un personaje bien conocido. ¿Qué te llevó a escribir este libro?

Jean-Guy: Es cierto, en Cuba se ha publicado muchísimo sobre él, pero pienso que existía la necesidad de unir las numerosas piezas de ese rompecabezas. Este no será el libro más abarcador sobre Luis Posada Carriles, tampoco es una biografía; no pienso que él merezca una biografía, definitivamente. El tipo es un gángster, agente de la CIA desde los años cincuenta. Hay que recordar que la primera agrupación terrorista contra Cuba se organiza en enero de 1959; no había pasado un mes desde la toma del poder de Fidel Castro. Rafael Díaz-Balart, el padre del congresista Lincoln Díaz- Balart, crea La Rosa Blanca y ya desde ese momento comienza a trabajar y a organizar atentados con bombas en La Habana, ataques que no tardarían en producirse. Por tanto este libro es sólo parte de esa historia mayor.

Pienso que tienes muy buenas fuentes en Cuba que te permiten escribir los artículos que publicas, y ahora este libro. ¿Cuáles son tus fuentes?

Jean-Guy: (Risas) Internet definitivamente es una cosa maravillosa. Es increíble lo que a veces se encuentra —tú lo sabes porque eres un periodista con experiencia—, uno descubre mucho en Internet, cosas que estaban prácticamente olvidadas. Los resultados pueden ser muy buenos.

También estuve en Panamá durante la audiencia preliminar de Luis Posada Carriles y después en el juicio, y conocí allí a muchas personas interesantes, muchos contactos que he mantenido y que me han ayudado en mi investigación.

Visité igualmente Venezuela, donde conocí a personas que habían investigado sobre Posada Carriles. Por ejemplo, encontré estos testimonios de sus víctimas, y creo que al reunir todo este material he logrado una información que es una buena lectura, aunque pienso que aún queda  mucho por conocerse. Quedan cosas por descubrirse acerca de este oscuro personaje, que ha vivido toda su vida rodeado de misterios, trabajando como agente secreto, que ha torturado a personas. Por cierto me sorprendió que en la audiencia de hace unos días en un subcomité del Congreso de los Estados Unidos sobre Posada Carriles apareciera una persona como Blake Fleetwood que dijo: “yo entrevisté a Posada en Caracas en 1976 y guardo la grabación”; este es un documento desconocido que aparece ahora y que va a enriquecer el dossier sobre Posada. O sea, que pienso que dentro de unos años llegaremos a conocer toda la historia y además la historia de todas aquellas personas a las que la CIA acudió para hacer trabajo sucio en Latinoamérica y en el mundo.

Hay una anécdota que revela cuánto conoces a estos individuos: un periodista cubano que estaba contigo en Panamá cuando el juicio de Posada me contó que de repente tú exclamaste, “mira, mira los terroristas, allí debajo de aquel árbol”.

Jean-Guy: (Risas) Sí, porque sucede que en Panamá se aparecieron muchísimos de estos personajes, una delegación completa, cerca de cuarenta —no sé si vinieron en un “vuelo especial del terror” organizado por alguna agencia de Miami—, ciertamente había toda una partida de estos elementos allí, terroristas bien conocidos. Yo mismo me sorprendía al identificarlos, caras que había visto en fotos y documentos que de pronto tenía frente a mí. Una vez casi choqué con Posada Carriles, en el baño del Tribunal; el sujeto de mi libro estaba ahí, a escasos centímetros de mis narices.

En Caracas también hay muchos personajes como estos. Hay en particular uno llamado Francisco Pimentel, Paco, a quien Posada llamaba por teléfono cuando las bombas en La Habana en 1997 y le decía: “oye, explotó una bomba”. En otra llamada: “ya verás lo que va a pasar en los próximos días”. O sea, lo mantenía informado, porque Pimentel tenía influencias, tenía dinero, y estaba vinculado a Monzón Plasencia, otro miembro de la Fundación Nacional Cubano-Americana, residente en Nueva Jersey. Era ésa la mafia con que se codeaba Posada Carriles, la que le suministraba dinero, armas, explosivos, instrucciones.

Jean-Guy, mencionabas que Posada Carriles, más allá de ser un mafioso, es un torturador. Posada es hoy un hombre libre que camina por las calles de los Estados Unidos. ¿Qué le dirías a la opinión pública de ese país respecto a Posada?

Jean-Guy: En general, al público en Estados Unidos se le ha llevado a creer, a partir de lo que allí se publica sobre Posada, que al hombre solo se le acusa de haber colocado una bomba en un avión —que ni siquiera la puso él— pero Posada es mucho más. Posada es un torturador que además entrenó a otros en esto; que un día reapareció en Venezuela al frente de la policía secreta de ese país en momentos de una dura represión, de asesinatos, desapariciones. Hoy se sabe que Posada Carriles torturó y asesinó a personas en su propia oficina, bien identificada en el libro. Reemerge después, al frente de una agencia de detectives al servicio de la Operación Cóndor, ejecutada por los cuerpos militares fascistas que existían entonces en América del Sur. Están sus vínculos con el escándalo Irán-contras, su tráfico de drogas por armas en Ilopango en El Salvador. Además trabajó para tres aparatos represivos en Centroamérica, antes de aparecer en Panamá en un complot para asesinar a Fidel Castro.

Si yo viviera en los alrededores de Posada Carriles en Estados Unidos, ¿qué me dirías, qué me aconsejarías?

Jean-Guy: Que te mudaras, rápido. Porque esos tipos son verdaderamente peligrosos. No se trata solo de Posada Carriles, quien no es un genio ni un estratega brillante, sino de los individuos que le rodean, que son criminales y son muchos. Está por ejemplo Pedro Remón quien le acompañaba en Panamá cuando planeaban asesinar a Fidel Castro. Remón es un mafioso, un hombre contratado por la mafia para asesinar a aquellos que se negaban a pagar. Estas son las gentes que lo rodean; y si yo viviera cerca de Posada, me mudaría, rápidamente.
 

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