Diony Sanabia Abadia - Prensa Latina.- El propósito del gobierno de Estados Unidos de hostigar a la Revolución cubana adquiere hoy nuevas cuotas de empecinamiento, sin tener en cuenta el carácter pacífico de un pueblo libre hace más de media centuria.

Otra vez, Washington incluyó a la mayor de las Antillas en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional, una decisión hecha pública la víspera y enérgicamente rechazada por autoridades de La Habana.

En Brasil, el canciller cubano, Bruno Rodríguez, señaló que se trata de un acto injusto, mendaz y de hipocresía pues no hay país que haya sido víctima como Cuba del terrorismo, originado históricamente en el territorio norteamericano.

Con techo de vidrio y sin ninguna protección, la administración norteamericana intenta lanzar piedras a un pueblo que ha perdido por acciones criminales a tres mil de sus hijos y otros dos mil han quedado mutilados.

Entre los hechos más tristes de la historia reciente está la voladura de una nave de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976, que costó la vida a 73 personas, varias de ellas mujeres y gente muy joven.

Dos de los autores confesos de ese crimen, Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, reciben en estos momentos total amparo de Estados Unidos y pasean impunemente por sus calles sin arrepentirse, ni de mínima forma, del vil suceso.

Esa es la misma nación, autoproclamada como justa, democrática y fiel veladora de los derechos humanos, que mantiene encarcelados a cinco antiterroristas cubanos desde el 12 de septiembre de 1998.

Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y René González sufren cárcel, con una resistencia inquebrantable como ellos mismos han manifestado, por monitorear las acciones criminales de grupos anticubanos, asentados en Estados Unidos.

Numerosas pruebas y el testimonio de altos jefes y oficiales norteamericanos indican que los Cinco, como son conocidos a nivel internacional, nunca atentaron contra la seguridad de ese poderoso país.

También, Estados Unidos prosigue guerras en Afganistán e Iraq donde mata a civiles inocentes, despliega bases militares por el mundo, destruye el medio ambiente sin importarle la supervivencia humana y puede iniciar un conflicto nuclear de nefastas consecuencias.

Entonces, se preguntan muchos, ¿cómo Washington puede incluir a la pacífica y solidaria Cuba en una lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional y autoexcluirse sin el menor recato?.

Como considera el intelectual y cineasta norteamericano Saul Landau, el principal pecado de la Revolución cubana ha sido desobedecer las órdenes de Estados Unidos, y por eso ha tenido castigo.

A pesar de los ataques sufridos y las pérdidas de muchas vidas humanas esta isla caribeña se mantiene libre y soberana, y con el derecho a determinar en sus propios asuntos sin la injerencia de otras naciones.

El también investigador sobre hechos de sangre contra la mayor de las Antillas, puntualiza que la administración estadounidense tuvo que aceptar la existencia de un régimen en Cuba desobediente a sus designios.

La opción violenta, el aislamiento diplomático, la guerra psicológica, la invasión directa por Playa Girón, el bloqueo económico y más de 600 planes de atentados para eliminar al líder Fidel Castro no han podido destruir la obra revolucionaria.

Al clausurar el quinto período de sesiones de la séptima legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el pasado 1 de agosto, el presidente cubano, Raúl Castro, advirtió que en cuanto a su país y Estados Unidos, en esencia, nada ha cambiado.

Aunque exista menos retórica y se celebren ocasionales conversaciones bilaterales sobre temas específicos y limitados, en realidad, el bloqueo se continúa aplicando y nosotros seguiremos actuando con la serenidad y paciencia que hemos aprendido en más de medio siglo, subrayó.