Raúl Menchaca – Cubahora.- En la foto de Cubadebate, el terrorista Chavez Abarca durante la reconstrucción de los hechos en el Hotel Meliá Cohiba.

Empleadas directa o indirectamente por el gobierno de Estados Unidos, las organizaciones terroristas de Miami han dejado una pista de sangre que se inicia en Cuba y siempre termina en la Casa Blanca.

Aunque casi desde el triunfo mismo de la Revolución, desde el Norte se alentó y hasta financió la oposición armada, el comienzo de esta historia sea más evidente en la Brigada 2506, organizada, financiada y armada por las administraciones Eisenhower y Kennedy para terminar humillada en Playa Girón.


A partir de ahí, con más o menos reparos, prácticamente todos los sucesivos gobiernos estadounidenses se implicaron en acciones terroristas contra Cuba. La intención era, y sigue siendo, acabar con la herejía de una Revolución que además de poner de cabeza el orden social imperante, se erigió como un ejemplo no sólo para sus vecinos más cercanos, sino para todo el mundo.

Después de Girón, hubo que enfrentar el alzamiento de bandidos en las zonas montañosas del país, un movimiento subversivo cuya principal característica fue el intento de sembrar el terror entre la población campesina que mayoritariamente respaldaba a la Revolución.

Aquellos alzados, que en casi cinco años asesinaron a 196 personas, fueron organizados, financiados y abastecidos principalmente por la CIA pero también por pues hay evidencias de que oficiales del Servicio de Inteligencia Naval, desde la Base de Guantánamo, y agentes de la Inteligencia Militar estuvieron implicados con los alzados.

Fracasado el bandidismo, desde Washington, el presidente Richard Nixon y su asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, reimpulsaron el terrorismo contra Cuba. Así, en los 70 se arreciaron los planes para matar a Fidel y los atentados contra todo lo proveniente de la isla.

La agresión se hizo más sofisticada y en el arsenal del terror aparecieron Luis Posada Carrilles y Orlando Bosch, los más connotados terroristas anticubanos, quienes apuntaron sus aviesas armas incluso contra las oficinas comerciales o misiones diplomáticas de Cuba en el extranjero.

Posada como agente de la CIA y Bosch como cabecilla del Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas, el malhadado CORU, tuvieron vínculos con varios gobiernos estadounidenses y todo hace indicar que aún los mantienen o al menos se codean con funcionarios oficiales.

A pesar de ser autores de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cuba, el seis de octubre de 1976, un acto que clasifica como terrorismo en cualquier legislación del mundo, ambos andan sueltos por las calles de Miami.

No por gusto Bosch fue indultado por Bush padre y Posada sigue escapando a la justicia. Ambos saben mucho y en los pasillos de algunas instituciones oficiales norteamericanas se comenta que no conviene que abran la boca. Es que hay demasiados lazos, demasiados compromisos, entre el Despacho Oval y los instrumentos del crimen.

En su momento, el sabotaje contra el avión cubano fue el mayor acto de terrorismo cometido en nuestro continente, pero la violencia anticubana no se detuvo y los planes continuaron hasta nuestros días, siempre con la evidencia de la mano ensangrentada de Posada.

La industria turística, uno de los baluartes económicos del país, pasó a ser el blanco del terrorismo y así Posada Carriles envió a la Isla a una seguidilla de mercenarios con la misión de hacer estallar artefactos dinamiteros en hoteles y otros centros vinculados al turismo.

Una bomba, colocada por el salvadoreño Ernesto Cruz León, hizo que perdiera la vida en el Hotel Tritón el joven italiano Fabio Di Celmo, convertido desde ese momento en el símbolo más visible de agresión contra nuestro país.

Pero toda la sangre vertida aquí, desde la del más humilde campesino asesinado por los alzados, pasando por la de nuestros diplomáticos, hasta la de Fabio Di Celmo, ha dejado un rastro indeleble que es fácil de seguir: siempre termina en la Casa Blanca.

MUESTRAS DE LA ESCALADA TERRORISTA CONTRA CUBA A FINALES DE 1990

_ marzo de 1995.- Intento de explosión en Varadero y captura de los terroristas cubano Santos Armando Martínez Rueda y José Enrique Ramírez Oro.

_ 12 de abril de 1997.- Explosión en la discoteca Aché, del Meliá Cohíba. Explosivo colocado por el terrorista salvadoreño Francisco Chávez Abarca.

_ 30 de abril de 1997.- Hallazgo de artefacto explosivo en el piso 15 del hotel Meliá Cohíba. Fue desactivado. Ejecutor: Chávez Abarca.

_ 12 de julio de 1997.- Explosiones en los hoteles Capri y Nacional. Autor: Ernesto Cruz León.

_ 4 de agosto de 1997.- Explosión en el lobby del Meliá Cohíba. Ejecutor: Otto René Rodríguez Llerena.

_ 22 de agosto de 1997.- Explosión en el hotel Sol Palmeras, Varadero.

_ 4 de septiembre de 1997.- Explosiones en los hoteles Copacabana, Chateau-Miramar y Tritón, y en la Bodeguita del Medio. Ejecutor: Cruz León.

_ 4 de marzo de 1998.- Detenidos en el aeropuerto José Martí los guatemaltecos María Elena González Meza y Nader Kamal Musalan Barakat, cuando intentaban introducir explosivos al país.

_ 10 de junio de 1998.- Detenido en el aeropuerto, en su segundo viaje a Cuba, el salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena.

Tomado de Granma

 

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