En esta Isla la expectación resultó menor. En plena calle comercial del municipio Güira de Melena, la tienda El Guateque aguarda, aburrida, por consumidores. Los machetes, rastrillos, hachas y otros aperos del agro, exhibidos en los estantes, han despertado poco entusiasmo entre los hacendosos guajiros de esos valles de la provincia de La Habana. De acuerdo con reportes locales, solo han tenido algún éxito los clavos para herrar y las limas planas.
Una pesada interrogante pende sobre este ensayo de la Corporación CIMEX, que abarca a otros tres establecimientos con similar oferta en Velasco (Holguín), Majagua (Ciego de Ávila) y Manicaragua (Villa Clara). ¿Por qué no se lanzaron a comprar los pequeños agricultores, si se conoce de la demanda de medios de labranza?
En los precios parece encerrarse una de las razones de la frialdad con que fue recibida la apertura de estas tiendas a finales del año pasado. En el mercado informal pueden hallarse un machete o herraduras más baratos que en la nueva red de tiendas. Fabricado por un herrero por cuenta propia, un juego de cuatro herraduras cuesta alrededor de 50 pesos y en El Guateque habría que desembolsar 1.30 pesos convertibles (CUC) por cada una.
El surtido, en otros casos, está alejado de la demanda real. Al menos en la zona de Güira de Melena, donde se cultiva poco arroz, la hoz podría no encontrar salida, y el llamado machete curvo seguirá olvidado en un rincón de la tienda a la espera de algún cultivador de antiguas leyendas chinas.
La oferta, además, no es totalmente novedosa, por más bombos que hayan trepidado en medios de prensa extranjeros. Palas, hachas y botas de goma, por ejemplo, pueden encontrarse en las tiendas de Trasval y, en ocasiones, a precios más ventajosos que en la nueva red.
¿Vale la pena el intento, a pesar de tantos ruidos? Sin dudas. En tanto proyecto, experimento, como advierten responsables de CIMEX, puede estar sujeto a ajustes en términos de surtido, estructura de la red y -ojalá, digo yo- precios.
Cualquier medida para expandir o dinamizar el mercado interno, tanto en moneda nacional como en divisas, es bienvenida, por su influencia en el fortalecimiento de la economía. Una ampliación bien estudiada, por ejemplo, en la venta de equipos electrónicos u otros bienes de consumo, o de los servicios a la población, le abrirían al cubano oportunidades para abonar su calidad de vida y, a la par, apuntalarían el gasto y el comercio interno, los ingresos del país en moneda dura y la economía nacional.
La opción de El Guateque merece atención, sin embargo, por otro motivo más. Ha puesto sobre la tarima la distribución de medios de producción. Por tratarse en la práctica de una inversión en un sector productivo necesitado de reanimación, sería razonable estudiar un índice de precios más benigno que el aplicado a los medios de consumo habituales. Lo agradecerían el pequeño agricultor, y el consumidor que espera por un incremento de la oferta de alimentos, que redunde en menores precios del mercado agropecuario.
Y alguien más aplaudiría: la industria nacional, si se decide a aprovechar esta nueva oportunidad de venta, por ahora cubierta solo con productos extranjeros. ¿Será capaz de abastecer al campo con bienes tan demandados como cántaras de leche, cubos de ordeño, alambre de púas y otros? ¿O habrá que importarlos?
En un contexto internacional en que suben los precios y pueden sufrir las exportaciones por contracción de la demanda externa -la recesión en Estados Unidos es una amenaza real para el resto del mundo-, en Cuba el mercado interno puede convertirse, esta vez, en eslabón para desplegar capacidades productivas tanto en el agro como en la industria.
