Jorge Luis Merencio Cautín - Granma.- Hasta el final de sus días, Eunomia estará preguntándose con qué derecho los marines yankis asesinaron a su hijo. "Estos hijos de puta me han matado", apenas pudo decirle Ramón López Peña a su compañero de guardia, Héctor Pupo Sucarno, antes de caer al suelo, asesinado por marines de la ilegal base naval yanki en Guantánamo. 
A las 19:07 horas del 19 de julio de 1964 se produjo el horrendo crimen en la posta 44 del perímetro fronterizo. La soberbia de la soldadesca yanki truncó la vida de un joven de apenas 19 años, lleno de sueños, por el hecho de cumplir con el deber de defender su Patria.

López Peña nació en 1946 en Puerto Padre, actual provincia de Las Tunas, donde desde temprana edad trabajó la tierra para ayudar a sus padres y a numerosos hermanos, de los cuales era el mayor. Esa razón le impidió rebasar el cuarto grado de la educación primaria.

Con15 años de edad se incorporó a las Milicias Nacionales Revolucionarias y seguidamente a las FAR. Su desempeño en la División 50, en Mangos de Baraguá, y su participación en la Lucha Contra Bandidos fueron el aval para su ingreso al Batallón Fronterizo de Guantánamo, donde mantuvo sobresalientes resultados en la preparación combativa y política, la superación cultural y en tres zafras del pueblo.

"Era un excelente soldado, afable, cumplidor de todas sus tareas, un patriota", así lo recuerda Jorge Simón Labrada, quien fuera jefe del Destacamento número 2, de Piedra Blanca, al cual pertenecía Ramón.

Sobresalía por su disposición para cumplir las misiones y tareas más complejas. Nunca se le vio con miedo. Más bien solicitaba cumplir su servicio de guardia en las postas de mayor riesgo, argumenta Simón Labrada, fundador de la Brigada de la Frontera y residente en el poblado de Boquerón, en los límites con el enclave militar yanki.

Rafael Piquera, entonces jefe de logística en la puerta principal de entrada a la base naval y actual presidente del destacamento de fundadores de la Brigada, evoca al combatiente por su coraje, serenidad ante el peligro, ejemplar disciplina, modestia y sus relaciones humanas.

Raúl y Vilma, después de rendir guardia de honor ante los restos del combatiente asesinado.
 
Esas cualidades, subraya, lo llevaron a ser seleccionado joven ejemplar y a convertirse, post-mortem, en el primer militante de la Unión de Jóvenes Comunistas en las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

"¡Papá, esto es de Patria o Muerte!", había sentenciado Ramón a su padre cuando en una ocasión este le pidió que se cuidara. Tal era la convicción de defender a su país de quien pasó a la historia como el primer mártir de la Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo, unidad ejemplar y punta de vanguardia de nuestro sistema defensivo.

"Yo, como madre cubana que he perdido a un hijo asesinado por los yankis, pido a las demás madres que sigan la lucha, que no desmayen, que ante un dolor como este el enemigo no vea nuestras lágrimas, sino que ocupemos el lugar del hijo caído, y si es necesario dar la vida por la Revolución, la daremos."

Así, vestida de miliciana para rendirle homenaje a su ser más querido, y sobreponiendo el patriotismo al dolor, afirmó su madre Eunomia durante el velorio.

El sepelio del novel combatiente, encabezado por el entonces Comandante Raúl Castro Ruz, constituyó la más gigantesca manifestación de duelo popular en Guantánamo. Más de 50 000 pobladores expresaron su repudio e indignación ante el monstruoso crimen.

Raúl entregó a Andrés, padre del soldado caído, el carné que reconocía a Ramón López Peña como militante de la UJC, y sentenciaba en su enardecido discurso: "¡Qué viva la paz, pero con los fusiles, cañones y tanques bien engrasados...!".

El pueblo cubano ha tenido que soportar, durante más de una centuria y de manera serena y responsable, una extensa lista de chantajes, provocaciones, agresiones y crímenes terroristas provenientes de ese territorio usurpado.

López Peña no sería el primero ni el último de los cubanos ultimados por marines de la base naval. En la temprana fecha del 17 de diciembre de 1940 asesinaban a palos al joven negro Lino Rodríguez Grenot (Chicle), por el simple hecho de buscar trabajo en el enclave.

En 1961 torturan y matan a golpes al obrero Rubén López Sabariego, un año después secuestran, torturan y asesinan al pescador Rodolfo Rosell Salas, y el 21 de mayo de 1966 hieren mortalmente a Luis Ramírez López, también soldado del entonces Batallón Fronterizo.

Convertida hoy en prisión y centro de tortura, la base naval en territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo adolece desde hace años de importancia estratégica. Su permanencia en territorio cubano obedece a la prepotencia del imperio y a su errada política de humillación y chantaje contra Cuba.

Su desmantelamiento como cárcel, es reclamado por la mayoría de los países del mundo, y la devolución de ese pedazo de tierra cubana no dejaremos de exigirlo jamás.
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