Roberto Pérez Betancourt- Ain.- Este primeo de enero, aniversario 51 del triunfo de la Revolución cubana, reaviva la memoria de medio siglo de luchas a fin de preservar la soberanía nacional. Hora de recuento y empeño para avanzar hacia nuevos logros en todos los órdenes de la vida.

Durante más de cinco decenios se han multiplicado voluntades desde la generación que inició la lucha armada en la Sierra Maestra el dos de diciembre de 1956, tras el desembarco del Granma, comandados por Fidel Castro. Sus ideas han fructificado a pesar de la beligerancia de 10 gobiernos norteamericanos.

Los sistemas integrales de salud y la prolongación de la expectativa de vida de sus habitantes a niveles del primer mundo; la educación y los deportes al alcance y para beneficio de toda la población; el desarrollo científico y productivo, en especial en las ramas energéticas y del turismo, son apenas algunos de los ejemplos más visibles de lo alcanzado en Cuba.

Hoy el país renueva proyectos de perfeccionamiento administrativo y social, y ante las actuales coyunturas económicas internacionales, caracterizadas por crisis múltiples globalizadas, adecua respuestas con la lucidez que se deriva de la experiencia acumulada.

Para acometer las nuevas metas sirven de inspiración los sentimientos de unidad, patriotismo e internacionalismo que han caracterizado el accionar de los cubanos en este poco más de medio siglo y, en especial, los ejemplos de Fidel, de Raúl y de la dirección de la Revolución.

El devenir inmediato exigirá redoblar esfuerzos para lograr mayor producción, productividad, eficiencia y ahorro en las labores que diariamente se realizan en cada sector de la economía y los servicios, así como proseguir el fortalecimiento de las estructuras en la defensa del país.

Obviamente, no bastará enunciar propósitos. Será imprescindible renovar procedimientos organizativos, innovar sistemas de administración que contribuyan a reforzar el sentido de pertenencia en los trabajadores, y generalizar fórmulas de estimulación laboral que garanticen el aumento de la productividad del trabajo y su eficiencia.

No escapa al análisis que todavía el mundo prosigue afrontando los negativos efectos de la crisis económica y multifactorial, que también afecta a Cuba, cuya economía abierta se expone en cierta medida a los imponderables del mercado exterior.

La memoria histórica recuerda que, en su devenir, la Revolución ha debido afrontar constantes intentos por parte de la oligarquía norteamericana para frenar el desarrollo en la Isla, imponiéndole el bloqueo económico, comercial y financiero que alcanza ya el medio siglo.

Pero la obra de infinito amor que desarrollan los cubanos, cada día cuenta con más solidaridad internacional, en un nuevo contexto latinoamericano donde naciones hermanas se abren a nuevas vías de gobierno, refuerzan lazos de integración y alimentan la esperanza de que un futuro mejor se avizora, labrado con trabajo y unidad.

La nueva era de plena soberanía iniciada el primero de enero de 1959 se consolidó y es irreversible, a lo que contribuye el baluarte militar defensivo del pueblo que, 51 años después, atrae miradas de admiración.