Foto: Portal de la Televisión Cubana - Cubadebate.- El periodista, escritor y prestigioso crítico de cine Rolando Pérez Betancourt, guionista y conductor del programa televisivo La séptima puerta, falleció este sábado en La Habana a causa de complicaciones asociadas a una reciente enfermedad hematológica.


“Hasta siempre, Rolando Pérez Betancourt, gracias por enseñarnos que el periodismo es compromiso e inconformidad. Gracias por preferir siempre el riesgo y por mostrarnos que sin riesgo y sin sacrificio no hay periodismo”, escribió en su cuenta en Twitter Cubaperiodistas.

Varios colegas y amigos han lamentado en redes sociales el fallecimiento del destacado periodista de Granma, nacido en La Habana el 25 de septiembre de 1945.

“La muerte de Rolando Pérez Betancourt deja su casa incompleta, con el peso doloroso de una ausencia irreparable para Granma, diario que fundó siendo apenas un niño (con 16 años), y donde ejerció una admirable libertad de pensamiento sin nunca faltar a la verdad”, dijo Yailin Orta, directora del periódico.

“Desde que comenzó en el periódico Hoy nunca le faltó el apoyo de los comunistas, empezando por Blas Roca Calderío, quien no puso límites a su vocación por tener entonces solo un octavo grado, impuesto por el contexto de la época y las precariedades sufridas por su familia. No dudo que esa escuela de confianza y aliento que encontró allí fue moldeando su carácter cabal y riguroso, y también crítico y audaz para ver más allá de lo epidérmico.

“Rolando llegó a definirse en cierta oportunidad como un alfabetizador del gusto, una condición que defendió apasionadamente por más de 40 años en nuestras páginas, y más de 25 en la televisión, dueño de un tono profundo, equilibrado, convincente y empático, que le granjeó el respeto de lectores y televidentes.

“En él no solo tuvimos a un excepcional articulista, cualidad y valores profesionales que le fueron reconocidos con el Premio Nacional José Martí, sino a un caballero, dueño de una integridad conmovedora, y a un compañero y amigo sincero, de limpia mano franca.

“Podría decir mucho sobre él, pero ahí está su obra –periodística y literaria– para hacerle justicia a su proverbial inteligencia, su conducta íntegra de intelectual y revolucionario orgánico, su huella en nuestros mejores recuerdos y su infinita entrega a la familia que cuidó con amorosa devoción”, resaltó Yailin Orta en su perfil de Facebook.

Pérez Betancourt, destaca Granma, fue cronista deportivo, reportero de nacionales y se formó en el periodismo literario “y en lo que realmente me interesaba, ahondar en lo humano de quienes participaban en la Revolución”, comentó en la entrevista a Cubaperiodistas. También fue jefe de la página cultural y jefe de redacción por 25 años.

Durante más de 40 años publicó en Granma la sección Crónica del espectador, la más antigua en este tipo de especialidad.

Además de La séptima puerta, estuvo antes en otros espacios televisivos como la Tanda del Domingo y Cine Vivo.

Cubadebate lamenta esta triste noticia y comparte con sus lectores una entrevista realizada en 2019 al Premio Nacional de Periodismo José Martí (2007).

Rolando Pérez Betancourt: Al público hay que respetarlo de principio a fin

Paquita Armas Fonseca - Cubadebate.- Un año atrás, en ocasión del aniversario de La séptima puerta, su guionista y conductor, Rolando Pérez Betancourt, respondió algunas preguntas. Sus respuestas se mantienen:

Los principios de La séptima puerta se mantienen inalterables. Exhibir películas de calidad de todas partes del mundo y que mantengan al espectador informado y presto al análisis.

Hoy día la televisión juega un papel primordial en la formación del gusto, en “la alfabetización del gusto”, como me gusta llamar a esa ardua empresa, una alfabetización que existe, y no se trata de decir mira esto y aquello, sino de entregar las herramientas indispensables para el discernimiento propio que permita salir del marasmo de la publicidad y la propaganda, y ello, por supuesto, sin atentar contra la libertad de que cada quien vea lo que quiera.

A veces con algún que otro tira y encoge, pero (se han puesto ¡todas! las películas propuestas), que para eso está el programa, para hablar y analizar de todo lo que se presta a confusión, dudas o miradas extraviadas en relación con algún tema, que hay buenas películas que piden a gritos el análisis y la polémica. No para decirlo todo, sino para provocar al espectador y así participe en el debate.

Pero quizás muchos televidentes, de esos a los que se dirige Rolando cada noche de viernes por Cubavisión (casi siempre muy tarde), desconozcan el camino recorrido por este analista del séptimo arte (y de la sociedad) que propone piezas para pensar y disfrutar.

Háblame de tu primer vínculo con la televisión…

—A inicios de los ochenta con el profesor Mario Rodríguez Alemán. Había sido mi profesor en la Universidad de La Habana en los años sesenta y yo era de los pocos críticos que “cortaba el bacalao” con él. Me llamó una noche para que integrara el panel de Cine Vivo nada más y nada menos que con un Hitchcock, Psicosis. . Después fui fichado rápidamente para la televisión. Noche de cine, los lunes, fue mi primer programa y Gigante mi primera película. Luego me quedé haciendo Cine Vivo tras la muerte de Mario (a mediado de los ochenta) y durante un tiempo La Tanda del domingo.

Ese fue tu vínculo profesional pero como un televidente “de a pie” cuando fue y qué te gustaba, si te gustaba algo.

—La primera vez que vi un televisor fue en los años cincuenta en una tienda. Yo pegando los ojos al cristal de la vidriera sin poder explicarme qué era aquello. Recuerdo ese momento con una claridad absoluta. Luego lo haría muchas veces. En esos años cincuenta viví dos años en casa de unas tías que tenían televisor y me di banquete con Gaby, Fofó y Mileki y unas brujas que venían con ellos formando parte de un grupo español. Recuerdo sus nombres: Escandulfa y Sascandil. Veía la pelota, películas del oeste que ponían a la siete de la noche y después de comida me sentaba con mis tías a ver lo que pusieran, El Cabaret Regalías, Jueves de Partagás, el Teatro y, por supuesto, las bailarinas de la televisión

Y con el cine, ¿cuándo comenzó el romance?

—Muy de niño. Amor a primera vista y para siempre. Todavía me duele ver películas en mi casa. El cine es insustituible. Un delirio colectivo que se sufre cuando se pierde, pero que debe tener condiciones para ser disfrutado a plenitud. Tengo un libro de Crónicas donde recojo mis angustias para reunir la peseta que me permitiría acceder al Majestic, allá en los años cincuenta. Una verdadera agonía cundo veía que el reloj se aproximaba a la una de la tarde, hora en que comenzaba la matiné, y no me alcanzaba el dinero. Una vez adentro no quería salir y varias veces mi madre tuvo que ir a buscarme porque si me dejaban, repetía

¿Recuerdas tu primer programa La séptima puerta?

—Primero hubo un casting donde me presenté con una película india ¡muy buena! de título ahora no recordable, estuvo entre las primeras en salir al aire, pero la primera no la recuerdo. Ya sabes, mientras más viejo, menos memoria.

Nómbrame algunos de los filmes imprescindibles que has incluido…

—Muchos en 16 años. Lo mejor de Bergman aún sin exhibir en tv, El último tango en París, sin cortes, y asì lo mejor del cine asiático actual, italiano, norteamericano…La gran belleza, de Paolo Sorrentino, un verdazo heredero de Fellini… Habría que recordar que el perfil del programa incluye exhibir lo mejor y más variado que se realiza en el mundo.

Cada viernes te diriges al televidente como “Ustedes, seguidores de La séptima puerta…” ¿Tienes idea de qué público te sigue más?

—Creo que se ha ido creando un espectador de La séptima puerta, culto y preparado para recibir y analizar lo que se le presente, un espectador al que no hay que repetirle ciertas aclaraciones indispensables en cuanto al cine que verá en el programa. Es como una reverencia a ese espectador y una invitación a que se sumen otros. Pero la frase no la digo todos los viernes, aburriría

¿Te atreverías a escoger cinco filmes como tus preferidos?

—Tengo uno solo que he visto muchas veces y por diferentes motivos no me canso de ver después de haberlo visto de estreno en París, en 1973, El último tango en París. He escrito bastante sobre él. Otras películas preferidas se derrumban con el paso del tiempo y le dan paso a otras, también, posiblemente condenadas al derrumbe. Vaya, que escoger, es siempre una trampa.

Llevas muchos años siendo un buen cronista del periódico Granma, ¿qué sentiste cuando “chocaste con el vidrio” y te convertiste en un comentarista popular?

—He dicho que la TV no es mi medio, mi medio es la prensa escrita donde debuté a los 16 años trabajando en la imprenta del periódico Hoy. En Granma llevo más de 40 años escribiendo La crónica de un espectador, posiblemente la crítica de cine más perdurable de nuestra prensa en toda su historia Eso no niega el poder de la televisión. Siempre pensé: si me conocen por la tv, luego me leen más lectores. Pero en verdad el lenguaje televisivo, aunque incluye una apreciación critica del filme que será exhibido, no te permite calar a profundidad porque debes tener en cuenta la variedad de espectadores que tienes delante y, además, el tiempo

¿Qué responsabilidades le atribuyes a un alguien que lleva un programa como el tuyo?

—La mayor. Al público hay que respetarlo de principio a fin y para ello hay que preparase a profundidad. No es cuestión de coser y cantar, decir cuatro boberías, decir que a Robert Reford, le gustaba comer cake de niño, o algo parecido, no señor, hay que entrarle con la manga al codo a cada película y analizarla desde sus distintas vertientes

¿Cómo podría ser mejor?

—Todo programa siempre puede ser mejor, creo que con la llegada de Rafael Haya a la dirección ha mejorado mucho en cuanto a visualidad. Es un gran trabajador y le dedica todo el tiempo necesario. También cuento con la excelente asesora que es Mayra Lilia Rodríguez, siempre dando la pelea porque no falte lo mejor en el programa. Y está el viejo problema del horario, del que ya me canso de hablar y que ya a esta altura del juego se irá conmigo sin que se solucione. Si el programa sale próximo a las 11 de la noche, ¿cuántos son los que se lo pierden? Y es una lástima, porque en la necesaria tarea de formar audiencias La séptima puerta, de salir más temprano, pudiera hacer mucho más.

¿Puedes anunciar algunos filmes de la televisión veraniega?

El precio de la fama, se abre con esa, con Natalie Portman en el papel de una diva del pop; El mundo de Kanako, japonesa muy buena; Silvio y los otros, el último filme de Paolo Sorrentino sobre Berlusconi; Dogman, italiana, te hablé de ella; Testigo, un thriller francés sobre espionaje, muy bueno... La partida, inglesa muy buena sobre una joven y su madre que se enamoran de un muchacho...

La séptima puerta le roba tiempo a tus novelas, ¿cómo está tu quehacer literario?

—Demasiado tiempo, realmente. Tengo que ajustar el tiempo, porque también sigo trabajando en Granma y no se puede hacer literatura seria presionado por el reloj, las entregas, las comparencias ante las cámaras. A mis años ha llegado el momento de escoger y pienso que no tardaré en hacerlo.

(Tomado del Portal de la Televisión Cubana)

Pedro de la Hoz y Rolando Pérez Betancourt, en Granma, durante una conferencia con el colectivo. Foto: Dunia Álvarez Palacios/ Granma.

A la izquierda, en los talleres del periódico Hoy. Foto: Granma.

Rolando Pérez Betancourt. Foto: Archivo/ Granma

En video, entrevista a Rolando Pérez Betancourt

Rolando Pérez Betancourt: la utilidad del juicio

Yuris Nórido/ CubaSí

La cultura cubana y la cultura en Cuba acaban de perder a uno de sus más agudos, comprometidos e informados cronistas. Rolando Pérez Betancourt, fallecido este sábado en La Habana, era uno de los más respetados periodistas y críticos cubanos.

Su ejercicio cotidiano devino magisterio, y referente para promociones completas de profesionales de la comunicación y el arte. Voz más que autorizada, con las credenciales del estudio y el talento, concretó uno de los más refinados y enjundiosos estilos de la prensa cubana.

Pero consistencia e intensidad, en su caso, no fueron nunca pesadez o densidad abrumadora. Escribía para todos, valiéndose de un extraordinario sentido de la síntesis, el pleno dominio del idioma y notables capacidades expresivas.

Rolando Pérez Betancourt era capaz de explicar, con luminosas diafanidad y sencillez, grandes y complejos problemas y desafíos del arte, la cultura y la sociedad toda.

Y su vocación crítica, asumida sin paños tibios, siempre se realizó atendiendo a una ética profesional inalterable.

En las páginas del diario Granma, Pérez Betancourt publicaba comentarios ejemplares sobre cine y otras artes. Defendía la idea de que el crítico no debería aspirar al análisis total y definitivo de la obra... él mismo escogía aristas y las desarrollaba con ingenio y suficiencia de argumentos.

"La crítica no es palabra divina, inapelable... la crítica es una entre muchas propuestas, una guía que no se pretende estricta. Pero si es sólida, puede alumbrar muy bien un camino oscuro", dijo en una de sus conferencias en el Instituto de Periodismo José Martí.

Y ese fue credo puesto en práctica. No temió polémicas, no rehuyó de debates públicos. Pero nunca manchó su obra con intereses mezquinos.

Defendió la necesidad del comentario crítico, sin imposiciones, en los medios de comunicación más populares. Y en su programa La séptima puerta sentó cátedra por la contundencia de sus análisis, que mostraron a muchos espectadores un cine de calidad, no siempre atendido por las lógicas del mercado.

Fue también novelista y animador de varias tertulias, promotor cultural... Cuba lo honró con importantes reconocimientos: el Premio Nacional de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro en su primera entrega (1999) y el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2007), entre muchos.

Rolando Pérez Betancourt no aró en el mar: miles de cubanos lo identifican como formador. Fue, en definitiva, un maestro. Un hombre raigal de la cultura.

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