El Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de la República de Cuba aprobó una estrategia para la transición hacia la economía circular, de tres etapas, hasta 2030. Foto: Archivo IPS Cuba.


Redacción IPS Cuba

Según especialistas, se trata de rediseñar, reducir, reutilizar, reparar, con el fin de alargar el ciclo de vida y generar cada vez menos desechos

La Habana, 19 jun.- Una planta que convierte la cáscara de arroz en un gas combustible, con cero emisión de sólidos y de gases de efecto invernadero; una cooperativa que produce ecomadera a partir de plástico recuperado y un hotel, el Iberostar Varadero, que eliminó los plásticos de un solo uso, son ejemplos de economía circular en Cuba.

Con una estrategia aprobada, se dan los primeros pasos para una transición hacia la economía circular, una aspiración no exenta de escollos, debido a las características y condiciones económicas peculiares del país, y que demandará a largo plazo un cambio de mentalidad y recursos para implementarla.

Recientemente, en el programa televisivo Mesa redonda, la viceministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Adianez Taboada, consideró que ante la triple crisis planetaria –contaminación, pérdida de la biodiversidad y cambio climático–, los países deben desarrollar soluciones integrales, sistémicas “y la economía circular puede ser una solución”.

De acuerdo con Carmen Terry, especialista de la dirección general de medio ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros aprobó una estrategia para la transición hacia la economía circular, de tres etapas, hasta 2030.

“Transición porque todavía prevalece en el  país el modelo lineal, totalmente insostenible, basado en extraer recursos naturales, producir, usar estos bienes o servicios y luego desecharlos”, dijo Terry, según publicó el sitio oficial del ministerio.

A su juicio, “es un modelo insostenible, porque una gran cantidad de recursos que tienen valor van a parar a los sitios de la disposición final, a los vertederos de basura”.

Por el contrario, la economía circular es un sistema de producción y consumo que tiene como objetivo promover la eficiencia en el uso de los recursos, destacó.

A su vez, ese modelo persigue mantener esos recursos la mayor cantidad de tiempo posible en los ciclos naturales y productivos, reducir la cantidad de residuos que se generan, promover el uso de fuentes renovables de energía y eliminar el uso de sustancias en los productos.

“Es un sistema que tiende a la conservación en lugar de la caducidad y que promueve también esquemas colaborativos y alianzas entre los actores para sacar rédito a esta estrategia”, señaló la especialista. Además transversaliza la sociedad, pues tiene una interacción con todos los factores y actores económicos: estatales y no estatales.

Paso a paso

Apenas se dan los primeros pasos, pero la idea es adherirse a estos principios como eje transversal para el desarrollo.

La primera etapa (2022-2023) se orienta al establecimiento de la base jurídica que favorezca el cambio paulatino y gradual, así como de mecanismos de control y prioriza sectores como el agroalimentario, la construcción y el turismo, entre otros.

Además de tratar de cerrar ciclos y mantener los recursos el mayor tiempo posible dentro de los ciclos productivos y naturales, la economía circular apuesta por devolver a la naturaleza aquellos recursos que puedan ser retornados y, en el caso de las materias primas de carácter técnico, reincorporarlas a los sistemas productivos para que mantengan su valor.

También en los plásticos se trata de utilizar la menor cantidad posible y los que se utilicen, que generen menos residuos, puedan incorporarse a sistemas de recuperación, reúso y reciclaje, y regresen al ciclo productivo y no se conviertan en desechos.

Construir el camino

Expertos señalan algunas de las necesidades del país para concretar la estrategia, entre ellas, un marco legal que favorezca la implementación de la economía circular, a partir de la actualización de normas vigentes, por ejemplo, sobre la recuperación de materias primas, así como como en las vinculadas con las micro, pequeñas y medianas empresas.

“Algunas de las nuevas formas de gestión están desarrollando alimentos que se envasan en plástico, otras importan cervezas y refrescos de latas de aluminio, pet o tetrapack, y no existen regulaciones para eso”, opinó un profesor universitario cercano al tema.

Otro de los llamados desde la academia es la necesidad de establecer indicadores que permitan medir avances en la implementación, un proceso que será a largo plazo y demanda, ante todo, conocimiento de sus características, definiciones  y conceptos, que van mucho más allá del reciclaje, que es apenas uno de sus componentes.

Para que la estrategia tenga una expresión en la vida, se consideró en un curso sobre el tema, ese modelo debe ser asimilado por empresas y territorios, con coherencia entre lo macro y lo micro, e incorporarse en las estrategias de desarrollo municipales.

Especialistas indican la necesidad de incorporar ese enfoque en los macroprogramas nacionales sobre ciencia e innovación, así como en los diferentes proyectos y en los planes de la economía de 2024. (2023)

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