Montevideo (Prensa Latina) La doctora Marlene Vázquez imagina a José Martí inmerso hoy en la guerra cultural que, sostiene, encara Cuba en un mundo asolado por conflictos bélicos, pérdida de valores y luchas por la hegemonía del poder.


Por Orlando Oramas León

Corresponsal jefe en Uruguay

La directora del Centro de Estudios Martianos (CEM) de Cuba ha dedicado 20 años a investigar la vida y obra del más universal de sus compatriotas, a quien avizora con la palabra ardiente, aunque con espíritu de paz, en las contiendas actuales.

Ella conversó con Prensa Latina durante una breve visita a esta capital, en la que presentó una novedosa edición digital de “La Edad de Oro”, con realidad aumentada mediante códigos QR y valiosa información acompañada, la cual lleva al lector desde el relato martiano a países, bibliotecas, personajes, etc.

Ademàs, impartió, desde la antesala del Senado de la República, la conferencia magistral titulada “José Martí: pensamiento descolonizador y cultura de paz”.

No hay que ver a Martí como un hombre del siglo XIX, es de los grandes universales inagotable, y tenemos el privilegio de que sea cubano y nuestroamericano, expresó al ser entrevistada.

DESCOLONIZACIÓN CULTURAL

La obra martiana es un instrumental teórico significativo que nos ayuda a interpretar la realidad contemporánea y dicta pautas que pueden ayudar a transformar y a encarar fenómenos actuales como la descolonización cultural, apuntó.

Lo considera una tarea urgente para Nuestra América, como definió a estas tierras y pueblos el Apóstol cubano.

Vázquez se remonta a 1889, cuando el entonces cónsul de Uruguay, Argentina y Paraguay en Nueva York redactaba su crónica sobre la Conferencia Panamericana, emboscada expansionista de Washington.

Suscribía que había llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia.

“Nos estaba convocando a una batalla que rebasaba el marco de la independencia formal, política, legal, económica de nuestros pueblos, e iba a la independencia mental, al hecho de transformar las conciencias, de hacer que la colonia, la cual había continuado viviendo en la República, fuera desterrada”, manifestó la investigadora.

Y consigna que ello demanda transformar los sistemas educativos, fortalecer la autoestima de nuestros pueblos.

“De modo tal que los ciudadanos latinoamericanos no estén mirando siempre deslumbrados hacia lo que nos viene de Europa o los Estados Unidos, sino que asumamos cada vez más la cultura propia sin ignorar lo que ocurre en el resto del mundo”.

Refirió que no resulta casual que el Maestro refrendara en uno de sus textos más notables que “en repúblicas de indios los presidentes deben aprender indio”.

Tenemos culturas muy variadas, muy ricas, dignas de ser estimadas y hay que conocerlas a profundidad para mejorar su destino, acotó la directora del CEM.

Como parte de expandir ese conocimiento ella promueve la difusión del pensamiento del prócer latinoamericano y la traducción de sus obras a las lenguas originarias del continente.

Tal encomienda formó parte de su participación en la Feria del Libro Chacu Guaraní, en Asunción, la capital de Paraguay, que tuvo a Cuba como país invitado.

Allá conversó con los miembros del Ateneo de la enseñanza de la lengua y la cultura guaraní en la municipalidad de San Lorenzo sobre las traducciones que hiciera Félix de Guarania, intelectual paraguayo ya fallecido, de los Versos Sencillos y del cuento Meñique de la Edad de Oro.

El poeta y escritor cubano ha sido traducido al náhuatl, tzotzil, quechua, aimara, al maya. Martí está en las lenguas de nuestros pueblos originarios y si tuviera la oportunidad de saberlo sería motivo de gran regocijo porque apreciaba profundamente esas culturas, opinó.

En la feria paraguaya, la doctora Vázquez presentó su libro “De surtidor y forja, la escritura de José Martí como proceso cultural”, derivado de su experiencia en la Edición Crítica de las Obras Completas de José Julián, principal línea de investigación del centro que dirige.

En esa edición se pretende dar la palabra a Martí desde el más fiel posible, ya sea del original, si existe, o la edición príncipe de la obra en cuestión, con información añadida en notas al pie y en índices de nombres, lugares geográficos, materias, cronología, todo lo cual completa el panorama de la época en que vivió.

A la par, el CEM impulsa un proyecto de estudios literarios que atañe a zonas menos estudiadas de la obra martiana, dígase diarios de campaña, cuadernos de apuntes, crítica de arte y sus escritos en revistas y periódicos.

Una tercera línea de trabajo busca completar la historia del Partido Revolucionario Cubano, fundado por el Apóstol, pesquisa que convida a investigadores de todo el país y resulta todo un reto por el obligado secretismo en que laboró la fuerza política del independentismo.

CULTURA DE LA PAZ

Para mi entrevistada, José Martí resulta paradigma de la paz cuando en el planeta muchos conflictos se dirimen por las armas.

Martí fue un hombre de paz. Puede parecer paradójico porque perdió su vida en el campo de batalla, y preparó una guerra cuando no existía otra opción ni posibilidades de entendimiento con España, puntualizó sobre el tema.

Subraya que le tocó al organizador de la “guerra necesaria” enfrentar simultáneamente a dos imperios, el decadente español y el emergente de Estados Unidos, cuyas apetencias sobre el continente avizoró y alertó.

Concibió la guerra que estaba preparando como breve y generosa. Dijo en más de una ocasión que no era la revolución de la cólera, sino la del amor, remarca.

Refiere entonces el discurso que pronunciara Martí el 26 de noviembre de 1891 en el Liceo Cubano de Tampa, conocido por su frase “con todos y para el bien de todos”. Una guerra no contra el español que fundó casa y familia en la isla, sino contra el poder colonial avasallador.

Y la estudiosa enfatiza que en aquella República incluyente que concebía Martí no estaban contemplados los anexionistas, sino los cubanos de bien y todos aquellos españoles asentados que sentían a Cuba como suya.

Guerra amorosa, como se define en ensayo de la desaparecida intelectual cubana Fina García Marruz, titulado “José Martí, el amor con energía revolucionaria”, acota Vázquez.

Y relata entonces anécdotas del Martí que sufre por la sangre a derramar y las madres que llorarán en la contienda pronta a desatar.

Por esos senderos y dolores la concepción martiana de libertad, asociada a la cultura; y de paz, que en fecha cercana al inicio de la guerra describió como “pobre y erguida”.

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