Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Hace 100 años, el 8 de marzo de 1911, casi un millón de mujeres en Alemania, Dinamarca, Austria y Suiza, participaron en lo que fue la primera celebración del Día Internacional de la Mujer. Fue el colofón de múltiples vivencias de las trabajadoras, a lo largo de décadas de conflictos de clase; también de las experiencias de las sufragistas y de las batallas de los pueblos por la paz.


De esta forma quedó instituido el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. Fue Clara Zetkin, insigne luchadora alemana, quien hizo la propuesta durante la II Conferencia de Mujeres Socialista, celebrada en Copenhague en 1910.

Lo que quizás muchos no previeron entonces, fue que los deseos de luchar de las mujeres iban en serio y que, a partir de aquel 8 de marzo de 1911, la fecha seria una realidad de cada año.

Hubo una génesis para esta conquista de las mujeres del mundo. Ocurrió en 1857. En Nueva York, las trabajadoras de una manufactura textil decidieron ocupar la instalación y demandar de sus empleadores aumentos de salarios, mejores condiciones laborales y otras reivindicaciones. Los patronos, comprendiendo que las textileras no cederían en sus peticiones, prendieron fuego a la fábrica, pereciendo en el incendio 129 mujeres.

Fue el inicio de una lucha que tuvo en Clara Zetkin su abanderada mayor. La feliz proposición, acogida con entusiasmo por el centenar de delegadas de 17 países que asistieron a la Conferencia de Mujeres Socialistas, ha ido ganando fuerza a través del tiempo.

Pero la Zetkin no se limitó a proponer un día anual para la mujer, sino que llamó a vincular la lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer al combate por la paz y contra la guerra, reivindicando para ellas el derecho a votar y a ser elegidas, al trabajo y a una vida digna.

En los años subsiguientes, la fecha del 8 de marzo se celebró en más y más países, y hoy por hoy, constituye un día de lucha y recuento, pero también de fiesta y amistad para las mujeres del planeta que la han hecho suya.

La promotora del Día Internacional de la Mujer dedicó casi 40 años de su existencia a la lucha por la formación de un potente movimiento femenino internacional. Ella defendió apasionadamente el derecho de la mujer al trabajo y a la independencia económica y entrego sus energías a una lucha que la desgastaba físicamente, pero a la que se consagró con el recuerdo vivo de los hombres, las mujeres y los niños de las fábricas de medias de su natal Alemania, que trabajaban por salarios que apenas les alcanzaban para malvivir.

Persona de fina sensibilidad y una gran sed de conocimientos, la entusiasta dirigente obrera de los años veinte, la revolucionaria y ferviente internacionalista, la amiga de Lenin, la mujer que encauzó su camino hacia el magisterio y llevó su experiencia pedagógica mas allá de las aulas y de la batalla por la organización del movimiento femenino en Alemania, e internacionalmente, era probable que ignorara la irradiación y alcance que tendría al cabo de los años aquella propuesta suya de dedicar un día a la mujer.

Hoy, el 8 de Marzo ha devenido una de las tradiciones más significativas y, de año en año, aumenta su trascendencia, ora como jornada de combate, ora como fiesta de la amistad y la solidaridad.

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