El amor familiar no se distingue por la orientación sexual de las personas

Helen Hernández Hormilla - SEMlac.- Superando paso a paso las hostilidades de una sociedad en su mayoría homo y lesbofóbica, las cubanas Olimpia Díaz Borges y Liana López Filpo cimientan su proyecto de familia como lesbianas.


Cuando se enamoraron, cada una tenía una hija cuya educación, responsabilidad y afecto compartieron de inmediato, hace ya siete años.

"Siempre tuve el apoyo de mi familia y eso fue importante para educar a mi hija y transmitirle valores, para que comprendiera que las personas valen por sus sentimientos y no por lo que piensen los demás", defendió a SEMlac Díaz Borges, también activista por los derechos sexuales en la provincia central de Cienfuegos, a unos 300 kilómetros de La Habana.

Para su pareja fue más difícil porque cuando reveló a sus padres que era lesbiana mostraron un fuerte rechazo. Solo la comprensión de amistades cercanas y de los familiares de Olimpia le ayudaron a aceptarse.

"Merecemos respeto, y así lo conversé con mi hija, que me entiende y apoya", reconoce a esta agencia la mujer de 43 años.

Como ellas, muchas parejas del mismo sexo enfrentan rechazo y prejuicios por su orientación sexual que, por lo general, se acrecientan cuando educan en común a su descendencia, reconocen especialistas consultados por SEMlac.

La comunidad, la escuela y, en ocasiones, también parientes cercanos, emiten juicios adversos sobre las familias homoparentales que, hasta el momento, carecen de recursos legales para legitimar sus derechos como padres y madres cuando no existen vínculos biológicos.

Familias que requieren derechos

Al estudiar la representación social de la paternidad en parejas de adultos medios de orientación homosexual en la capital cubana, el psicólogo Ariel R. Arcaute Mollinea encontró que los 20 hombres entrevistados habían presentado dificultades para ejercer este rol debido a la heteronormatividad y al machismo que prima en el país.

Estos gays de entre 41 y 45 años sustentan su paternidad en las cualidades morales, la responsabilidad y en el amor como fuente de bienestar emocional y espiritual para sus hijos e hijas, además de una educación adecuada, ilustró el investigador durante un evento realizado en enero pasado por la sección Diversidad Sexual de la Sociedad Multidisplinaria de Estudios de la Sexualidad (SOCUMES) en la ciudad de Cienfuegos.

No obstante el clima favorable de estos hogares, el 85 por ciento de la muestra consideró que la sociedad cubana aun no está preparada para aceptar plenamente un nuevo modelo de familia constituido por una pareja de hombres o de mujeres.

Según el investigador, en el país se vivencia una discriminación hacia las personas homosexuales que quieren ser padres o madres pues se les invisibiliza de los programas de reproducción asistida y no clasifican para adoptar a niños y niñas sin amparo filial.

Tampoco se les reconoce como matrimonios o uniones formales, por lo que no garantizan sus derechos patrimoniales, de herencia y custodia compartida de hijos comunes (no biológicos) en caso de separación.

Hasta el momento, el Código de Familia de Cuba, vigente desde 1975, reconoce solo las uniones heterosexuales y monogámicas.

Desde hace casi 10 años, varias instituciones promueven ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento unicameral) una propuesta con modificaciones para esa ley civil, entre las que se incluye el reconocimiento a las uniones consensuales entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adopción para estas parejas.

Sin embargo, el reclamo de la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales) por la aprobación del nuevo Código sigue sin ser escuchado, y no existen indicios de próxima atención al tema por parte de los órganos legislativos.

Arcaute asegura que estas familias proponen un modelo novedoso, con tendencia a una educación más flexible en cuanto a los roles tradicionales de género.

En los casos estudiados, sus padres proveen recursos de personalidad a sus niños y niñas, que les preparan para enfrentar actitudes discriminatorias en su vida cotidiana.

"La familia no es el único agente socializador y, por ejemplo, en la escuela y el barrio también se ejerce una presión sobre los niños y niñas", confirmó en entrevista con SEMlac el experto del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales (CIPS) de Cuba.

Claudia Rodríguez, hija biológica de Olimpia Díaz, se ha enfrentado a este tipo de rechazo desde muy pequeña y aprendió con el tiempo a defender el derecho de su madre a amar a quien desee.

"Algunas personas no te dicen frontalmente las cosas, pero hacen comentarios desagradables y, a veces, no se sabe cómo responder ante los cuestionamientos de los propios compañeritos", narra a SEMlac la joven de 19 años.

La aceptación y sinceridad que primó en su educación la preparó para hacer frente a la discriminación, la hizo más fuerte, asegura.

"A los 10 años, mi madre me explicó que era lesbiana y para mí fue algo normal porque nunca afectó su dedicación y apoyo hacia mí, además de que crecí conviviendo con dos mujeres", dice Rodríguez Díaz.

Ella reconoce a Liana como su otra mamá, la misma que visita todas las reuniones de su escuela y se mantiene al tanto de su bienestar emocional y físico.

"Para la sociedad, es complicado adaptarse a la idea de que somos como cualquier otra familia, que nos queremos, que tenemos conflictos, que nos divertimos, pero me gustaría alguna vez poder ir a un restaurante con mis dos madres y mi hermana sin que las personas nos miraran raro", sostiene la futura albañil y restauradora.

A Naomi del Monte, la hija biológica de López, le ha costado más aceptar la orientación sexual de su madre.

"Me pareció raro al principio, pero ya me estoy adaptando, aunque mis amistades no lo saben", confesó en entrevista con SEMlac la joven de 16 años, estudiante de esgrima en la Escuela de Deportes provincial.

Ambas jóvenes están integradas como activistas a las campañas contra la homofobia que realiza el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y son parte de la Red Nacional de Jóvenes por la Diversidad y del grupo Fénix, defensor del derecho de las lesbianas en Cienfuegos.

"A pesar de que las personas piensen lo contrario, no se trata de una familia disfuncional", sostiene Del Monte, aún algo tímida para referirse abiertamente a estos asuntos.

Discriminación en la escuela

Según la psicóloga Dachelys Valdés Moreno, los niños y niñas de familias homoparentales pueden resentirse en su autoestima por los prejuicios hacia sus padres o madres, sobre todo al inicio de la etapa escolar.

"A veces el maestro o maestra reproduce prejuicios homofóbicos que segregan", sostuvo la especialista en diálogo con SEMlac.

Investigaciones sociales realizadas en Cuba demuestran que muchas veces los hijos e hijas de parejas del mismo sexo se vuelven centro del acoso y el maltrato por parte de otros pequeños y de la sociedad.

"Es posible encontrar niños y niñas que se aíslan porque les da vergüenza confesar que viven con dos mamás o con dos papás, aunque en lo privado esa situación familiar transcurra felizmente", atestigua la experta.

Durante un estudio con 200 profesionales de la educación primaria en el municipio Plaza de la Revolución de la capital cubana, realizado el pasado año, Valdés encontró rechazo del profesorado a las familias homoparentales y un amplio desconocimiento sobre temas de sexualidad.

La muestra incluyó un 85,5 por ciento de mujeres, y tuvo como promedio de edad 38 años, incluyendo personas desde 17 hasta 72 años que, en el 98 por ciento, dijeron ser heterosexuales.

Si bien no encontró casos de agresión física directa contra los niños y niñas con padre gay o madre lesbiana, sí refirieron violencia psicológica debido a la orientación sexual de progenitores, tales como motes específicos, negativas para integrarlos a grupos y burlas hacia su familia, entre otros.

Para la investigadora, en el profesorado radica una gran responsabilidad para transformar conductas homofóbicas, teniendo en cuenta que la escuela es el segundo espacio de socialización de las primeras edades.

En su criterio, poco a poco se pueden ir desmontando estos prejuicios, en la medida en que se incremente la información sobre el tema y se legislen derechos para las personas LGBTI.

"Tenemos que luchar porque las familias puedan ser de hombres y hombres, mujeres y mujeres, mujeres y hombres, o como quieran ser", anhela, por su parte, Olimpia Díaz.

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