Desde el mismo Primero de enero de 1959, el fundador de la Revolución Cubana se preocupó de que las féminas ocuparan el espacio que se habían ganado en la lucha por la soberanía de su país.
A partir de ese momento Fidel le proporcionó a la mujer cubana educación, salud, empleo, una vida digna y la esperanza de crecer en una Patria libre, con iguales derechos y oportunidades.
Pero además les procuró escuelas, círculos infantiles y programas educativos a sus hijos, entre otras facilidades para que ellas pudieran incorporarse a la construcción de la nueva sociedad.
El líder histórico fue el promotor, junto a Vilma Espín Guillois, de crear la Federación de Mujeres Cubanas, una organización integrada solamente por féminas de todas las edades que luchan por su plena igualdad.
Gracias a su clara visión las mujeres se convirtieron en alfabetizadoras, milicianas, costureras, macheteras, constructoras, científicas y médicas, muchas de las cuales han tenido la posibilidad de brindar su ayuda solidaria en otros países hermanos.
Aprovechando todas esas oportunidades desde el seno de la comunidad también ejercen de manera voluntaria como brigadistas sanitarias, trabajadoras sociales, activistas de educación, promotoras culturales, Delegadas de gobierno y Diputadas a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Las cubanas, agradecidas, recordarán eternamente al Comandante invicto que les concedió tantos privilegios, entre ellos el de compartir junto a ellas en numerosos congresos, colocarles en sus pechos las medallas y otras condecoraciones y regalarles alegrías, besos y sonrisas que, cual preciados tesoros, guardarán por siempre en sus corazones.
