Vincenzo Basile - blog Desde mi ínsula / Cubainformación. - El pasado 10 de septiembre las autoridades estadounidenses anunciaban el fallecimiento de un recluso en la prisión (centro de tortura) de Guantánamo. Se trataba del ciudadano yemení Adnan Farhan Abdul Latif, quien se encontraba en la base militar desde enero de 2002.


De hecho, el prisionero siempre había reclamado su inocencia contra las acusaciones iniciales que lo veían vinculado al terrorismo talibán. En ese sentido, confirmando su versión, una junta de revisión de Guantánamo ordenó que Abdul Latif fuera trasladado a Yemen en 2006, pero la sentencia no fue ejecutada. Luego, Abdul Latif apeló contra su detención ante el tribunal de Washington que en 2010 sentenció su liberación. Sin embargo, el gobierno norteamericano contestó esa decisión e impidió su liberación, a pesar de la inexistencia de cargos, evidencias o juicios.

Días después del fallecimiento, Amnistía Internacional publicaba una relación en la que se afirmaba que en mayo de 2012, Abdul Latif había empezado un huelga de hambre para reclamar su libertad y reiterar una vez más su reconocida inocencia. En junio (2012) las autoridades norteamericanas declararon que Abdul Latif había dejado la huelga. Esa declaración es lo único y lo último que existe sobre ese acontecimiento.

Más allá de la incertidumbre acerca de la causa de la muerte del ciudadano yenemí, que aún se desconoce, Amnistía Internacional -tras pedir aclaraciones e investigaciones independientes sobre los hechos- afirmaba que “las fuerzas armadas estadounidenses tienen que poner fin de una vez por todas al vacío de derechos humanos que existe en Guantánamo. Los detenidos deben ser sometidos a juicios justos ante tribunales independientes o deben ser puestos en libertad, y los juicios ante comisiones militares deben desestimarse” y recordaba que Abdul Latif es la novena persona que muere en el centro militar en los últimos diez años. (Amnistía Internacional)

La mayoría de los medios internacionales, que siempre dan mucho respaldo a lascríticas de Amnistía Internacional hacia Cuba, asumió una postura moderada y evidentemente supina acerca de la noticia. En ese sentido, por ejemplo, el diario español ABC publicaba un tímido y ‘neutral’ artículo, evitando tomar posiciones y aclarando muy bien -con comillas y citas- que lo que se publicaba no eran opiniones del periodista (o de los editores) mas las declaraciones personales del abogado de Abdul Latif. Además, ignoraba completamente la relación de Amnistía Internacional y escribía: “Aún no se conocen las causas del fallecimiento de Abdulatif, que estuvo detenido en Guantánamo desde 2002, aunque el Servicio de Investigación Criminal Naval ha asegurado que está investigando lo sucedido”. Todas las sucesivas descripciones del centro de tortura y del estado psíquico del fallecido seguían el estilo comilla y citación.

Análogamente actúaban muchos otros diarios (El País, entre otros) que -siguiendo el mismo rumbo de ABC- reproducían declaraciones del abogado y hacían mención a la huelga de hambre pero siempre en un contexto neutral e imparcial sin tomar posición alguna hacia la cárcel y las medidas que ahí se toman contra los que se definían ‘reos’ e ‘insurgentes’.

Paralelamente, en los mismos días en que los citados diarios anunciaban el fallecimiento en Guantánamo, en Cuba algunos ‘disidentes’ empezaban una huelga de hambre. Solo hace falta ver brevemente como estos mismos diarios reproducían la noticia para enterarse del doble rasero que guía estos periodistas.

ABC, usando pocas comillas y citas, titulaba: “Al menos 26 disidentes participan en la mayor huelga de hambre en Cuba”. En este caso, el periódico asumía una evidente posición contra el gobierno cubano, al repetir -uno tras otro- todos los tópicos fabricados en Miami y afirmar claramente que se trataba de “opositores a la dictadura de Fidel y Raúl Castro”. El País hablaba de 25 opositores que desafían al régimen cubano con una huelga de hambre.

Sin querer aquí considerar las biografías de los huelguistas, el pasado colaboracionista de muchos de ellos, las razones que llevaron a dicha huelga y las sospechas alrededor de la existencia de la misma (elementos que serían fundamentales para desmontar completamente su bondad), aquí solo se ha tratado de evidenciar como estos dos periódicos (aunque hubieran podido ser muchos otros) que han asumido una posicion neutral y apática acerca de la muerte de Abdul Latif, se han convertido en prosélitos y partidarios de la contrarrevolución cubana en el caso de la huelga cubana.

Pero, si eso no fuera suficiente, ya que se podría aducir que en este caso se trataba de una ‘huelga colectiva’ y por lo tanto merecía más atención mediática, veamos como estos mismos dos medios anunciaron la muerte, en febrero de 2010, del delincuente común cubano Orlando Zapata Tamayo quien falleció tras 85 días en huelga de hambre pidiendo mejoras carcelarias que en realidad eran privilegios sobre el resto de los reclusos, como tener televisor, cocina y teléfono en su celda.

Esos dos casos parecen más relacionables. Se trataba de dos únicos individuos encarcelados que hacían peticiones, de distinta entidad por supuesto. Veamos si los dos citados diarios, en el caso de Zapata Tamayo, mantuvieron la misma ‘neutralidad’ que se podía notar en los artículos dedicados a la muerte de Abdul Latif.

El diario ABC, a pesar de la existencia de muchos cargos contra Zapata Tamayo (violación de domicilio, estafa y lesiones graves a un ciudadano con empleo de un machete) titulaba “Muere un preso político cubano tras 85 días en huelga de hambre” y escribía que “el disidente […] inició una huelga de hambre para pedir que se le tratara como «prisionero de conciencia»”. Luego, llegaba a la completa mentira e incluía por voluntad propria a Zapata Tamayo entre los 75 presos de conciencia adoptados por Amnistía Internacional .

El País, análogamente, titulaba “Muere un preso político cubano tras pasar 85 días en huelga de hambre” y, siguiendo la línea de ABC, añadía que Zapata Tamayo “fue detenido en 2003 en el marco de la redada que llevó a 75 opositores a prisión acusados de conspirar con EE UU. Las condenas fueron muy altas, hasta de 28 años de cárcel, pero Zapata en realidad no pertenecía al llamado Grupo de los 75, sino que fue sentenciado a tres años de prisión por desacato, desorden público y desobediencia”.

Además, inverosímil y paradójicamente, los dos diarios -que no mencionaban ni una sola vez la palabra “tortura” mientras describían la prisión de Guantánamo- reproducían las palabras de Janisset Rivero, secretaria nacional adjunta del DDC: “Los abusos cometidos contra Orlando Zapata Tamayo comprueban que la tortura y el terror contra el pueblo son políticas de Estado bajo el régimen castrista. Esta muerte es una prueba de la práctica del terrorismo de Estado»”.

De esos seis artículos queda muy clara la actuación de los medios internacionales y su propósito siempre más evidentemente manipulador cuando se habla de las cuestiones cubanas. Es manifiesto también que, para dichos medios, existen fiambres buenos y fiambres incómodos y que Cuba representa, sin duda alguna, la primera línea para que un muerto se convierta en un cadáver excelente para seguir creando una siempre más distorsionada imagen de la Isla, entre violencias, golpizas y torturas. Mientras tanto, evidenciando una absoluta parcialidad, se ignoran completamente estas mismas palabras cuando se hace referencia a la polémica prisión y a las prácticas que ahí notoriamente se cumplen.

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